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La que ha sido una de las controversias más sonadas del año estaría próxima a escribir un nuevo episodio. La denominada Frisby española anunció, recientemente, que este año abrirá sus primeros dos restaurantes en Madrid y Barcelona.
Por medio de un video publicado en redes sociales, el portavoz de la marca, Charles Dupont (quien en sus redes sociales se autodenomina como “el villano favorito, públicamente odiado, estratégicamente correcto), explicó que en este momento se avanza en una ronda de inversión con la que buscan recaudar un millón de euros. Si resulta exitosa, cuando cierre en agosto, la empresa en España inaugurará sus primeros dos restaurantes, así como diez cocinas ocultas (establecimientos que no atienden al público sino que sólo despachan domicilios) en las principales ciudades del país europeo.
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Dupont también señaló que, en esta primera fase operativa, también contratarán 90 empleados: 25 en Barcelona, 25 en Madrid y cuatro para cada una de las 10 cocinas ocultas.
Considera que su idea de negocio prosperará, basándose en la amplia discusión que se ha dado sobre este tema en redes sociales y medios de comunicación. Asegura que, en estos meses, se han llegado a registrar más de 1.000 millones de interacciones. “Pensamos que ahora debemos salir de esta controversia para pasar a la fase operativa”, menciona.
¿En qué va la disputa legal?
La Frisby española se aprovechó de una oportunidad que le dio el registro marcario en la Unión Europea para registrar la marca. Legalmente no encontró un impedimento para esto, pues la norma indica que el derecho al uso de la misma le pertenece a quien la registra (la Frisby colombiana no tenía un registro vigente).
A partir de esta oportunidad, se empezó con una estrategia de comunicación en redes sociales en donde se anuncia la llegada de los restaurantes, usando, en principio, el logo de la marca colombiana, su mascota y colores corporativos. En palabras simples, se calcó la identidad marcaria y Frisby.
Según expertos en propiedad intelectual consultados por El Espectador, hay razones para que la Frisby colombiana presente una demanda por plagio, pues todos los procesos creativos de publicidad han sido apropiados por la empresa española.
También se podrían presentar argumentos para señalar que la otra Frisby se estaría aprovechando de la reputación de la compañía colombiana, en un mercado donde la presencia de colombianos ha venido en aumento (según Statista, son casi 900.000 para el cierre de 2024).
En su defensa, Dupont asegura que ha cambiado la identidad gráfica de la Frisby española: dejó de usar el color amarillo, cambió ligeramente la fotografía y dejará de usar la icónica mascota. Pero todo se sigue viendo muy similar.
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