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Una desaceleración económica que llegó con más fuerza y más rápido de lo esperado obligó al presidente de ese país, Enrique Peña Nieto, a cambiar los principales planes de la reforma fiscal tras modificar sus intenciones de un impuesto sobre las ventas que se esperaba en alimentos y medicinas, pues lo que podría venir estaba enmarcado en una ola de protestas populares.
El presidente dijo que el paquete de reformas, conocido desde el domingo por la noche y que ha sido fuertemente criticado por la oposición, habla de impuestos sobre los combustibles verdes, un impuesto a la grasa usada en las bebidas azucaradas y un impuesto sobre las ganancias del mercado de valores. El paquete de reformas ha sido presentado como un paso decisivo para la financiación de la seguridad social universal y un sistema fiscal más justo y claro.
México es la segunda economía más grande de América Latina y se contrajo 0,7% en el segundo trimestre, lo que provocó un sorpresivo recorte de las tasas de interés y las expectativas del mercado generalizadas de que la economía va a luchar para lograr, siquiera, el objetivo oficial revisado del crecimiento en un 1,8% este año.
Peña Nieto reconoció que había tenido en cuenta el crecimiento menor, pero no mencionó la semana de protestas en la Ciudad de México por miles de maestros en contra de su paquete de reforma de la educación o una marcha por los opositores de izquierda a su reforma energética.
“Esto es socialmente justo y económicamente responsable”, dijo, agregando que el paquete de reforma fiscal ayudará a crear puestos de trabajo. Algunos en el partido gobernante, PRI, habían pronosticado que la reforma aumentaría los ingresos fiscales en un 4% durante el período.
“Esta es una reforma fiscal que tuvo mucho que ver con la sensibilidad política y el clima político actual”, contó Sergio Martín, economista jefe de HSBC en la Ciudad de México. “Creo que esta reforma fiscal es más ambiciosa que en el pasado, pero al mismo tiempo inferior a las necesidades de México”. Se viene un tira y afloje del partido conservador PAN, pues manifestó que no entregará al presidente un cheque en blanco.
La situación ha cambiado profundamente debido a la desaceleración económica, pues eso significará menores ingresos petroleros para la estatal Pemex. De ahí que Peña Nieto advirtiera que su presupuesto para 2014, también presentado al Congreso, lleva incluido déficits “transitorios” del 0,4% del PIB este año y del 1,5% en 2014 “para evitar recortes en el gasto y para dar un impulso decisivo a la economía nacional”.
Por Jude Webber / Financial Times
