Publicidad

“Hay una explosión de la informalidad”

La economía colombiana tiene hoy restricciones que limitan su crecimiento y reducen las posibilidades para crear empleo de calidad.

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Luis Fernando Gutiérrez
21 de junio de 2009 - 09:00 p. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Ser propositivo es lo deseable para un centro de pensamiento. En el caso de Fedesarrollo, su director ejecutivo, Roberto Steiner, ha encontrado resistencias y descalificaciones, más de forma que de fondo, cuando ha propuesto alternativas al mercado laboral. Colombia es un país donde el 60% de su fuerza laboral vive en la informalidad.

Steiner comenta el panorama actual de la economía del país y se refiere a las reformas que se deben hacer en la Colombia poscrisis.

Se comienza a hablar de recuperación, ¿qué tan cierta y sostenible es y cómo se ven las cosas para Colombia?

Nosotros no estamos siendo optimistas, somos menos pesimistas que la mayoría. El crecimiento este año será ligeramente superior a cero, optimista frente a quienes dicen que puede caer 2% y teniendo en cuenta que hay países que se están contrayendo 5 o 10%. Pero un crecimiento de cero es pésimo.

¿En qué sustenta el relativo optimismo?

Nuestras encuestas de opinión sugieren que ya se tocó fondo. Pueden estar equivocadas y que el fondo esté más abajo. Pero veíamos una reducción acentuada en la confianza de industriales, comerciantes y consumidores. En los últimos meses se ha nivelado y en algunos casos recuperado. Pero no ha empezado la tendencia creciente. Pareciera también que en EE.UU. hay indicios de que lo peor haya pasado.

¿A Colombia le costará más recuperarse de la crisis?

No somos tan optimistas para el año entrante, vemos un crecimiento por debajo del 2%, inferior a lo que lo ven el Gobierno y otros analistas. La economía norteamericana crecerá muy poco. Mire, me parece más productivo pensar en el mediano plazo, al tiempo que las proyecciones de corto plazo son inciertas y las de mediano plazo son preocupantes. Cuando las cosas se normalicen, la economía colombiana crecerá entre 3 y 4%. Ese me parece que es el tema de fondo.

¿Por qué?

Creo que mucha gente, incluidos nosotros, estábamos equivocados cuando hace tres años creíamos que aquí habían ocurrido milagros que aumentaron el crecimiento potencial de la economía colombiana al 5 o 6%. Va más allá de la macro, las tasas de interés, la tasa de cambio, de si el Gobierno puede o no hacer política contracíclica. Refleja las restricciones estructurales que tiene el país para crecer.

¿Cuáles?

Hay un faltante grande en infraestructura, lentamente se está trabajando en eso. Colombia se está perdiendo la oportunidad de beneficiarse del crecimiento de India y China, porque no comerciamos con ellos, aunque se están haciendo esfuerzos. El determinante más importante del crecimiento es la educación, pero también lleva mucho tiempo ver los réditos. Esos son los verdaderos desafíos.

Entonces, ¿cuál es la gran lección?

Los crecimientos espectaculares de 2006 y 2007 no reflejaban cambios estructurales. Era producto de los vientos de cola que venían de afuera. No es momento de hacer señalamientos, sino de comprometernos para que el país pueda lograr tasas de crecimiento sostenidas más altas. El tema de fondo es cómo estaremos cuando esto termine. Y no creo que muy bien. Me parece que leímos mal el efecto tan grande que tuvo el ciclo positivo externo sobre la economía colombiana, nos emocionamos, creíamos que habíamos hecho la tarea mejor de lo que en realidad la habíamos hecho. Por ello, hay que seguir reformándose. Las hacemos, pero nunca bien ni completas. La gente detesta que le hablen de reformas, pero hay que hacerlas.

Fedesarrollo ha propuesto algunas que pueden ser incomprendidas o mal interpretadas.

Nos preocupan los problemas de muchos colombianos. Son fáciles de estigmatizar, hay quienes dicen que son para meterles la mano al bolsillo de los trabajadores y darles plata a los capitalistas, lo cual no tiene ningún sentido. Todo lo contrario, son para solucionar problemas estructurales y mejorar el bienestar de todos. Hemos aguantado mucho palo y cosas desagradables.

Han sido enfáticos en el tema de la informalidad.

Cómo no nos va a preocupar que Colombia haya pasado de una tasa de informalidad del 60% de su fuerza de trabajo en 1999, en la peor recesión de su historia a 58% en 2007, cuando se presentó el mayor crecimiento en décadas. Eso es insólito. Hay quienes quieren ser informales, porque no les gusta tener un jefe o quieren ser cuenta propia. Pero la mayoría  (más de cinco millones) son personas que viven muy mal, que ganan menos de un salario mínimo. Mire, este país se merece algo mejor. A lo que van nuestras propuestas es a resolver el principal reto de esta economía. Volver a generar empleo formal.


¿Puede derivar en problemas sociales?

Allí está la paradoja, no es una bomba de tiempo social, porque aquí la informalidad se convirtió en un estado a través del cual se reciben unas gabelas del Estado. Por ello, cuando hacemos las propuestas nos critican los representantes de los trabajadores formales, que es lógico. Pero no nos apoyan los que están en la informalidad, lo cual querría decir que de golpe en la informalidad no les está yendo tan mal. Entonces el problema es todavía más grave. Tampoco nos apoyan los empresarios en temas como bajar parafiscales, es políticamente complejo y prefieren no meterse. Pero buscan gabelas tributarias para compensar las enormes cargas. El círculo cierra de manera perversa. Me parece que nuestras propuestas deberían tener el firme apoyo de los empresarios, de los informales y de los trabajadores formales que ganan muy cerca del salario mínimo y que están en enorme riesgo de volverse informales.

Pero en el Gobierno parece haber oídos sordos

Depende de quién hable. El Presidente dijo que no hay espacio político para buscar fuentes diferentes de financiación a entidades como el Sena o el Bienestar Familiar, distintas del cargo a la nómina. Está en el sentido de lo que dijimos, nunca planteamos que esas instituciones desaparezcan. Me preocupa que otra gente en el Gobierno sí las desacredite, cuando dicen que alternativas como desmontar los parafiscales no tiene sentido porque no se logra nada. Queremos generar unos debates que el país necesita.

Una de estas propuestas es aumentar la edad de jubilación

Por ejemplo, la revista The Economist lo propuso hace unos días como alternativa a los problemas fiscales del mundo. Lo dijo Fedesarrollo y se nos  vino el mundo encima. Es lógico, la gente vive más y financiar sus pensiones se vuelve más costoso.

¿Cuál es el problema fiscal en el caso de Colombia?

En el régimen de prima media hay un problema cebero. Se pueden aumentar las tasas de contribución, que llevaría a más informalidad, reducir los beneficios, controversial, o aumentar la edad; o no hacer nada. Pero habrá que cobrar impuestos para tapar el hueco pensional.

La situación fiscal del país preocupa, un déficit era previsible, pero sorprende la dimensión del hueco

Como dice el dicho, cuando baja la marea se ve quién tenía vestido de baño y quién no. La verdad es que Colombia tuvo mejoría en sus cifras fiscales por el ciclo económico, llamase precios del petróleo, crecimiento del recaudo tributario. Y ahora que la economía no crece o se contrae, aparecen los problemas que no estaban resueltos. Reconozco que el Gobierno ha hecho cosas importantes en lo fiscal, reformas a las transferencias, pesificación de la deuda, ajustes en el esquema pensional, se acabó con los regímenes especiales, reformas tributarias, pero no ha sido suficiente.

¿Se viene otra reforma tributaria?

Lo creo, ojalá de tipo estructural.

¿Qué es una reforma estructural?

Una que busque no sólo aumentar el recaudo, sino cambiar la manera en que se captura ese recaudo, para tener un sistema tributario que sea más eficaz y fácil de administrar. Se evitan la evasión y la elusión. También se quiere que no distorsionen las decisiones económicas, por ejemplo, que no castigue la inversión. Uno bueno debería tener bases amplias y tasas bajas. El problema es que cuando uno propone eso se le vienen encima diciendo que le está quitando la progresividad. Obviamente el sistema tributario es progresivo si la tarifa de renta es alta y la pagan pocos que tienen mucho. A diferencia de una tarifa menos alta, con una base amplia.

Pero en Colombia los paganinis terminan siendo los pequeños empresarios y la clase media.

El tema más complejo es con el IVA. Este Gobierno hizo una reforma tributaria, aprobada en el Congreso que ponía una base de IVA de 2% para toda la canasta familiar, lo tumbó la Corte Constitucional. Estoy de acuerdo con lo que motivó la decisión, el cobro de IVA a la canasta familiar a los más pobres. Pero por eso no se le cobra a la de nadie. Hay que buscar un mecanismo para que todo el mundo pague, pero que a los más pobres se les pueda devolver. Eso está inventado, así funciona en Chile. Ese es el tipo de cosas que a uno le gustaría ver en una reforma tributaria estructural.

En Colombia hay como ocho tarifas de IVA
En muchos países del mundo solo hay una, en otros dos, una general y otra muy alta para bienes suntuarios, entiendo que en Argentina hay tres y en Colombia ocho. Somos campeones mundiales en esto. Eso es ridículo es propicio para que la administración sea compleja, para que haya evasión y elusión. A uno le gustaría tener una o dos tarifas de IVA aplicadas a bases más amplias, con mecanismos de devolución a quienes se quiera proteger en aras de la equidad.

Relacionado con el problema del déficit fiscal está el tema de la financiación de la salud.


Hay cosas para sentirnos orgullosos. Tenemos una cobertura superior al 90%. Es entendible la decisión de la Corte Constitucional de que el paquete de salud sea el mismo para todos, respetando el principio de equidad, pero implica un costo fiscal enorme. Cuando se hizo la Ley 100 del 1993, Juan Luis Londoño decía que cuando se alcanzara la cobertura total, el 80% de la gente estaría en el régimen contributivo y el 20% en el subsidiado. Hoy las cifras apuntan a que el 40% de la gente va a estar en el régimen contributivo y el 60% en el subsidiado. Es un costo enorme que tanta gente esté en el subsidiado. Eso refleja, de nuevo, problemas en el mercado laboral. Todo termina en lo mismo. Hay poca gente en el sector formal, aportando en el contributivo, el país se llenó de informales con incentivos perversos. Las cargas parafiscales y la inflexibilidad salarial y cargos a la nómina hacen muy difícil mantener el empleo formal, se expulsa a la gente, sobre todo a los de más bajos ingresos. Pero la informalidad los protege porque les subsidia la salud. Es un sistema perverso.

¿Qué hacer?

Una reforma en lo laboral, que formalice a la gente. Y que la mayoría de las personas estén en el régimen contributivo. ¿Quién paga todo eso? Si seguimos cargándole la mano al sector formal lo vamos a hacer más chiquito mandando más gente a la informalidad. Y como este país tiene un alto espíritu de solidaridad, a la informalidad se le seguirán dando cosas y ¿quién las paga? La informalidad se convierte en un círculo vicioso.

¿Qué alternativas hay?

Profundas reformas en el mercado laboral. El objetivo número uno de este país debería ser formalizar la fuerza de trabajo, ese debe ser el propósito. Me gustaría ver de los candidatos en la próxima campaña, metas de formalización de la fuerza de trabajo, creación de puestos de trabajo formales. Para eso toca reformar algunas prácticas y normas del mercado laboral y del régimen subsidiado de salud. Expulsa a la gente a la informalidad, pero les dan incentivos para quedarse allí. Es una bomba de tiempo.

Hay candidatos, pero pocas propuestas económicas

Hay algunas, pero el tema de la reelección o no del presidente domina la discusión, lo cual resulta infortunado. Esperamos que vengan propuestas, el tema fiscal es importante, pero para nosotros lo más importante es qué vamos a hacer para desactivar esa bomba de tiempo en que se convirtió el crecimiento de la informalidad en la economía. Como es posible que este país tenga el 60% de su fuerza laboral trabajando en la informalidad, cifras del DANE.

Esto, si no se reforma, va a terminar muy mal. Tenemos compromisos con la salud y la educación de los colombianos que hay que financiarlos, y en una economía donde crece la informalidad, es más difícil de financiar. Aquí el tema no es decir que esta gente le quiere meter la mano a los trabajadores para darles dinero a los capitalistas. Se trata de trabajadores formales e informales. Que el 60% de la fuerza laboral en Colombia sea informal es una vergüenza y una bomba de tiempo fiscal.

¿Y social?

Allí está la paradoja, no es una bomba de tiempo social, porque aquí la informalidad se convirtió en un estado a través del cual se reciben unas gabelas del Estado. Por ello cuando hacemos las propuestas nos critican los representantes de los trabajadores formales, que es lógico, pero no nos apoyan los que están en la informalidad, lo cual querría decir que de golpe en la informalidad no les va tan mal. Lo cual quiere decir que el problema es todavía más grave.

Tampoco nos apoyan los empresarios, cuando decimos que deberían bajar las cargas parafiscales, porque entienden que es un tema políticamente muy complejo, prefieren no meterse y en lugar de eso buscan gabelas tributarias por otro lado para compensar las enormes cargas parafiscales. El círculo cierra de una forma que creo es muy perversa. Me parece que nuestras últimas propuestas deberían tener el firme apoyo de los empresarios, de los informales y de los trabajadores formales que ganan muy cerca del salario mínimo y que están en enorme riesgo de volverse informales.

Por Luis Fernando Gutiérrez

Conoce más

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.