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Fue hace poco más de un año, el primero de noviembre de 2010, que el Gobierno anunció un vuelco en su política fiscal para reavivar una industria que aún padecía los efectos de la crisis financiera de 2008. Entonces los aranceles de entrada para las materias primas y los bienes de capital (en síntesis, la maquinaria que hace posible producir productos) disminuyeron al 5% para ayudarle a las empresas que buscaban mejorar su competitividad en el exterior.
Una decisión ambiciosa que la semana pasada demostró el resultado esperado cuando el DANE reveló que las exportaciones colombianas pasaron de US$39.819 millones en 2010 a US$56.953 millones, para un crecimiento del 43% en ese período.
El impacto fue respaldado por la Asociación Nacional de Empresarios (Andi), según la cual la producción industrial creció 5,9% en todo 2011, lo que le permitió al país ubicarse en el quinto lugar a nivel mundial con mayores incrementos de producción en el año pasado (por detrás de China, Alemania, Turquía y Argentina).
Los resultado dejaron satisfecha a toda la cadena industrial del país, y sobre todo a uno de sus impulsores: Sergio Díaz-Granados, ministro de Comercio, Industria y Turismo, quien sacó adelante la medida entre las voces que pusieron en duda la efectividad de su aplicación.
“Desde el Gobierno vemos una recuperación importante de la industria, sobre todo en los últimos seis meses de 2011, que fue la fecha para cuando proyectamos estas medidas”, comenta, y luego agrega que el buen impulso debe mantenerse en 2012 salvo que, como en el pasado, la economía en los países desarrollados traiga malas noticias: “Cualquier falla en el crecimiento global transfiere unos costos grandes al país”.
La gran diferencia es que tanto los sectores económicos como el Estado aprendieron la lección. Prueba de ello son los más de 30 subsectores asociados a la construcción que aumentaron sus ventas externas en 2011, al igual que las manufacturas asociadas a plásticos, las confecciones, los automóviles y las autopartes.
Sin embargo, las medidas arancelarias son sólo el segundo componente de la política de internacionalización de mercados del ministerio, y se suman a la red de acuerdos comerciales y tratados de libre comercio que el país viene tejiendo desde la década pasada para ampliarle los mercados a la industria (nueve vigentes, dos a la espera de implementación y cuatro en proceso de negociación).
En 2012 entrará en escena el tercer componente: la nueva Unidad de Innovación y Desarrollo, a cargo de Bancoldex, que se encargará de adelantar la política de encadenamientos industriales en las principales regiones del país y otorgar nuevos créditos. “El año pasado entregó más de $4 billones en recursos, de los cuales el 50% tuvo como destino activos fijos. Esto demuestra que la industria está empleando ese dinero para comprar maquinaria y mejorar su productividad”, explicó el ministro.
Gracias a esta estrategia, la industria se convirtió en 2011 en el segundo generador de empleo en el país, con 220.000 nuevos puestos de trabajo. “Queremos que Bancoldex lleve estos resultados a las pequeñas y medianas empresas, para que puedan acceder a recursos reembolsables. Pero los gobernadores también jugarán un papel clave con la asignación de US$500 millones de regalías para innovación”, agregó.