Hay futuro en el campo

Juan Felipe Arbeláez es uno de los fundadores de Vive Agro, una empresa que está cambiando la forma de llevar los alimentos a la mesa. ¿Cómo?

Edwin Bohórquez Aya
06 de junio de 2018 - 03:00 a. m.
 Juan Arbeláez dice que están creando un puente entre la demanda de la ciudad y el campo.  / Cristian Garavito
Juan Arbeláez dice que están creando un puente entre la demanda de la ciudad y el campo. / Cristian Garavito
Foto: Cristian Garavito/ El espectador

¿Quién es Juan Felipe Arbeláez?

Padre, emprendedor, hermano, hijo y sobre todo un colombiano comprometido con el país. Soy politólogo y administrador y tengo 37 años.

¿Qué es Vive Agro?

Un emprendimiento que se convirtió en empresa y se dedica al mejoramiento de las condiciones del campo en Colombia a través de compras a pequeños y medianos agricultores del país. Ese producto lo llevamos a una planta de alta tecnología que lo transforma, lo lava, lo desinfecta, lo corta y lo empaca del tamaño específico para el requerimiento de nuestros clientes a nivel nacional.

¿Cómo es ese proceso de trazabilidad desde el cultivo hasta la mesa?

Una de las principales preocupaciones cuando mi hermano Pablo y yo fundamos Vive Agro, fue el hecho de que en ningún lugar donde consumimos vegetales sabemos de dónde proviene el producto, eso no ocurre en las sociedades más modernas. Parte de nuestro objetivo era identificar de dónde venía el producto, a eso se le pone un lote de trazabilidad, entra a la planta y entonces aseguramos que el producto que se consume sí se sabe de dónde viene y cómo se trató, de qué finca vino y por qué línea de producción.

En Colombia existen afluentes como el río Bogotá, del cual se abastecen muchos de los agricultores de la Sabana y esas son aguas de muy mala calidad. Nosotros lo que buscamos es que todo lo que se procesa en nuestra planta venga de orígenes limpios, con aguas de pozos profundo, con aguas certificadas para que el consumidor tenga un producto limpio, inocuo y con toda la trazabilidad para que nuestros clientes tengan la tranquilidad de darles un buen producto a sus comensales.

Se dice que Colombia podría ser la despensa mundial de alimentos. ¿Con ideas como la de Vive Agro podríamos ser la más exclusiva despensa del mundo?

Creo que Colombia sí tiene un enorme potencial y estamos rezagados frente a nuestros vecinos de Latinoamérica. Hemos sido líderes en café, banano y flores, pero en los productos que maneja Vive Agro, que son hortalizas y frutas, todavía estamos rezagados en términos de productividad y tecnología. Si a Colombia se le viene un mar de posibilidades como el que efectivamente existe en el mundo en tecnología y buenas prácticas, creemos que tiene todo el potencial para convertirse en uno de los principales productores de frutas y hortalizas en el mundo.

¿Menos vacas y más plantas en Colombia?

Sí, las plantas son el futuro. A través de las plantas se están reemplazando las proteínas del mundo, de igual manera las plantas requieren mucho consumo de agua, pero es más racional y se puede ir mejorando en cuanto la tecnología mejore.

¿Cómo cambiamos la ecuación de más campesinos empresarios, a gran escala, y menos campesinos que laboran para cubrir sus necesidades básicas?

Yo creo que con acceso al mercado. Hemos visto en estos ocho años de hacer empresa en el mercado una barrera en los productores y es el acceso al mercado. Hoy trabajan a merced de lo que les diga el vecino, sin conocer qué es lo que realmente se consume en el mercado. Vive Agro lo que procura hacer es unir el consumo en la ciudad, qué lechuga nos gusta, y lo que el agricultor necesita sembrar. Estamos creando un puente entre la demanda de la ciudad y lo que se puede producir en el campo. Les enseñamos y les decimos a los agricultores qué se está consumiendo para que no se produzca más de lo que se necesita. Hoy hay una barrera muy grande entre la ciudad y el campo.

Fueron, junto a su hermano, seleccionados como emprendedores Endeavor en el 2015. ¿Eso qué significa?

Que somos parte de un club donde está un grupo de emprendedores a nivel global que generan cambios en la sociedad, buscando ser empresas de alto impacto en creación de empleo, innovación y cambio de lo que se viene haciendo en los países con historias como la nuestra, que buscan cambiar la sociedad pensando en innovación a diario para mejorar lo que recibimos.

Ustedes han generado empleo en más de 180 familias rurales. ¿A cuántas buscan cambiarle su forma de producir en los próximos años?

Eso está muy ligado al crecimiento de la compañía y si se mira hacia atrás estamos hablando de que hoy impactamos a unas 1.000 personas en el campo que producen productos para nosotros y en los próximos cinco años hablamos de triplicar esa cifra.

¿Cuál, para usted, debería ser la reforma agraria que necesita Colombia?

La reforma agraria es la economía de libre mercado, creo que eso no se puede parar. Vive Agro pudo juntar el campo con la ciudad y eso está basado en la economía de libre mercado y que pide ciertos productos. La reforma se trata de eso, de llevar esos motores de crecimiento que ha habido en las ciudades en términos de crecimiento, tecnología, sistemas, y poder trasladarlos directamente al campo, que es donde yo creo que existe una distancia enorme. De esa manera, si el Gobierno y el país se enfocan en trasladar todos esos beneficios de acceder a motores de emprendimiento pero en el campo, es una manera real de mejorar condiciones allí. Hay una brecha enorme que el país no ha logrado cerrar y con emprendimientos como el nuestro se viene cerrando. Somos un grano de arena para que emprendedores se le midan a meterse al campo y le pierdan el miedo a ello.

Colombia, por el conflicto armado, ha relegado al campo, pero hay un potencial enorme: ser la despensa mundial de hortalizas y frutales. Por eso el gobernante que llegue debe darle herramientas al campo para mejorar lo que hay. Tenemos una tierra fértil que pocos países en el mundo tienen y si organizamos bien ese grupo de personas que trabajan el campo y se lleva el conocimiento que hay en las ciudades y viene de otros países, creo que ese puede ser un orden lógico para el campo de Colombia.

Cada vez más gente migra del campo a la ciudad. Esa es una tendencia mundial. ¿Cuál es el compromiso de líderes como usted para cambiar esa realidad?

Mostrarles que también hay futuro en el campo. Que hay maneras de ser rentables en el campo. Que la ciudad no es la respuesta a todo. Que necesitamos que vuelvan al campo porque la gente tiene que seguir comiendo, porque la población sigue creciendo. Y si eso no sucede, vamos a tener un problema grave de alimentación en las ciudades. Por eso, la necesidad de llevar tecnología, productividad, mejores recursos al campo. Lograremos que en menos espacio se pueda cultivar más comida. La tierra es cada vez más costosa, pero lo que queremos es que lo que tiene el campesino sea más productivo, vía inyección de conocimiento y capital.

¿Su modelo es escalable para llevarlo a otros países con vocación agrícola?

Totalmente. Nosotros no nos estamos inventando nada, estamos replicando un modelo que lleva años, pero lo aterrizamos a las necesidades colombianas. En nuestra planta tenemos unas máquinas para el volumen de consumos colombianos, para el tipo de consumo, y el resultado es que tenemos una compañía de más de 200 empleados, que compra cinco millones de kilos al año y que sabemos que puede ser replicable en economías similares a la colombiana. Estamos pensando en exportación y creemos que este tipo de productos saludables, con historia, hacen todo el sentido de alimentación adecuada para las personas.

¿Los colombianos sí pagamos más por productos con historia?

Las nuevas generaciones sí lo estamos entendiendo y cada vez más pensamos en lo que nos estamos comiendo, sí somos más conscientes de lo que nos estamos comiendo y queremos saber de dónde viene, quién lo cultivó, sus prácticas y cómo llegó a nuestra mesa. Eso es cada vez más importante. Estamos en el lugar adecuado y los consumidores van a demandar más información.

¿Cómo un politólogo termina trabajando en agro?

Esa es una buena historia. Empecé mi vida profesional en el Parlamento Europeo, en Francia, en Estrasburgo, luego viajé por el mundo siendo periodista como ustedes en The Guardian. Ahí tuve mucho contacto con empresarios en el sector agrícola en Brasil. Y me picó el emprendimiento. Mi hermano, que también fundó Vive Agro, trabajaba en el Ministerio de Agricultura y nos juntamos a mi regreso para montar la empresa.

Por Edwin Bohórquez Aya

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