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En una montaña rusa de 24 horas el negocio más grande del año fue resucitado del borde del olvido en conversaciones definitivas facilitadas por Tony Blair, el exprimer ministro del Reino Unido, tan sólo para volver a generar nuevas dudas en torno a la propuesta de Glencore de que su presidente Ivan Glasenberg tomara las riendas. Luego de negociaciones de 11 horas con Qatar Holding, el fondo de riqueza soberana que se había estado oponiendo al acuerdo inicial, Glencore le presentó a la minera una nueva oferta mejorada de 3,05 de sus acciones por cada una de Xstrata, mientras que la oferta anterior había sido de 2,8 acciones.
Sin embargo, la nueva oferta presentada a la junta directiva de Xstrata, tan sólo minutos antes del crucial voto de accionistas en la aldea suiza de Zug, fue recibida con frialdad por parte de la minera listada en Londres. Mientras que los cataríes recibieron con buenos ojos el precio más alto, por el que llevaban mucho tiempo abogando, las personas familiarizadas con sus opiniones cuestionaron que fueran a aprobar el cambio radical en la estructura administrativa.
Las dificultades de la fusión llegan al tiempo que la industria minera mundial lucha con la débil demanda y la caída de los precios a causa de la desaceleración económica en China. Las acciones de las empresas mineras han caído a niveles nunca antes vistos desde el fin de la crisis financiera.