“La polarización política no ayuda a la economía”: Minhacienda

El funcionario habla de las sugerencias para una reforma pensional, así como de la rebaja en la calificación a Colombia que emitió Standard & Poor’s. Dice que hay razones en la economía para albergar optimismo en este año.

Jorge Saenz V. jsaenz@elespectador.com
07 de enero de 2018 - 03:06 p. m.
Mauricio Cárdenas, ministro de Hacienda. / Cristian Garavito - El Espectador
Mauricio Cárdenas, ministro de Hacienda. / Cristian Garavito - El Espectador
Foto: Cristian Garavito / El Espectador

El pasado fue un año de pobre crecimiento, pero que deja la economía por buen sendero. Así piensa el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas. Cree que lo más difícil de 2017 fue el arranque, “muy lento y afectado por la disminución de la confianza”. Considera que la actual polarización política no ayuda a crear un mejor ambiente económico, porque se trata de generar incertidumbre que afecta las decisiones empresariales. “Nunca tuve la intención de dejar el Ministerio”, dice. Insiste en que su tarea es sacar adelante la economía y hacer el ajuste después de la caída de los precios del petróleo. “No me dejé seducir por esos cantos de sirena que buscaban moverme hacia el escenario político”, señaló.

¿Qué le pasó a la economía en 2017?

La economía tuvo varios choques que impidieron en el primer semestre una recuperación más fuerte. Primero, el efecto del aumento de la tasa de interés de finales de 2016 se sintió mucho sobre el crecimiento del crédito. La demanda de crédito en el país cayó y por lo tanto frenó el consumo. En segundo lugar, tuvimos el efecto del incremento del IVA que, naturalmente, disminuyó la capacidad adquisitiva, y en tercer lugar, el efecto del escándalo de Odebrecht, que impidió que los bancos ofrecieran el financiamiento necesario para el comienzo del programa de las 4G. Los cierres financieros de estos proyectos se demoraron y, por lo tanto, eso se reflejó en un menor dinamismo en el sector de obras civiles frente al que teníamos proyectado. Afortunadamente, para finales de 2017 se resolvieron los problemas legales que habían generado la incertidumbre con respecto al financiamiento de las 4G, los bancos retomaron esas operaciones y han hecho los cierres financieros. Eso augura un mejor año en 2018 en lo que se relaciona con el programa de inversiones en infraestructura. Y con respecto a las tasas de interés, este es un año en el que se van a sentir los efectos de menores tasas y se espera reactivación del consumo.

¿La economía de 2017 va a terminar muy por debajo del 2 %?

El crecimiento de 2017 será del orden de 1,7 % y el proyectado para 2018 es de 2,7 %.

Pasado lo peor, ¿qué le espera a la economía en 2018?

Tenemos el efecto dinamizador de las menores tasas de interés por cuenta de la reactivación del crédito y del consumo. También el de las obras de infraestructura, y tenemos otro elemento muy positivo, que es la ejecución de un programa muy ambicioso de inversiones basado en las regalías. El año pasado se aprobaron proyectos por más de $6 billones y eso significa que van a estar en ejecución este año. Y vamos a sentir el crecimiento de las exportaciones, después de dos años de caída en este indicador; esto ya lo comenzamos a experimentar desde 2017.

El pesimismo de la gente parece no ceder.

La polarización política no ayuda, porque se trata de generar un ambiente de incertidumbre que afecta las decisiones económicas. El costo de esto es la postergación de decisiones económicas, lo cual es malo porque todo el sistema se mueve sobre la base de decisiones de consumo de inversión. El mensaje claro y contundente es que el país, en materia económica, tiene un norte, tiene una ruta bien trazada y que hemos mantenido siempre, independientemente de los gobiernos. No debería ser el escenario electoral, de incertidumbre el que frene decisiones económicas, eso le haría gran daño al país.

¿Qué le gustó y qué no del informe de la Comisión del Gasto Público?

Es un informe que tiene 20 capítulos que todavía no han entregado y los recibiremos en enero. Pero el tema pensional es el que más ha llamado la atención. Considero inconveniente aumentar las cargas laborales, aumentar los impuestos a la nómina. Esos impuestos los bajamos en la reforma tributaria de 2012, esa reducción de 13,5 % de impuesto sobre la nómina ha tenido un efecto impresionante desde el punto de vista de la formalización del empleo. Hay que buscar las soluciones a los problemas pensionales del país de otra manera. Otro aspecto es que hay un cierto consenso en la necesidad de adoptar un modelo pensional basado en lo que se conoce como el sistema de pilares, en el que hay un primer pilar a partir del cual se paga una pensión equivalente a un salario mínimo y ese pilar es donde todos los trabajadores cotizamos. La Comisión no aclara ni define quién debe administrar ese primer pilar, entre Colpensiones y los fondos privados, y esa no es una discusión menor, porque ahí está el grueso del ahorro pensional. No se puede hacer una reforma hasta que se haya despejado esa pregunta.

¿Por qué cree que los gobiernos le sacan el cuerpo a la reforma pensional?

Son reformas muy complejas en lo técnico y en lo político, y requieren unos consensos muy amplios para que puedan ser tramitadas. El debate también tiene un elemento complejo, que es la edad de pensión que nos plantea la Comisión.

¿Lo alcanzó a asustar la decisión de S&P y temió que contagiara a las otras calificadoras?

El anuncio de Standard & Poor’s fue un campanazo, una alerta para crear consciencia en Colombia de que no hay espacio para aumentar el déficit fiscal; por el contrario, tiene que seguir bajando. Este Gobierno lo ha reducido desde el 4 % que se obtuvo en 2016: en 2017 terminamos en 3,6 %, pero terminamos también con una reserva de 0,3 % del PIB para utilizarlo a futuro, es decir, que en términos prácticos el déficit fiscal se redujo a 3,3 %. El campanazo de Standard & Poor’s es que el país tiene que seguir bajando el déficit y lo que ha dicho es que van a ser muy exigentes a partir de 2019; también siembra dudas sobre la capacidad del país de reducir ese déficit. Eso va en contravía de todas las propuestas de disminución de impuestos. No plantea dudas sobre el cumplimiento de la meta de 2018, que es 3,1 % del PIB. Lo que debemos hacer es asegurar que se cumplan los escenarios fiscales para que Standard & Poor’s pueda reversar esa decisión y, sobre todo, para evitar que las otras calificadoras sigan el camino y tomen una decisión similar.

¿Qué le hace pensar que estamos viviendo en un mejor país?

El país se ha vuelto más equitativo y con menos pobreza: ese es tal vez el principal logro que ha obtenido Colombia en los últimos años. La tasa de pobreza ha bajado considerablemente: más o menos unos cinco millones de personas que vivían en condiciones de pobreza en 2010, hoy ya no lo están y debemos ser consciente de que la gran mayoría de empleo que se ha generado es formal. Ese aumento del empleo formal tiene mucho que ver con la reforma tributaria que aprobamos en 2012, que desmontó una parte muy importante de los parafiscales, lo que ha hecho que los empresarios contraten más mano de obra formal.

¿Qué fue lo más duro que ha sorteado como ministro de Hacienda?

Las cifras de crecimiento del primer semestre (de 2017). Estábamos esperando un mejor semestre. El bajo crecimiento que se dio desde los primeros meses fue un factor que desalentó la economía, muy asociado a una disminución en la confianza desde muy temprano en el año, todavía es un factor de especulación (saber) cuál fue su causa. Lo más difícil fue el arranque del año, muy lento y afectado por la disminución de la confianza.

¿Qué no lo dejaba dormir? ¿Hoy duerme más tranquilo?

Duermo más tranquilo porque la economía ha logrado unos resultados que son buenos en el sentido de los grandes indicadores macroeconómicos. Que la inflación esté controlada, que el déficit externo se haya reducido a unos niveles completamente sostenibles, que hayamos logrado mantener un déficit fiscal en cintura: todo eso es muy positivo. Pero todavía tenemos un gran reto asociado con el crecimiento de la economía y eso es lo que queremos ver en mejores niveles, eso sigue siendo un factor de preocupación.

Mirando hacia atrás, ¿qué quiso hacer y no pudo?

Las tareas que nos propusimos, las logramos. Hacer el ajuste fiscal para acomodarnos a la nueva realidad petrolera, haber logrado estructurar un programa de infraestructura con su financiamiento, generar empleo, son tareas todas en las que el país está avanzando. En cuanto a las pendientes, se menciona la reforma pensional, pero no está definido el camino de cómo debe ser esa reforma.

¿En algún momento pensó dejar el Ministerio?

No. Nunca tuve la intención de dejar el Ministerio. Obviamente en la época asociada a las renuncias para evitar las inhabilidades muchas personas me plantearon esa opción, pero yo consideré que eso no era conveniente porque, primero, hubiera reflejado una falta de compromiso con una misión concreta mía, que es sacar la economía adelante, hacer el ajuste después de la caída de los precios del petróleo. Yo prefería cerrar mi capítulo de ministro de Hacienda pudiendo completar esa tarea. No me dejé seducir por esos cantos de sirena que buscaban moverme hacia el escenario político.

¿Se creyó en algún momento precandidato presidencial?

No. Honestamente no porque vi que el ejercicio del Ministerio de Hacienda era completamente incompatible con la búsqueda de una candidatura presidencial.

Un mensaje para los colombianos en este comienzo de año

A pesar de todo lo que se diga en materia económica durante una campaña política, no nos dejemos contagiar por la incertidumbre y el pesimismo. Es un gran país que va a seguir cosechando sus éxitos en materia económica, que va a construir sobre lo construido, y eso desde ya nos debe animar a seguir invirtiendo y seguir tomando decisiones basadas en el optimismo.

Por Jorge Saenz V. jsaenz@elespectador.com

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