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UNA HISTORIA PERSONAL SOBRE PASIÓN
Desde que leí la siguiente frase, reflexioné sobre las luces y sombras del concepto de pasión: “Todas las pasiones son buenas mientras uno es dueño de ellas, y todas son malas cuando nos esclavizan”. Como diría el filósofo francés Jean-Jacques Rousseau, ninguna pasión es buena ni mala por sí misma, sino que siempre dependerá del uso que le demos y de lo que permitamos que haga con nosotros. (Recomendamos: Lea aquí todos los artículos de la serie Pensadores globales 2022).
Mi mejor anécdota acerca de este tema fue cuando aprendí que nuestras pasiones cambian y evolucionan. Lo que hoy me despierta pasión, puede ser que mañana no tanto. O que otra pasión me llene más. Esto no significa que no sea auténtico o real; por el contrario, somos tan auténticos o reales porque somos cambiantes. Veo el éxito como una sucesión de cordilleras que voy superando una a una, en función de mi pasión, que también va cambiando. Y eso es perfecto porque es genuino. Lo que espero que nunca cambie, hasta mi último aliento, es vivir de forma fluida. Vivir saboreando lo que la vida me invita a vivir, saboreándolo todo. Si me invita a vivir una pandemia, la voy a vivir con mis propias herramientas, pero saliendo de manera íntegra. A mí, por ejemplo, me apasiona coleccionar amaneceres, ver las montañas… Estas son actividades sencillas pero poderosas, que a veces damos por sentadas. (Lea un capítulo de la nueva novela de Wole Soyinka, su sátira sobre el pueblo más feliz de la Tierra).
Cuando me retiré de CNN, muchas personas me cuestionaron: “¿Por qué dejar la televisión si estás en tu mejor momento?”. Pero, para mí, lo que en un momento dado había representado mi mayor sueño cumplido, en ese momento ya no era mi pasión, y me costó reconocerlo. Hay momentos donde nos vienen treguas fecundas para repotenciar nuestra pasión y nuestro propósito intencionado. Hoy no es más que un aprendizaje que veo con neutralidad y sabiduría.
Cuando evolucionas y tu consciencia sigue cultivándose, entonces tus pasiones cambian porque cambian tus prioridades. CNN en Español era mi realización profesional, y mi pasión me llamaba a algo más interno en una realización del ser. La pasión de comunicar no cambió, sino que la forma y los contenidos a comunicar ahora se han unificado a una misión. Puede cambiar el oficio, pero no la esencia que te impulsa.
Hoy en día, muchas personas caen presas de su pasión. Por ejemplo, cualquier tipo de fanatismo (parcialidad exacerbada que no nos permite tener un criterio propio) o fundamentalismo, cuando creemos que nuestro punto de vista se vuelve una verdad absoluta. El terrorismo y los grupos radicales son un buen ejemplo. Pero también podemos ver esto en escenarios que deberían ser amorosos. En la dramaturgia tenemos la historia de amor de Romeo y Julieta, con un final trágico dominado por la pasión; y también los celos de Otelo, otra obra de Shakespeare. Muchas veces, la vida real supera con creces a la ficción.
El dicho popular de que “hay amores que matan” puede ser tan literal como lo permitamos. Anteriormente te advertía del peligro de nuestra apasionada forma de ver el amor como sufrimiento. Es importante poner en perspectiva nuestras pasiones, siempre con el espíritu de no hacernos daño a nosotros mismos ni a terceros. De esa forma, cada día estaremos más cerca de la plenitud y el bienestar que vinimos a buscar en este mundo.
IKIGAI, PROPÓSITO O RAZÓN DE SER
Inevitablemente, hablar de pasión nos lleva al propósito o razón de ser. Quiero compartir contigo uno de los conceptos que más he aplicado en los últimos tiempos, que me ha servido para tomar las decisiones más importantes de mi vida profesional. Ikigai es un concepto de origen japonés, que no tiene una traducción exacta al español, aunque se le atribuye un significado muy especial: “Tener una razón para vivir”.
De acuerdo con la filosofía de la nación asiática, el ikigai es la razón de ser de cada persona. Tu ikigai te invita a vivir al máximo, a “iluminarte”, a ser virtuoso, a comprenderte a través de los ojos del mundo, como si este fuese un espejo. Podría resumirse en la razón que te hace mantenerte en expansión y evolución. Con ikigai nos referimos a algo que trasciende las típicas razones que usamos para explicar por qué seguimos viviendo. Es por ello, que decir “por mis hijos” o “por mis padres” no es un ikigai.
Sin desmerecer lo que sentimos por esas relaciones, que tanto nos aportan y llenan, el propósito o pasión es algo absolutamente personal e intrínseco a la persona. Esto es, que no depende de un tercero o del exterior. Entonces, seguramente te preguntarás en este punto: ¿tendré un ikigai? ¿Cómo lo descubro? El ikigai le otorga significado a la existencia del ser humano, porque marca la diferencia entre vivir y subsistir. ¡Si ignoras tu ikigai vives la vida sin propósitos!
El profesor de Antropología de la Universidad de Hong Kong, Gordon Matthew, asegura que “el ikigai no es el propósito o motivo por el que te levantas todas las mañanas. Se trata de algo mucho más sencillo, algo que tienes enfrente, aunque no lo veas”. Parece un concepto difícil de entender, pero a partir de la siguiente referencia te darás cuenta de su facilidad.
Te lo explico con un ejemplo hipotético y lo tomo como modelo y paradigma. Supón que, por una razón u otra, quieres ser ingeniero. Quizás por una tradición familiar, por influencias externas o por lo que sea, te trazas el propósito de estudiar Ingeniería y lo logras: llegas a la meta, te gradúas, triunfas. Un propósito es lo que te motiva a realizar un proyecto, es el ánimo de hacer o no hacer algo, es el objetivo que pretendes alcanzar. Sin embargo, tu propósito de graduarte como ingeniero, aunque logrado, no tiene por qué formar parte de tu ikigai. Puede que sí, pero no necesariamente. ¡Tu ikigai quizás nada tenga que ver con la ingeniería…!
A continuación, algunas preguntas clave para poder acercarte a una definición de tu ikigai: ¿En qué soy bueno? Responde:
¿En qué eres bueno tú? Si no lo sabes o no lo tienes claro, puedes revisar el capítulo sobre Versatilidad, donde encontrarás un ejercicio excelente para encontrar tus áreas de genialidad.
¿Qué amo? Responde:
Tú, ¿qué amas? No lo que te dijeron que amaras, sino lo que amas, lo que tu corazón te diga.
¿Qué necesita el mundo? Responde:
¿Qué crees que necesita el mundo? No te dejes llevar por lo que dicen la televisión y las redes sociales o por el criterio de una Miss Universo. Tú, como ser humano único e irrepetible, ¿qué crees que necesita este mundo donde vives? ¿Por qué me pueden pagar? Responde:
¿Por qué crees que te pueden pagar, teniendo en cuenta tus habilidades?
Si integras las cuatro respuestas, descubrirás tu razón de ser, tu propósito supremo o ikigai.
¿CÓMO PUEDO INCORPORAR LA PASIÓN A MI VIDA?
Partiendo de que la Rueda de la vida se basa en la importancia de la plenitud, esto es, la búsqueda de un equilibro entre las diferentes esferas de nuestra existencia, el principio de pasión podemos aplicarlo en nuestro día a día de la siguiente manera: Si no tienes clara cuál es tu pasión: no necesariamente un hobby es una pasión, pero puede que un hobby termine siendo una pasión. Ponte en acción para incorporar la práctica o tomar clases de actividades que te atraigan (una vez por semana, durante una hora). Mantente atento a cómo te sientes y revisa tus niveles de energía antes y después de realizar la actividad. Si te conecta con tu pasión, te sentirás con mayor energía vital luego de practicar la actividad.
Deja el ego en la puerta: incorpora la humildad cuando comiences a practicar la actividad que podría ser tu pasión. Recuerda que se necesitan al menos 10 mil horas de práctica para alcanzar la maestría. Ninguna de las personas que hemos citado en este capítulo, y que se han caracterizado por su pasión, lo lograron de un día para otro. La tendencia es solamente a ver la punta del iceberg del éxito, sin mirar los esfuerzos que costó llegar allí.
Aunque al comienzo me sienta muy torpe, esa hora puede ser divertida. La pasión se debe sentir y nuestro corazón es el gran conocedor. Si ya tienes identificada tu pasión, revisa desde una mirada neutral si es armoniosa u obsesiva. ¿Tu pasión afecta el resto de las áreas de tu vida? ¿Te ha alejado de tus afectos y te ha llevado a una sensación de aislamiento? ¿Eres capaz de despejar tu mente en otras actividades sin sentirte culpable?
* Se publica con autorización de Penguin Random House Grupo Editorial, sello Aguilar.