La ola de crecimiento global revierte la crisis económica

Sin embargo, muchos economistas son escépticos de que los beneficios del crecimiento vayan más allá de la clase educada, rica y políticamente conectada que ha captado la mayor parte del botín en muchos países.

Peter S. Goodman / The New York Times
04 de febrero de 2018 - 04:39 p. m.
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Una década después de que el mundo descendiera a una devastadora crisis económica, finalmente se ha logrado el punto de inflexión para una reactivación. Las principales economías del planeta se están expandiendo, una ola de crecimiento sincrónico está creando empleos, haciendo que las fortunas crezcan y atemperando los temores de descontento popular.

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Ninguna narrativa estructurada puede explicar de manera integral cómo el mundo por fin escapapó de la recesión. Estados Unidos ha sido impulsado por el gasto gubernamental desatado durante la administración anterior, más un reciente recorte de impuestos de 1,5 billones de dólares. Europa finalmente ha sentido los efectos del dinero barato bombeado por su banco central. (También le puede interesar: Balance económico de 2017)

En términos generales, la mejora se debe menos a que se haya encontrado una nueva fuente de riqueza que al simple hecho de que muchas de las fuerzas destructivas que derribaron el crecimiento por fin han agotado su potencial.

La larga convalecencia ha producido una recuperación mundial que dista mucho de ser acelerada, y los riesgos geopolíticos amenazan con acabar con ella. Muchos economistas son escépticos de que los beneficios del crecimiento vayan más allá de la clase educada, rica y políticamente conectada que ha captado la mayor parte del botín en muchos países y ha dejado atrás a los trabajadores, cuyos salarios se han estancado a pesar de que las tasas de desempleo se han desplomado.

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Aun así, el hecho de que las zonas importantes del globo se estén expandiendo es una fuente de optimismo. No hay garantía de que esta fase expansiva traiga más equidad, pero si el crecimiento fuera a evolucionar, reforzando los salarios y aumentando la seguridad de las clases medias, el inicio sería algo similar al momento actual.

“Ahora el mundo depende menos de unas cuantas estrellas”, dijo Barret Kupelian, economista sénior de la oficina londinense de la compañía global de contabilidad y consultoría PwC. “Si algo malo sucede en una economía, el hecho de que el crecimiento global se haya extendido otorga seguridad de que esto es más sostenible”.

Estados Unidos, la economía más grande del mundo, está en su noveno año de crecimiento; el Fondo Monetario Internacional ha elevado sus expectativas de expansión a 2,7 por ciento para este año, cuando antes había pronosticado 2,3 por ciento, debido a los recortes de impuestos.

China ha disminuido los temores de una interrupción abrupta de su trayectoria de crecimiento, que ya lleva décadas. Europa, desestimada como anémica y vejada sin remedio por la disfunción política hasta hace muy poco, está emergiendo como uno de los líderes del crecimiento. Incluso Japón, también sinónimo de declive durante mucho tiempo, ahora se está expandiendo.

El aumento de los precios del petróleo ha dado aliento a los productores en Rusia y Medio Oriente, mientras que México ha superado hasta ahora los temores de que la retórica comercial del gobierno de Trump afecte negativamente a su economía. Brasil, que aún sufre los efectos de una verdadera depresión, da señales de que se está recuperando.

El resultado es una recuperación esperanzadora, aunque frágil, vulnerable a las inclinaciones cada vez más impredecibles de los líderes mundiales.

Las amenazas de aniquilación nuclear intercambiadas por el presidente Donald Trump y el líder norcoreano Kim Jong-un han sembrado temores. La salida pendiente del Reino Unido de la Unión Europea, conocida como “brexit”, tiene el potencial de suceder sin un acuerdo, lo que sometería a Europa a una gran incertidumbre sobre las reglas del comercio, especialmente en el terreno de las finanzas. Además, la confusión generada por las promesas intermitentes de Trump de terminar con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte mientras desencadena una guerra comercial con China alimenta el riesgo de descarrilar el crecimiento.

“Solíamos operar bajo la idea de que los mercados occidentales son políticamente estables y los mercados frontera, riesgosos", dijo Martin Scheepbouwer, director ejecutivo del Grupo OLX, que opera plataformas de publicidad en línea en 41 países. “Hoy en día, con el ‘brexit’ en Europa y la presidencia que hay en Estados Unidos, existe un nuevo nivel de inestabilidad que se cierne sobre la economía. Eso es algo que nos preocupa”.

Se espera que la economía mundial crezca un 3,9 por ciento este año y el próximo, según el FMI, frente a los 3,7 del año pasado y el 3,2 de 2016. Esto es positivo. Sin embargo, en los años anteriores a la crisis, el crecimiento global generalmente excedía el 4 por ciento.

La semana pasada el Foro Económico Mundial publicó una evaluación de los factores de riesgo con un sondeo de mil expertos, en la que el 93 por ciento de los encuestados observó una mayor amenaza de confrontaciones políticas o económicas. Alrededor del 79 por ciento mostró inquietud ante la probabilidad incrementada de un conflicto militar y el 73 por ciento observó un aumento en el riesgo de erosión de las reglas del comercio mundial.

El informe también advirtió sobre el aumento de la desigualdad económica, las crecientes amenazas a la ciberseguridad y la mayor incidencia de clima extremo potenciado por el cambio climático.

“Muchos de estos riesgos son cada vez más sistémicos”, dijo Margareta Drzeniek Hanouz, una economista del Foro Económico Mundial, y agregó que amenazan con traer “consecuencias catastróficas para la humanidad y para la economía”.

Las empresas globales se muestran cautelosamente optimistas de que los buenos tiempos puedan durar.

En Polonia y Brasil, los anuncios de empleo en línea están creciendo rápidamente, según OLX, una clara indicación de crecimiento. En toda Europa, la publicidad inmobiliaria de casas en venta ha aumentado a más del doble que la de propiedades de alquiler, otra señal de que la gente opera con más dinero. A medida que la recuperación se ha extendido, las fábricas en Europa del Este se han llenado de pedidos. Las plantas automotrices en la República Checa, Eslovaquia, Polonia y Rumania están enviando más automóviles hacia Alemania, Francia y Holanda.

DSM, una compañía multinacional holandesa que fabrica productos alimenticios, abrió en Ruanda, en mayo pasado, una fábrica de 60 millones de dólares que está comprando soya y maíz a cerca de 10.000 agricultores locales para producir papilla instantánea.

“Estamos invirtiendo fuertemente en Asia y también en África, porque el crecimiento de la población allí es más fuerte”, dijo el director ejecutivo de la compañía, Feike Sijbesma. “África, que siempre fue el continente olvidado, ya no lo es”.

El despertar de Europa, combinado con el crecimiento de Estados Unidos, ha mantenido a la industria china en frenética actividad para satisfacer la demanda de productos, desde autopartes hasta herramientas y ropa. Más producción fabril ha elevado los precios de las materias primas y aumentado los ingresos de los productores de cobre en Chile e Indonesia, de las minas de oro en Sudáfrica y de las operaciones de plata en Suecia.

La mayor preocupación proviene de Washington, donde el gobierno de Trump ha prometido frecuentemente castigar a México y China por sus desequilibrados balances comerciales con Estados Unidos, una medida que elevaría el costo de los componentes utilizados por las mismas fábricas estadounidenses. En una señal de que tales habladurías han ido más allá de la retórica, la semana pasada el gobierno de Trump impuso aranceles proteccionistas a las importaciones de lavadoras y paneles solares.

"Te metes en una guerra comercial, esa es la verdadera preocupación", dijo Ben May, un economista global del Oxford Economics de Londres. “Los impactos en el crecimiento global serían bastante severos”.

Por Peter S. Goodman / The New York Times

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