La clave pensional a los ojos de expertos internacionales

Colombia necesita una reforma al sistema de pensiones que sea simple, refleje la dinámica del mercado laboral, flexibilice la forma como se hacen los aportes y, más importante aún, beneficie a más personas.

Paula Delgado Gómez / @PaulaDelG.
01 de octubre de 2018 - 02:00 a. m.
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En Latinoamérica, uno de los grandes desafíos en materia pensional es aumentar la cobertura, que hoy es de alrededor de 45 %, con niveles de informalidad que en promedio superan el 50 %. Esto ha impedido que se implementen con éxito modelos que han funcionado (y que de hecho surgieron) en países europeos, por ejemplo. Y tiene contra las cuerdas a los gobiernos de toda la región que diseñan políticas para sacar de la pobreza a miles de adultos mayores.

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Este fue uno de los temas discutidos en el marco de la sexta edición del Global Pensions Programme 2018, de la London School of Economics, el Banco Santander y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que por primera vez se llevó a cabo en Bogotá a principios de septiembre y cuyo objetivo es revisar los últimos desarrollos en materia de pensiones en el mundo como modelos de referencia.

Manuel de la Cruz, presidente ejecutivo del Banco Santander Colombia, dijo que al traer al país esta discusión de alto nivel esperan aportar en la construcción de una reforma pensional a través de permitirle a la industria reunirse con expertos internacionales y compartir ideas. “Este es un problema de muchos países, no solo de Colombia, pero especialmente acá hay unos retos públicos y privados muy importantes que están cobrando especial relevancia en esta discusión”, aseguró.

Una de las principales conclusiones a las que se llegó fue la necesidad de tener sistemas que correspondan con la realidad que vivimos. Nicholas Barr, catedrático en economía pública de la London School of Economics, planteó la necesidad de que las pensiones sean tan flexibles como el mercado laboral: “Que así como uno tiene relaciones de trabajo atípicas, a medio tiempo, por períodos breves o como independiente, pueda decidir cuando llegue a la edad de pensión si retira todo el ahorro, una parte o sigue cotizando”.

Édgar Robles, consultor asociado en Novaster, explicó que las pensiones tienen todo que ver con el mercado laboral, con las capacidades que crea el sistema para que las personas puedan generar emprendimientos, como las microempresas (principal fuente de crecimiento de las economías) e incluso con la forma en la que se generan los negocios. Por eso cree que el punto de partida es solucionar el problema de la precariedad de los trabajos creando más y mejores ofertas laborales, de lo contrario “¿cómo pedir a la gente que ahorre?”.

Para Robles, “si no se hacen reformas, más gente va a tener que encontrar otras fuentes para financiar su vejez y, por lo general, esa fuente es el Gobierno, con lo que se cargan los presupuestos públicos”. Pero, además, las familias de las personas mayores tendrán que destinar recursos de los miembros jóvenes para atender los gastos de los mayores, “eso significa menos inversión y menos acceso a educación, vivienda y salud. Estas personas no podrán prosperar en la escala de ingresos, así perpetuamos el círculo de pobreza, alguien que nace pobre seguirá siendo pobre”, aseguró el asesor.

Por su parte, Barr sugirió una transición, “porque, incluso en los países más ricos, las contribuciones básicas no están funcionando tan bien como antes”, dijo el economista, haciendo referencia a la necesidad de que las contribuciones se puedan hacer independientemente de si se está o no en el sector formal.

También advirtió que se debe incrementar la productividad para prever que una fuerza laboral más reducida (en la medida en que nacen menos niños que al crecer aportan a la economía) pueda sostener los costos de las pensiones. “Si no se puede aumentar la base laboral, hay que aumentar la productividad a través de inversión en infraestructura, educación y capital humano”, dijo. Esto, a su vez, trae como consecuencia el incremento de los salarios y, por ende, del ahorro.

De hecho, Barr citó al economista del BID Santiago Levy, quien planteó la posibilidad de que los aportes a pensión no estuvieran relacionados a fuentes vinculadas con el empleo, es decir, en nuestro caso, a una cotización a seguridad social como asalariado, sino a otras fuentes, como impuestos al consumo. Eso iría de la mano con otra política para generar incentivos de ahorro: que las contribuciones no se hagan con base en el ingreso sino en el gasto.

Uno de los pioneros de este modelo es Jorge López, socio fundador de Vitalis. Su programa de ahorro voluntario “Millas para el retiro” apunta a un círculo virtuoso que aproveche el crecimiento económico de los países emergentes para impulsar las pensiones privadas.

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En él, la persona inscribe en un sistema su medio de pago más frecuente y define un porcentaje del total de la compra que se irá a un fondo de ahorro automáticamente; ese ahorro se puede trasladar al fondo de pensiones del trabajador para mejorar su reserva. La propuesta también incluye un componente de mercadotecnia tipo programa de lealtad, en el que las grandes empresas dan alguna clase de beneficio extra por cada peso que se gaste en sus marcas.

“Esta idea nos surge porque es bien sabido que las pensiones no fondeadas podrían financiarse por impuestos al consumo, pero ningún país lo quiere hacer porque hay un costo político enorme”, manifestó López. Para valerse del potencial de países que han incrementado su PIB, su ingreso per cápita y su clase media, la iniciativa enlaza el ahorro con las ganas de comprar y comprar.

El proyecto se gestó durante ocho años y hace apenas unos meses se implementó en México, a través de una aplicación móvil que ya tiene más de 6.000 descargas. Además, la empresa está en conversaciones con otros países, como Colombia, para revisar la posibilidad de replicarlo, pues la tecnología es compatible con los sistemas de 60 estados.

“A la gente le fascina gastar y no tiene problema con cambiar sus hábitos de consumo, pero ahorrar es imposible; esta opción les da acceso a ahorro voluntario de manera inmediata”, concluye López.

¿Qué opciones darle al trabajador?

Los sistemas pensionales mejoran por sí solos cuando la gente es consciente de la importancia del ahorro para la vejez desde una edad temprana. Sin embargo, en todo el mundo la tendencia es que la gente lo deje para el último momento, lo que le impide generar un ahorro robusto.

Ante este panorama, todos los expertos coinciden en que cualquier política que se adopte debe tener un componente de obligatoriedad complementado con incentivos para que las personas encuentren beneficios en pertenecer al sistema. “Hemos venido promoviendo un movimiento en los últimos años para tratar de que se incorpore la economía del comportamiento, estableciendo sistemas para que las personas se involucren dentro del sistema sin tener que tomar grandes decisiones”, contó Édgar Robles, consultor de Novaster.

El economista Nicholas Barr es partidario de que las personas que poseen menos conocimiento técnico puedan acceder a planes más simples de ahorro. “Hace falta un modelo estándar donde la gente tenga un pequeño número de opciones. Hay una preocupación mundial porque los fondos privados parecen estar basados en un modelo erróneo que es muy inteligente, pero también complicado y no funciona en áreas donde la gente no lo puede entender”.

Una posición similar tiene el cofundador y presidente de Novaster, Diego Valero, para quien cualquier reforma pensional en Colombia debe obligar a la gente a preocuparse por su futuro una vez llegue a la tercera edad, pero a través de un sistema simplificado. Y ello se puede lograr por dos vías: la normativa y de vigilancia, y la ejecución de ideas costo-efectivas.

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“La economía del comportamiento nos ha mostrado algunas vías que nos permiten ayudar en el tránsito hacia la formalización. No bastan para solventar el tema, pero pueden ayudar en gran medida y lo están haciendo”, manifestó Valero.

Por Paula Delgado Gómez / @PaulaDelG.

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