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La soledad de la vida nocturna en cuarentena

Son los últimos sectores que tendrán luz verde para operar, lo que los pone en un escenario de alta fragilidad económica. Fiestas en línea se han convertido en una solución para seguir animando a su público durante esta crisis.

Valeria Cortés Bernal
30 de mayo de 2020 - 02:24 a. m.
Al igual que Galería Café y Libro, 53 mil bares y discotecas cerraron sus puertas para evitar la propagación del nuevo coronavirus.
Al igual que Galería Café y Libro, 53 mil bares y discotecas cerraron sus puertas para evitar la propagación del nuevo coronavirus.
Foto: Óscar Pérez

Galería Café y Libro es uno de los bares más reconocidos de Bogotá entre los amantes del son cubano, la salsa y el jazz. En casi cuatro décadas ha sido el escenario de 5 mil músicos, desde orquestas como Aragón de Cuba y la Sonora Matancera, hasta cantantes de la talla de Pablo Milanés y Henry Fiol. Este emblemático lugar cumplirá 38 años en julio, pero es posible que los celebre con sus tres sedes cerradas al público por cuenta de la pandemia del COVID-19.

“Presentimos que la cuarentena iba a ser de 15 días, pero ya llevamos dos meses y medio sin actividad de ninguna especie. Mientras tanto, no paran los impuestos, los servicios públicos ni los arrendamientos”, asegura Alberto Littfack, fundador del local.

Al igual que Galería Café y Libro, otros 53 mil bares y discotecas registrados en Colombia cerraron sus puertas para evitar la propagación del nuevo coronavirus desde el pasado marzo, perjudicando también a otros miembros del entretenimiento nocturno, como bandas musicales, DJ y bartenders. De acuerdo con cifras del gremio Asobares, el sector genera cerca de 250 mil empleos en Colombia.

Pese a que el presidente Duque ya autorizó la reactivación de otros comercios bajo estrictos protocolos de bioseguridad (cuyas fechas de apertura varían según la ciudad), esta posibilidad todavía es lejana para una industria que suele aglomerar decenas de personas en un solo lugar.

En las últimas semanas, el Gobierno anunció algunas medidas que pueden aliviar las cargas del sector, como la eliminación del impuesto al consumo hasta el 31 de diciembre y la exclusión del IVA sobre el arrendamiento de locales comerciales hasta el 31 de julio. Además, se comprometió a subsidiar un 40 % de un salario mínimo para todos los trabajadores de empresas que reporten una disminución de 20 % o más en sus ingresos.

No obstante, buena parte del sector dice que estas ayudas no son suficientes, pues también deben pagar otros impuestos, costear los sueldos de mínimo 10 personas, pagar las facturas de servicios públicos de los locales (que en muchos casos han llegado promediadas) y negociar el pago de arriendos con los dueños de los locales.

De hecho, según Asobares, el 80,5 % de los empresarios afiliados que operan en calidad de arrendatarios no han llegado a un acuerdo con los arrendadores durante la cuarentena. Unos 11 mil locales en el país están en riesgo de ser regresados a sus dueños debido a las deudas. “Seguimos esperando una mano extendida del Gobierno para que equilibre las cargas o que, como mínimo, nos permita devolver los locales sin pagar penalidades. No es que no se quiera pagar, es que no se puede”, asegura Camilo Ospina, presidente del gremio.

Asobares ya preparó un plan de apertura gradual con unos protocolos de bioseguridad para cuando les permitan volver a operar. Se encuentra en proceso de validación por parte del Ministerio de Salud.

La rumba en otras regiones

“Creo que la parte de Medellín que tiene menos gente un viernes o sábado en la noche es el Parque Lleras. Se siente muy triste”, asegura Álex Duque, socio de unos 25 bares y restaurantes de la capital antioqueña, entre ellos Belisario, La Oculta, Teatro Victoria, Super 8 y La Chismosa.

El empresario, que lleva 22 años en el sector, cuenta que han optado por alquilar los bares como espacios de bodegaje durante la crisis para darles uso y obtener algún ingreso. Sin embargo, no ha sido suficiente para mantener por completo a los 160 trabajadores de los locales. Estima que actualmente solo conserva el 40 % de su nómina.

“Pedimos que nos vean como la industria que somos, los empleos que generamos, los impuestos que pagamos y cómo movemos la economía. Es mucho más que simplemente rumba”, asegura.

Duque es uno de los participantes de ‘Ayuda a la Carta’, un sitio web impulsado por Bavaria que le permite a bares y restaurantes ofrecer bonos de consumo para que sus clientes los rediman cuando reabran los locales. La plataforma cuenta con un fondo de ayuda financiado por aliados que igualan el valor del bono para que el establecimiento reciba el doble.

La fiesta en la costa Caribe ha registrado pérdidas que van más allá de los bares. La industria “picotera”, una mezcla entre discoteca ambulante y concierto al aire libre que es posible gracias a un equipo de sonido potente, también suspendió sus actividades desde hace dos meses.

Según Luis Marín, director general de la Organización Musical Rey de Rocha, uno de los jugadores del sector en Cartagena, la cuarentena les ha impedido organizar las fiestas itinerantes que solían hacer cinco días a la semana. Un espectáculo pequeño convocaba a unas 3 mil personas, y el mayor, 12 mil.

Hoy tratan de dar voz a sus artistas de champeta por medio de un programa de radio y en sus redes sociales. “Tratamos de realizar los eventos a través de nuestras plataformas digitales. No ganamos ingresos, pero tenemos una responsabilidad con las personas que nos han seguido, y una forma de agradecerles es con transmisiones y con nuestra música”, dice Marín.

Fiestas virtuales

Debido a la cuarentena, varios dueños de discotecas y DJ han empezado a tener más presencia en plataformas digitales. Así lo cuenta Marisol Arévalo, una de las dueñas de los bares Disco Jaguar y La Negra, en Bogotá. A diferencia de otros empresarios, Arévalo contó con la suerte de poder negociar los arriendos de ambos locales, lo que le ha permitido proyectar su negocio un par de meses más.

Arévalo ha procurado mantener sus redes sociales activas para generar cercanía con sus clientes. También planea vincularse a una iniciativa del colectivo Aforo Total para ofrecer una plataforma musical de video, en el que la gente pague por ver contenidos de DJ, músicos y otros artistas que solían trabajar en establecimientos como el suyo.

“Es muy extraño crear una experiencia de fiesta virtual, porque nosotros ofrecemos todo lo contrario, contacto, acercamiento y baile. Pero estamos mirando cómo ofrecerlo. Siempre hemos tratado de resaltar el trabajo de los músicos, que están tan afectados como nosotros”, cuenta Arévalo.

Por su parte, Galería Café y Libro ya incursionó en transmisiones de fiestas virtuales con DJ y cantantes invitados desde una de sus sedes. También comparten listas de canciones en Spotify para acompañar a la gente durante el aislamiento preventivo obligatorio. Estas se han convertido en sus armas más fuertes para sobrevivir a la pandemia, pese a no recibir ingresos por ello, pues los mueve un compromiso que va más allá del negocio.

“La música es el arte más cercano a la población”, asegura Littfack. “A la gente hay que animarla, darle esperanza y mantenerla alegre en medio de estas circunstancias hasta donde sea posible”, concluye.

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