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¿Su empresa le da almuerzo? O, en su defecto, ¿bonos o vales de alimentación? Si la respuesta es sí, puede que ese beneficio esté aportando más de lo que imagina al desarrollo del país.
Los beneficios de alimentación al trabajador (BAT) han demostrado ser herramientas eficaces para mejorar la salud, el bienestar y la productividad de los empleados. Más allá de lo anterior, un estudio de Fedesarrollo encontró que estos beneficios tienen efectos positivos en toda la economía.
A grandes rasgos, el estudio presenta tres escenarios: si los beneficios de alimentación se aplicaran al 10 % de los trabajadores formales, el impacto estimado en el PIB sería del 3 %. Si llegaran al 20 %, el efecto alcanzaría el 6 %, y con una cobertura del 30 %, se acercaría al 9 % del PIB.
Los efectos de un almuerzo
Además del impacto sobre el producto interno bruto (PIB), el estudio estima que los beneficios de alimentación podrían generar efectos positivos en el ingreso laboral y en el recaudo tributario.
Según Fedesarrollo, por cada peso invertido en alimentación para trabajadores se generan, en promedio, $3,75 en actividad económica, $0,35 en salarios y $0,34 en impuestos.
Esto se debe a los encadenamientos productivos que se activan cuando más trabajadores acceden a una alimentación adecuada: mejora su productividad, disminuye el ausentismo, y se dinamizan sectores como el comercio, los servicios de alimentos y la logística.
Otra ventaja es que estos beneficios pueden ayudar a reducir la informalidad. Como los bonos o vales se usan en comercios registrados, se promueve la declaración de ingresos y el cumplimiento de las obligaciones fiscales.
Esto ya ocurre en países como Brasil, México y Francia, donde estos programas han mejorado las condiciones laborales, promovido la inclusión financiera y fortalecido sectores económicos clave, como el de la alimentación fuera del hogar.
¿Cómo pagar ese almuerzo?
Lo financiero es lo que motiva a muchas empresas a no dar alimentación a sus trabajadores. Teniendo en cuenta esta realidad, Fedesarrollo evaluó dos esquemas de incentivos fiscales para las empresas que, efectivamente, entreguen subsidios de alimentación: una deducción del 150 % sobre la renta líquida gravable o un descuento del 25 % en el impuesto de renta.
En ambos casos, el Estado asumiría una parte del costo del subsidio. Pero al incluir los impuestos adicionales que se generarían por el aumento de actividad económica, el costo fiscal real sería mucho menor.
- Con la deducción del 150 %, el Estado asumiría el 52,5 % del beneficio, pero el impacto neto final sería de 18,37 %.
- En el caso del descuento tributario, el Estado asumiría un 60 % al inicio, pero el efecto neto bajaría a 25,87 %.
Los resultados del estudio de Fedesarrollo respaldan el Proyecto de Ley 469 de 2024, que propone incentivos tributarios para las empresas que adopten subsidios de alimentación laboral. La iniciativa busca mejorar el bienestar de los trabajadores formales y, al mismo tiempo, generar impactos positivos sobre la economía y las finanzas públicas.
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