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Frisby ha sido tendencia en los últimos días por cuenta de lo que denuncian como un caso de suplantación de marca en España.
Sin su aprobación, una empresa registró la marca en la Unión Europea, obteniendo sorpresivamente el aval de las autoridades. De forma casi que calcada, la “Frisby española” se está promocionando con la identidad gráfica de la reconocida cadena de restaurantes colombiana: la tipografía de la marca “Frisby”, el logo (el pollo que tiene sombrero de chef, saco y corbatín), y los colores corporativos.
Con mensajes de “a-pollo” (un ingenioso juego de palabras que se ha vuelto tendencia), diversas marcas y empresas han enviado un mensaje de respaldo a la compañía colombiana.
Algunas de estas son Rimax, Miniso, Alpina, Presto, OMA, Discos Fuentes, Crepes, Ara y hasta su competencia directa, KFC.
En respuesta, Frisby ha publicado videos en donde se ve a su icónico pollo dando mensajes como “estamos desbordados de amor, gracias por el a-pollo”; “nos vamos a descansar hoy, felices y llenos de amor con todo su a-pollo”.
En redes sociales este tema no para de generar conversación. Un grupo importante de la opinión pública manifiesta su respaldo a la marca colombiana, pidiendo que se respete la empresa local.
Las implicaciones legales
La “Frisby española” ha informado, mediante comunicados, que su actuación se encuentra enmarcada en lo que permite la ley. Básicamente, al Frisby no tener un registro vigente en la Unión Europea, cualquier persona podía acercarse a registrarla. Eso fue lo que pasó.
No obstante, según lo explicado a El Espectador por el abogado experto en propiedad intelectual, Julián Sánchez, dentro de la propiedad intelectual están los derechos de autor que, en este caso, se aplica a la iconografía de la marca, el logo y los colores corporativos.
La “Frisby española” podría ser demandada por plagio, pues estaría usando toda esta identidad gráfica sin consentimiento de sus titulares.
Además, si se tiene en cuenta que en España hay una significativa cantidad de Colombianos (cerca de 1 millón, según la firma Statista), también podría configurarse un caso de aprovechamiento de reputación ajena.
En esto hay que resaltar el boom que tiene el denominado “comercio de nostalgia”, es decir, comercialización de productos - en este caso una marca - a población migrante con la intención de hacerle recordar su país de origen.
Esta práctica en sí no es ilegal, pero al hacerlo un tercero en España, Frisby (la original) podría argumentar ante un tribunal internacional que la marca que está suplantando su imagen se está aprovechando de las décadas de trabajo e inversiones que a ellos les ha costado construir en reconocimiento y reputación.
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