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Con aplausos de una parte y silencio de otra reaccionó el auditorio al mensaje en video que Pablo Catatumbo envió desde La Habana al foro que realizó ayer la Universidad de La Salle. El objetivo del evento era discutir el informe y las recomendaciones que el grupo de expertos de la Misión para la Transformación del Campo entregó al presidente Juan Manuel Santos en diciembre pasado.
La Misión, de la que hacían parte dirigentes gremiales, académicos y exministros, como Rafael Mejía, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia; Juan Camilo Restrepo, exministro de Agricultura, y Absalón Machado, experto en temas agrarios, subrayó en su documento la necesidad de dotar al campo con bienes y servicios públicos para empezar a sacarlo del abandono histórico en el que está.
En su saludo, Catatumbo estuvo de acuerdo con la premisa de la Misión según la cual la ruralidad del país está sumida en rezagos. El vocero de las Farc aprovechó para defender las zonas de reserva campesina y el fondo de tierras para el posconflicto, que en días pasados fueron objeto de crítica por parte de José Félix Lafaurie, presidente de Fedegán, quien también estaba invitado al evento en La Salle, pero no asistió.
El foro fue escenario para discutir dos de las grandes apuestas en las que trabaja el Gobierno. Una son las zonas de interés de desarrollo rural económico y social (zidres), creadas bajo la Ley 1776 de 2016, que está demandada ante la Corte Constitucional. La otra, anunciada el día de la sanción de dicha ley, son los condominios rurales.
Sobre las primeras, Catatumbo afirmó que son la muestra de la insistencia de los gobiernos en victimizar a los campesinos y prolongar la inequidad. En contraste, otro de los invitados, Jaime Liévano, presidente de Aliar S.A., conocida por su marca La Fazenda, reconoció en las zidres uno de los instrumentos para el desarrollo rural más importantes que se han expedido en el país.
Liévano también se refirió al proyecto de un condominio rural que se pretende constituir en más de 40.000 hectáreas que estuvieron por años controladas por el zar de las esmeraldas, Víctor Carranza. Sería, según él, “una gran victoria”, que consiste en “una propiedad colectiva en la que calculamos que pueden llegar a vivir mil familias en una primera fase, y terminar con 4.000”.
Sobre esa zona, sin embargo, existen reclamaciones de por lo menos 140 familias que aseguran habitar esas tierras desde mediados del siglo pasado. Al respecto, la Corte Suprema de Justicia se ha pronunciado amparando el derecho a la vida digna de los afectados.
Mario Bonilla, codirector de Agrosolidaria, una organización que promueve la agricultura familiar, dijo sobre las zidres que “tienen un riesgo de continuar la tradición de concentración y hasta extranjerización de la tierra”. Según él, esperan que se cumpla la promesa de que la pequeña producción tiene cabida en esas zonas, porque, de hecho, su organización ya trabaja en una propuesta. Sobre los condominios aseguró que nunca había escuchado hablar al respecto.
El superintendente de Notariado y Registro, Jorge Enrique Vélez, explicó que, en cuanto a las zidres y los condominios, el Gobierno está redactando dos decretos diferentes. Mientras que la reglamentación de estos últimos sería una norma general (para que en cualquier parte del país pueda haber una propiedad colectiva de ese estilo), las zidres sólo se pueden constituir en zonas apartadas y pobres, entre otras características.
Vélez agregó que sobre una zidres perfectamente podría existir uno de esos condominios rurales, en los que los campesinos son dueños de una participación, mas no de la tierra. Los proyectos productivos y de convivencia se están estructurando de la mano de la Universidad de La Salle.
Sobre tantas visiones que convergieron alrededor de la Misión Rural, su director, el exministro de Agricultura José Antonio Ocampo, aseguró que ese estudio precisamente “fue un proceso de convergencia de opiniones, pero lo más importante es que se ejecute”.
Los participantes, aunque en orillas diferentes, estuvieron de acuerdo en que la tierra y la forma en la que se trabaja sobre ella, como por ejemplo cooperación o asociatividad, son fundamentales para el desarrollo rural. Rafael Mejía, de la SAC, aseguró que la dramática radiografía que muestra el censo agropecuario, a la que hizo referencia Pablo Catatumbo, “fue causada en parte por el olvido del Gobierno, pero también por ellos mismos”, es decir, los grupos armados.