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Vincent Sciandra, CEO fundador de Metron: “Es la hora de la eficiencia energética”

El CEO fundador Metron, la cleantech francesa especializada en la mejora de la eficiencia energética y el desempeño operativo, explica el secreto de su crecimiento en el mundo, la importancia estratégica de Colombia en ese proceso y las ventajas de pensar de inmediato en la reducción de la huella carbono.

Élber Gutiérrez Roa
01 de noviembre de 2021 - 05:03 a. m.
El ingeniero francés Vincent Sciandra, CEO fundador de Metron, estudió el bachillerato en el Liceo Francés y los dos primeros años de pregrado en la Universidad de Los Andes. Hoy, su compañía, fundada hace ocho años y con presencia en 15 países, tiene a Colombia como su punta de lanza para expandirse por América Latina.
El ingeniero francés Vincent Sciandra, CEO fundador de Metron, estudió el bachillerato en el Liceo Francés y los dos primeros años de pregrado en la Universidad de Los Andes. Hoy, su compañía, fundada hace ocho años y con presencia en 15 países, tiene a Colombia como su punta de lanza para expandirse por América Latina.
Foto: Philippe de la CROIX - Philippe de la CROIX

Hace década y media, Vincent Sciandra hablaba español machacado por los pasillos de la Universidad de los Andes, en donde comenzó su carrera de Ingeniería Electrónica más por seguirle la pista a un hobby de infancia que por amor entrañable a las matemáticas. Le gustaban, pero no es un nerd. Hijo de directores de la Alianza Francesa en Colombia, regresó a París a culminar su pregrado, se doctoró en Informática y hace siete años fundó Metron, la cleantech del momento y una de las empresas de mayor crecimiento en su sector. Está presente en quince países y, no podía ser de otra manera, escogió Colombia como su centro de operaciones para extenderse por América Latina.

Sciandra, cuya empresa factura ya 10 millones de euros al año, es uno de los personajes con los que el presidente Iván Duque tiene cita el miércoles 3 de noviembre en el Medef (la asociación que reúne a los industriales franceses). El Espectador habló con él sobre eficiencia energética y el interés de Metron en América Latina.

¿Metron es una tesis de doctorado que se le creció o apareció por otro lado ?

Todo lo que hice antes, mi experiencia pasada, es parte de Metron. Yo trabajaba para mi doctorado en temas de recopilación de datos sobre sistemas complejos y un amigo tenía que calcular el consumo energético de una fábrica. Era casi lo mismo: sistemas cerrados, comunicación casi inexistente, el mismo reto tecnológico. Le dije: “Bueno, vamos a intentar” y creamos Metron. Somos dos fundadores. Éramos tres. Uno se fue. El que se quedó es exvicepresidente de Innovación del grupo Emerson, una empresa americana que trabaja mucho en petróleo, así que están construyendo sistemas para eso. Tiene 65 años. Tenemos treinta años de diferencia, más o menos. Es muy interesante manejar una empresa entre los dos, porque somos complementarios.

Dice que Metron surgió para resolver un problema. ¿Cuál es ese problema?

Reducir el consumo energético y la huella de carbono de las fábricas. La energía es el tema del futuro para las empresas: acceso, gestión, costo e impacto, tanto a nivel local, regional o nacional. Traer empresas de un lugar a otro pasa por ese tema. Y cuando haces parte de un grupo industrial y tienes muchas fábricas, también tienes mucho que resolver sobre el tema de energía, dependiendo de dónde te instalas. Manejar esto es complejo y queremos ser esa solución para las fábricas.

¿Y cómo piensan lograrlo?

Manejando la energía como una materia prima y no simplemente como un costo anexo. Por ejemplo, la energía tiene un costo en el punto A del día y tendrá un costo diferente en el punto B. Tener esa información en cuenta es importante para tomar decisiones. Al final, puedo producir con menos impacto económico, social o ambiental. Se necesita una herramienta para hacerlo y esto es lo que hemos desarrollado. Y lo mejor, es una herramienta que constantemente está aprendiendo

¿Qué es entonces la solución Metron?

Es un software capaz de conectarse a todas las máquinas dentro de una fábrica, pero también a todos los sistemas de SAP y hacer lo que se llama el gemelo numérico para optimizarla en tiempo real perfecto. Hoy es muy importante que las empresas inviertan en el tema, que todos miremos hacia adelante, que pensemos en nuestra huella de carbono.

¿Y cree que las empresas de países como Colombia piensan en este tema?

Creo que todas las personas y empresas están pensando en eso. El asunto es que muchas empresas piensan que no es accesible para ellas, pero se equivocan, solo que aún no lo saben; solo deben cambiar de chip. La dificultad realmente reside en la capacidad de las empresas para reaccionar. Quizá saben que van a tener que hacerlo, saben sobre la huella de carbono y el costo energético. El 100 % de las empresas en Colombia y a través del mundo están de acuerdo en que hay que hacer algo y que si no lo hacen al final les saldrá costando en términos de tasación o cota por su consumo energético. Si no toman el tren, les va a pasar encima.

Las soluciones para ser ambientalmente responsable casi siempre se enfrentan al discurso de los costos...

Antes de hablar de precio es hablar de posibilidad, porque si no es posible no es necesario hablar de precio. Primero, sí es posible. La mayoría de las fábricas de Colombia o de otros países de América Latina están en un estándar mundial del nivel de máquina, funcionamiento y organización. Y eso es una buena noticia, porque significa que cuando estamos haciendo una solución para el resto del mundo funciona para Colombia. Lo hemos visto al comparar casos de fábricas de Francia y Colombia. Cuando se rompe este mito de que están en desigualdad de condiciones, todo es posible.

Aquí el mito puede ser al revés. Algunos piensan que el problema no es nuestro porque la gran mayoría de la energía que mueve a Colombia es de hidroeléctrica y, por ende, Colombia no contamina tanto.

El tema es que estamos en el planeta y el mundo entero está haciendo este cambio. Colombia tiene una ventaja respecto a otros países por su uso de energía hidroeléctrica. El cambio aquí no será tan drástico como en otros países como Arabia Saudí, por ejemplo. Eso no significa que no deba hacer un cambio. Y lo estamos haciendo con industriales colombianos. Si las empresas colombianas están en el estándar mundial en muchas áreas, por qué no tener esta misma visión sobre la energía. No hay ningún límite, porque los sistemas, los datos, la recopilación de estos datos, la optimización energética es algo que da retornos de inversión muy rápidos. No estamos hablando de cambiar máquinas; estamos hablando de optimizar el sistema existente.

Entonces, no basta con producir con energía limpia. Hay que usar menos energía.

Si consumo menos con las mismas máquinas estoy optimizando mis costos directos y mis compras de máquinas. No estoy cambiando la máquina. Y ayudo al planeta. Y eso es cada vez más valorado. Es un gana-gana.

¿Por qué no le gusta el concepto de la revolución industrial 4.0?

Para mí, revolución es una expresión muy violenta. Una revolución rompe todo y hay que empezar de nuevo. Si eso es una revolución, la industrial 4.0 no es revolución. Es, más bien, una evolución.

Claro, un francés sabe de revoluciones…

Ja ja ja. Bueno, en nuestro diccionario está bastante claro lo que es una revolución y lo que es una evolución. Además, creo que hoy no existe la fábrica que sea realmente 4.0. No hay en el planeta una industria, una fábrica, 4.0. Claro, algunas usan el concepto. Y hay que recordar siempre que la inteligencia artificial no da todo. Es una herramienta. Si la usas mal, la usas mal. Y es lo mismo para industria 4.0, que es como la base de la entrada de la inteligencia artificial. Necesitamos data para hacer algoritmos. Nuestro primer paso es recopilar información y usarla para mejorar los procesos de la fábrica. Hay datos que podemos compilar y usarlos para optimizar. Si la fábrica optimiza su inversión después puede invertir en otras áreas en las que a lo mejor no había invertido.

Entonces, ¿cuál es su visión de la industria 4.0?

La de una industria que evoluciona, optimiza, se conecta poco a poco y no la de una en donde todo se destruye y luego se vuelve a construir de nuevo. Es el resumen de miles de fábrica en el mundo. De Japón, Corea y China a Europa y América Latina y EE. UU. No existe una fábrica 4.0. Lo que hay es fábricas 3.0 que están evolucionando a 4.0. Y nuestra tecnología ayuda en esa ruta. Sabemos del tema, conocemos las empresas y estamos conectados a la realidad de los industriales en cada país al que llegamos.

¿Y ya están en Colombia? ¿Cómo va esa experiencia?

Tenemos varios tipos de clientes. Carvajal fue nuestro primer cliente en América Latina y los hemos acompañado en la parte de la digitalización y en iniciativas de mejora de eficiencia energética. Este año se han dado cuenta de que pueden ir mucho más allá y utilizarla para establecer un sistema de gestión energético y han nombrado a un líder en digitalización que se ocupa de la parte de la división pulpa y papel, que son las dos plantas que tienen ellos en Cali. Hay después iniciativas mucho más técnicas y precisas. En el caso de Buencafé, ellos hacen biomasa con la borra del café (el residuo que queda en el filtro después de colarlo). Y hoy usan la herramienta de Metron para hacerle seguimiento a la biomasa que han utilizado. Ellos han adquirido el uso de la solución Metron como una herramienta y generan iniciativas propias con la herramienta de Metron.

¿Y cuál es la meta de expansión en el país?

Colombia es un pilar de nuestra estrategia en América Latina. Queremos desarrollarnos también en otros países, como Brasil y México. Hemos traído este tema de optimización energética en las fábricas gracias a los datos. En Colombia no había ningún sistema sobre este tema. Fuimos los primeros en educar un poquito el mercado sobre el tema y queremos continuar. Participar en el mejoramiento de la red eléctrica o traer nuevos tipos de optimización a las fábricas. Queremos consolidar nuestra posición de líder del tema en Colombia y hacer que Colombia sea un centro de difusión de las buenas prácticas sobre el tema en América Latina. Colombia tiene una posición particular con una industria fuerte, un crecimiento fuerte y por ser un país estable, lo cual nos permite tener proyecciones a cinco años. Colombia va a ser el centro de la región América Latina y después vamos a tener un centro en Estados Unidos. Vamos a tener un crecimiento del 100 % por año. Como dice usted, volando. Desde 2018 tenemos los más grandes fondos del mundo como inversionistas de Metron. Y pensamos que tenemos la capacidad financiera para hacer una estrategia.

¿Cuál es su facturación al año?

Vamos a cerrar el año con diez millones de euros. Y el año pasado eran cinco. Y hacemos parte de las veinte start-ups más innovadoras en Francia. Creo que somos la más grande de las veinte sobre el tema, tenemos ambiciones mundiales y esperamos que en nuestra trayectoria lo que estamos soñando para Colombia se realice mil veces más rápido de lo que estamos pasando.

Un mensaje a los empresarios de Colombia...

Lo más importante en este tema es tener una visión global. Estamos en una economía global y los productos colombianos compiten o quieren competir con los chinos, europeos, estadounidenses y muchos otros. La solución es tener una producción limpia y eso se va a medir de dos maneras: por el consumidor y por regulación de mercado.

Algo de eso se comienza a ver en lo que respecta a una especie de conciencia del nuevo consumidor, o del “prosumidor”.

Yo creo que en Colombia y otros países las personas van a tener una visión crítica sobre la huella de carbono. Y se preguntarán si lo que comen o compran es limpio en ese sentido. ¿Cómo medir y probar que un producto tiene una huella de carbón baja comparado con otros productos? El cliente marcará la pauta.

¿Y cómo será el asunto en cuanto a la regulación de mercado?

Pasará algo similar en cuanto Europa, Estados Unidos y China van a poner tasación a las fronteras de estos mercados diciendo: si no demuestra que tiene una baja huella de carbón no entra en esta zona. Mecánicamente el tema le va a interesar a todo el mundo. Por eso mi llamado es a conseguir un tiquete para subirse al tren en vez de esperar a que nos pase por encima. Pensemos en las empresas que para hacer su producto compran partes del producto o insumos a otras empresas y que ya decidieron medir la huella de carbón de su producto final, porque sus clientes están exigiendo cada vez un producto más limpio. Una empresa de esas puede decidir que instala Metron en cada una de sus proveedoras para tener acceso a la huella de carbón detallada. Todo eso tiene que ver con que el consumidor final es vegetariano y está contra el maltrato animal, por solo poner dos ejemplos. ¿Y si la empresa no está preparada para esto? Sencillo: el tren le pasa por encima.

Élber Gutiérrez Roa

Por Élber Gutiérrez Roa

Jefe de redacción y editor multimedia desde 2008. Fue editor político en Colprensa, Primerapágina.com, El Espectador, CM& y Semana.com. Ganó los premios de periodismo Rey de España (digital e investigación), SIP, Ipys-Tilac, Simón Bolívar y CPB. Máster en asuntos internacionales y especialista en asuntos políticos de la U. Externado.@elbergutierrezregutierrez@elespectador.com

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