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Nueva Ruta de la Seda: lo bueno y no tan bueno para los emprendedores colombianos

En medio de la guerra comercial entre EE.UU. y China, Colombia puso sus ojos en esta iniciativa asiática. ¿Qué hay a la vista?

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Edwin Bohórquez Aya
09 de mayo de 2025 - 06:25 p. m.
El presidente de China, Xi Jinping, lidera la expansión del gigante asiático.
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Foto: Agencias y diseño El Espectador
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¿Qué es la nueva Ruta de la seda? ¿Qué tiene que ver el comercio global con esta iniciativa de China? ¿Cómo pueden insertarse los y las emprendedoras colombianas en medio de todo este intercambio internacional de bienes, productos y cooperación? ¿Es verdad que, como país, podrían ser más las pérdidas que las ganancias? Pues en medio de tantas preguntas con más hipótesis que certezas sobre la última de ellas, desde la sección de Emprendimiento y Liderazgo buscamos a tres analistas para que nos ayudaran a entender esta situación, pero, sobre todo, en medio de la realidad, tratar de encontrar oportunidades para los hacedores de negocios en nuestro país y que mueven a diario la economía. Bien aprendido está que mientras unos lloran otros venden pañuelos.

¿Qué es la Ruta de la Seda?

Pero, vayamos en orden y paso a paso. “Seguramente has escuchado hablar sobre la famosa Ruta de la Seda, esa histórica vía que conectaba a China con Europa y que ahora resurge como una ambiciosa estrategia global liderada por China, conocida como la Iniciativa de la Franja y la Ruta (Belt and Road Initiative). Pero, ¿qué significa realmente esta ruta y qué representa para nuestro país, Colombia? La Ruta de la Seda moderna es un gigantesco proyecto de infraestructura y cooperación económica que busca conectar Asia con Europa, África y América Latina a través de inversiones en puertos, aeropuertos, carreteras y ferrocarriles. Su objetivo es claro: facilitar el comercio global y expandir la influencia económica de China", nos explica Diego Mauricio Lagos Tamayo, máster en Dirección Logística y docente de la universidad EAN.

¿Y cómo se podría beneficiar Colombia? El mismo profesor responde: “Sumarse a esta iniciativa podría ser como abrir una puerta directa hacia un mercado gigantesco. Imaginemos productos colombianos entrando de forma más fluida y económica a los mercados asiáticos. Esto significaría mayor exportación de café, frutas tropicales, flores, aguacate, textiles, manufacturas y servicios, aprovechando las ventajas logísticas generadas por esta mega estructura global. Además, las inversiones chinas en infraestructura podrían modernizar y fortalecer puertos como Buenaventura y Barranquilla, impulsando notablemente la competitividad del país y mejorando la producción a gran escala”.

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Alejandro Useche, profesor de la Escuela de Administración de la Universidad del Rosario, va en la misma ruta: “El punto de partida es identificar las necesidades que los clientes del mercado chino están presentando y esto puede hacerse a través de la Cámara Colombo-China. Cuando se analiza la tendencia de las exportaciones hacia ese país, buena parte de ellas está enfocada en el sector minero energético, es decir, les vendemos petróleo y carbón. En otras palabras, la mayoría de emprendedores pequeños y medianos de Colombia deberían reconocer oportunidades en sectores diferentes al minero energético y uno de ellos, que es muy importante, es el de los alimentos, porque China está presentando un cambio en las últimas décadas y es que la población que comúnmente en el campo tenía oficios como la agricultura, está migrando hacia las ciudades, dejando descuidada la producción de alimentos. Ahí hay una oportunidad de exportar no solo bienes en bruto sino con valor agregado, como por ejemplo el café especializado, un caso similar con las frutas, las flores, etc.”.

Ahora, aunque China está en la capacidad de producir de todo, y eso lo hemos visto en las etiquetas de casi cada cosa que hemos tenido en nuestras manos, en el sentido estricto de los negocios aquí también se están jugando un asunto que va más allá: “Ellos están interesados en comprar productos de otras parte del mundo porque eso es imagen, prestigio y diferenciación, de manera que cuanto producto nosotros imaginemos, podemos exportar a China, eso sí, con la condición de que debe ser un producto diferente, innovador, que represente estatus para el consumidor chino. Uno de los grandes problemas de los emprendedores cuando piensan en exportar a China es que encuentran el camino, hacen el contacto, muy emocionados, pero cuando solicitan el pedido, es un volumen tan grande que ni con toda la producción del país podría cubrirse, así que la estrategia para los emprendedores colombianos no debería dirigirse hacia un producto con demanda masiva, sino que hay que encontrar demanda de productos especializados a vender en buen precio, que pidan un volumen no tan grande y será un negocio que se podrá atender”, enfatiza el profesor Useche.

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Entonces, ¿en qué sectores, detalladamente hablando, se puede decir que hay oportunidad? “Las principales oportunidades se encuentran en sectores como la agroindustria, tecnología, servicios digitales, turismo, moda y energías renovables. Colombia es vista como un proveedor confiable y de calidad, especialmente en alimentos y productos agrícolas como frutas exóticas, cacao y cafés especiales. Por otra parte, los sectores tecnológicos y digitales también podrían beneficiarse enormemente con la llegada de inversiones y plataformas internacionales para su expansión global”, responde Lagos Tamayo, de la Ean.

Y otra alternativa también positiva: “No se trata de solo de exportar a China, también se puede mirar qué pasa entre otros países de la región hacia China, pues los empresarios colombianos se podrían integrar en ese comercio de materias primeras, servicios que Colombia podría proveer. Una llamada integración indirecta entre países desde América Latina para cubrir las necesidades de China. Por ejemplo, si exporta un producto que necesita un insumo que se produce en Colombia, eso se puede integrar con las cadenas globales de valor”, agrega Useche, del Rosario.

Lo no tan bueno de integrarse a la nueva ruta de la seda

Una mirada un poco más profunda viene desde el profesor de la facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Javeriana, Remi Stellian, quien recuerda que se trata de un proyecto “titanesco” que comenzó hace más de 10 años, que gira al rededor de dos dimensiones, la de infraestructura y la comercial, y que no son excluyentes. Que busca hacer la infraestructura en países aliados para luego favorecer el comercio internacional. Son puertos, aeropuertos, carreteras, pero también infraestructura de comunicación y de energía. Así las cosas, “empresas a nivel local pueden participar, parece evidente, pero no tanto, porque China va a poner ciertas condiciones para la construcción, a saber las materias primas que provienen de empresas chinas y no de empresas locales colombianas. En otras palabras, construir un proyecto de infraestructura en Colombia no significa que esté al 100% a cargo de empresas colombianas”.

Por el lado de comercio internacional, Stellian cree que una vez esté construida la infraestructura pasando por terceros países en África, por ejemplo, se van a reducir los costos de transporte para exportar e importar, entonces hay potencial para los dos países, el problema es que Colombia será poco competitiva frente a China, dice, pues la potencia asiática ha venido creciendo en valor agregado de sus productos en la última década, razón por la cual cree que Colombia estaría en una posición desfavorable. En lo que cree que si se podría ganar es en transferencia de tecnología, cooperación científica entre universidades, centros de investigación y desarrollo, para luego generar oportunidades de mercado, de producción, en donde los emprendedores podrían aprovechar. Pero eso dependerá de posibles acuerdos comerciales que se firmen entre los dos países, explica.

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Lagos Tamayo cree que hay que mirar con mucho cuidado este asunto con China. “La participación en la Ruta de la Seda trae consigo desafíos importantes. El más destacado es el riesgo de endeudamiento elevado, pues muchas inversiones chinas suelen venir en forma de préstamos de gran magnitud. Además, existe el riesgo de una dependencia excesiva de China, lo que podría limitar la capacidad soberana del país para negociar otros acuerdos comerciales internacionales. También preocupa que las grandes empresas chinas podrían desplazar a las empresas colombianas, especialmente en sectores estratégicos. Debemos ser muy cuidadosos a la hora de proyectarnos en este proyecto tan ambicioso”, le dijo a El Espectador.

Por ahora, en medio de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, está claro que los países como Colombia son muy pequeños jugadores que se comportan más bien como espectadores esperando para calcular las afectaciones. Estados Unidos es el socio comercial número uno para Colombia, pero China se viene asomando con velocidad, como lo está haciendo por el resto del mundo. Gustavo Petro, quien ya ha tenido marcas diferencias con Donald Trump, viaja el 10 de mayo a China, y ha manifestado su interés por tocar la puerta a la nueva ruta de la seda.

Una serie de datos no menores que nos contaba esta semana el colega Daniel Felipe Rodríguez Rincón y traigo a este texto: “El intercambio entre Colombia y China mueve cerca de US$17.000 millones al año, y el comercio bilateral se ha multiplicado 700 veces desde 1980 hasta 2024. China es el segundo origen de las importaciones en Colombia, con productos que van desde computadores y teléfonos móviles hasta neumáticos. Y también una declaración que le puso más picante al asunto: Mauricio Claver-Carone, enviado especial del Departamento de Estado para América Latina del gobierno de EE.UU. dijo sobre todo este asunto: “El acercamiento del presidente Petro con China es una gran oportunidad para las rosas de Ecuador y el café de Centroamérica”. ¿Cómo podrá Colombia sacar lo mejor de esas dos potencias sin perder nada a cambio? Esa respuesta poco a poco irá tomando forma, pero está claro que Colombia, muy chiquito en el mapa, debe saber muy bien las consecuencias de cada una de estas decisiones que, al final, nos terminarán tocando a todos y, por supuesto, a los y las emprendedoras.

Si conoce historias de emprendedores y sus emprendimientos, escríbanos al correo de Edwin Bohórquez Aya (ebohorquez@elespectador.com) o al de Tatiana Gómez Fuentes (tgomez@elespectador.com). 👨🏻‍💻 🤓📚

Edwin Bohórquez Aya

Por Edwin Bohórquez Aya

Comunicador social-periodista. MBA Inalde Business School. Premio Iberoamericano de Periodismo Económico IE Business School, Madrid (España). Premio a Mejor trabajo periodístico de Analdex, categoría prensa@EBohorquez_EyLebohorquez@elespectador.com
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