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Empanadas de colores, la idea de negocio de una colombiana en Francia

Marcela Rozo es una diseñadora gráfica que lleva 16 años viviendo en París y que decidió seguir su instinto y gusto por la cocina para crear Kinú, con el objetivo de mezclar culturas gastronómicas y resaltar las tradiciones culinarias de Francia y Colombia. Cada uno de sus productos tiene una historia detrás.

30 de agosto de 2020 - 08:22 p. m.
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Foto: Cortesía

Las empanadas son tradicionales en la gastronomía colombiana y, sin duda uno de los platos más queridos y que en muchos lugares del mundo se ha convertido en una forma de sostenimiento de connacionales, lo que la ha internacionalizado. Marcela Rozo es diseñadora gráfica y desde hace 16 años está viviendo en Francia, en donde se lanzó a mezclar su creatividad y su gusto por la gastronomía.

No fue fácil establecerse al principio. Rozo paso por diversos empleos que no tenían ningún tipo de relación con su carrera profesional. Se desempeñó como cuidadora de niños, secretaria, mesera, haciendo gestión de vuelos en el aeropuerto y muchos más. “Con unos amigos creamos una empresa especializada en nuevas tecnologías que duró siete años. En ese momento comencé a diseñar de nuevo”, contó Rozo.

La compañía cerró en el 2018, luego de pasar por varias crisis. Mientras tanto, Marcela Rozo se dio cuenta que ya no quería seguir en ese campo, que lo suyo era trabajar con sus manos y no al frente de una pantalla. “Soy artista y me encanta trabajar con mis manos y siempre he amado la cocina, además es un arte que reúne todos los sentidos, entonces para mí era una evidencia de que me iba a ir por ese lado”, indicó Rozo.

Todo comenzó con una idea, que se fue materializando durante cerca de un año, en el que realizó una investigación culinaria desde las técnicas hasta las diversas preparaciones de las empanadas. Su vocación y gusto por la cocina nació desde que tenía ocho años de edad, época en la que aprendió a hacer diversas preparaciones. Su familia solía cocinar todo a la antigua y de forma tradicional como lo hacían las abuelas, desde cero, por ejemplo, moliendo el maíz para las arepas.

Eso lo tenía muy presente y soñaba que su empresa tuviera ese toque conservador pero actual. “Quería resaltar las tradiciones y usarlas adaptándolas a la vida de hoy. Para mí era muy importante rescatar las empanadas, que son amadas por todos los colombianos, además deseaba que fuera muy amigable con el medio ambiente y eso era un enorme desafío”, cuenta.

Después de estudiar, reforzar sus conocimientos en gastronomía y de indagar acerca de las materias primas, la textura de la masa, rellenos y demás, nació KINÚ, emprendimiento dedicado a la elaboración y venta de empanadas artesanales de colores. Cada una tiene un toque “tradicional colombiano, pero hecho en Francia”, así concibe Rozo a KINÚ.

Sus empanadas tienen nombres como: Medellín, Cartagena, Leticia, Suesca, Bogotá, Barichara, Tumaco, Zona Bananera y más. Cada una representa algo de esas zonas por las que fueron nombradas y tienen tonalidades que las representan como verde, morado, negro, azul y rojo.

Y vienen acompañadas con ají y hogao, elaborado con tomates triturados, cebollas, sal, pimienta, aceite de oliva y perejil. Con el toque de preparación a fuego lento, dejando que los ingredientes se cocinen para concentrar su sabor. Uno de los propósitos de KINÚ es generar un impacto positivo en el medio ambiente, es por eso que apoya a productores orgánicos, la agricultura sostenible y la permacultura, así como el uso de envases reciclables.

“La mayoría de ingredientes que uso se consiguen fácilmente, pero la dificultad es que hay que adaptar las recetas a las estaciones. Me parece bellísimo laborar con pequeños agricultores locales”, detalla.

Sus primeras ventas fueron en eventos empresariales, restaurantes y bares. Todo fue gracias al voz a voz de colombianos que conocieron su producto y lo recomendaban en las compañías en las que trabajaban, porque querían dar a conocer algo de su natal nación. La respuesta de los franceses fue muy buena. Toda la comunicación y publicidad está en francés, porque uno de los objetivos de Marcela Rozo es llegarle al consumidor francés y algunos de los rellenos tienen recetas francesas.

“Los franceses cuando prueban mis empanadas dicen que les sabe a Francia y les recuerda los sabores de la cocina de sus abuelas. Y se sienten muy identificados, eso me enorgullece porque es lo que quiero provocar en mis comensales y representa la adaptación total que tuve en este país y al mismo tiempo rescata lo que me gusta de mi nación”, dice.

No solo muestra la gastronomía, sino que también cuenta historias de Colombia a través de las empanadas, por eso las bautiza con nombres de ciudades colombianas y cuenta anécdotas de esos lugares. “Es indispensable no perder mi identidad como colombiana y de mis empanadas como un producto colombiano que nació en Francia”, cuenta emocionada al otro lado del teléfono.

La pandemia hizo que cambiara su estrategia y empezó a vender por medio de pedidos más pequeños para familias y personas que estaban en sus casas haciendo teletrabajo. Sus entregas las hace en bicicleta para contribuir con el medio ambiente.

“Una empanada KINÚ es sobre todo el resultado de una mezcla de culturas gastronómicas, de mi experiencia en Francia después de haber vivido aquí durante 16 años. Es una comida nómada, fácil de comer con los dedos, que va a todas partes, que cruje en la boca”, concluye Marcela antes de colgar.

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