Las claves para tener una industria de la moda exportadora
Bogotá Fashion Week buscó ofrecer estrategias virtuales de reactivación de la economía mediante plataformas digitales para que el consumidor comprara prendas de los diseñadores y herramientas académicas para que las marcas aplicaran y mejoraran sus negocios.
Lucety Carreño Rojas
Bogotá Fashion Week es un evento creado por la Cámara de Comercio de la capital desde hace cuatro años para impulsar los negocios del sector. En 2019, las cifras eran buenas: se registraron 35 mil empresas de moda ante la entidad y la edición de ese año esperaba concretar negocios por US$600.000.
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Bogotá Fashion Week es un evento creado por la Cámara de Comercio de la capital desde hace cuatro años para impulsar los negocios del sector. En 2019, las cifras eran buenas: se registraron 35 mil empresas de moda ante la entidad y la edición de ese año esperaba concretar negocios por US$600.000.
Sin embargo, como en otras tantas industrias, las afectaciones por la pandemia del coronavirus y las cuarentenas no se hicieron esperar. La entidad tuvo que aplazar el evento unos meses y lanzarlo en versión digital desde el 30 de septiembre y hasta este 3 de octubre. El objetivo que se trazaron los organizadores para esta edición fue claro: reactivar la economía del sector nacional de la moda.
La industria aporta el 1,3 % del PIB de Bogotá y la región (59 municipios de Cundinamarca), genera más de 324.631 empleos directos y sus exportaciones están valoradas en más de US$2.800 millones. En esta cuarta edición participaron 130 diseñadores y la estrategia incluyó dos plataformas (Soy Helena y Bazzarbog), para que el consumidor final apoyara a la industria. Además, se estableció una alianza con Joor, una de las principales plataformas de negocios para venta al por mayor en el mundo.
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El evento también ofreció una agenda académica con expertos internacionales y nacionales para hablar de temas que, si bien se vienen poniendo sobre la mesa desde hace años, la pandemia aceleró en su implementación. El cucuteño Fabián Hirose, quien lleva más de 20 años trabajando en la industria con marcas de lujo, lideró el equipo de consultores que organizaron el evento y prepararon a los diseñadores.
“Me gusta hablar de los seres humanos que están detrás de las marcas. En un país como Colombia, la comunidad de moda debe seguir creciendo, por eso creo que los ejes centrales de esta edición (inclusión, diversidad y sostenibilidad) reflejan lo que es Bogotá”, contó Hirose, quien se apasionó por la moda desde que veía a su mamá comprando las telas y escogía los botones en Cúcuta y en Caracas, Venezuela, para mandarles a hacer la ropa a él y a sus hermanas. “La moda para mí es amor y cuidado. Ahora, la moda como servicio para los otros es lo que me mantiene vivo”.
Esta edición tuvo como novedad que en su agenda académica contó tanto con voces conocidas de la industria, como Lila Ochoa, Alicia Mejía, Pilar Castaño, como con líderes emergentes, como Camilo Guerrero o Luz Lancheros. En cuanto a la elección de estas personas, Hirose explicó que “no se puede hablar de moda si no se incluyen la variedad de voces que la representan”.
De acuerdo con el experto, hay mercados internacionales que no conocen la moda colombiana. “La moda colombiana que llega al exterior es para las comunidades latinas que viven en esos países”. Por lo que les recomendó a las marcas hacer un ejercicio de internacionalización y ofrecer productos diferentes aprovechando la pluriculturalidad y lo exótico que tiene el país.
Por su parte, Lila Ochoa, fundadora de la revista Fucsia, y Alicia Mejía, fundadora de Colombiatex y Colombiamoda, hablaron sobre sus experiencias, la tradición textil con la que cuenta el país y sobre la construcción de moda.
Por ejemplo, recordaron que la primera pasarela internacional que se hizo en el país estuvo a cargo del diseñador dominicano Óscar de la Renta o que la industria se abría camino en una época marcada por la violencia en Medellín. Las expertas mencionaron la importancia de los acabados, el patronaje y la tecnología para ofrecer mejor calidad para exportar. “Las marcas deben tener en cuenta que la moda es un negocio. Debe ser viable y dar cifras”, afirmó Ochoa durante la conversación.
Agregaron que las nuevas generaciones no quieren ropa confeccionada con condiciones injustas y pensarán más en qué es lo que están comprando. Por otro lado, mencionaron que el coronavirus cambiará la manera en la que se viven los desfiles. A las marcas y a los diseñadores les aconsejaron que tengan un plan de negocios, conocer al consumidor, que piensen en la sostenibilidad y en crear prendas que cuenten historias y protejan los oficios y el arte nacional.
Por su parte, Tamara González, cofundadora del Manual de la moda, un proyecto creado para ofrecer información de la industria de la moda actualizada en español, conversó con el colombiano Isaac Korn, director de innovación de la empresa Perry Ellis International, sobre las nuevas tendencias y avances tecnológicos para aplicar al negocio de la moda. “Desde mejoras en los procesos de abastecimiento y compras, hasta manejo de equipos y diseño 3D con tecnología, como los software para hacer muestras en digital y cómo los avances que están haciendo empresas como Tommy Hilfiger, Ralph Lauren, Perry Ellis, se pueden aplicar a la industria textil colombiana”, dijo González.
Uno de los retos es traducir estos beneficios a las empresas pequeñas, pues por recursos se deben buscar soluciones tecnológicas gratuitas o que no generen mayores gastos. Además, la innovación requiere de la articulación de procesos y la reducción del tiempo perdido.
El coordinador del diplomado de Fashion Law en LCI, Camilo Guerrero, habló con Alessandro Bovio, abogado y socio de Alture Legal, sobre la creación de negocios de moda en el contexto de incertidumbre que generó la pandemia, una eventual segunda ola de contagios, restricciones para ingresar a otros países y cómo el derecho se convierte en un aliado para la industria, en cuanto a temas como derecho comercial, propiedad intelectual y patentes.
“Hicimos énfasis en la palabra negociación, entendiendo que en este contexto se ha puesto a revisar esos acuerdos comerciales y a generar negocios desde la virtualidad. Le apuntamos a una orientación de carácter preventivo para que el derecho acompañe y favorezca a estos negocios en estos tiempos”, explicó Guerrero.
El abogado agregó que, el momento que estamos viviendo permite que diseñadores y creadores pueden hacer de Colombia un polo de atracción y exportación con el énfasis derecho en la moda. Además, mencionaron la circular de la Superintendencia de Industria y Comercio en la que los influenciadores deberán aclarar cuando uno de sus contenidos sea publicidad.
“El derecho suele llegar tarde a ciertos fenómenos. Sin embargo, entra a dar respuesta a la transformación. Su función es servir a las personas. La circular es relevante para salvaguardar el patrimonio monetario de los negocios al brindar orden, seguridad y certeza.
La periodista Luz Lancheros habló con Gustavo Prado, curador, investigador y creador de Mextilo, el primer libro digital de moda mexicana, sobre la importancia de crear otros relatos de moda latinoamericana y dejar atrás el “colonialismo” de la moda.
“¿Qué tenemos que hacer para ir más allá? ¿Cómo crear otras identidades más allá de los boleros en Colombia o de las artesanías, Fridas y Catrinas en México? Tenemos que utilizar la innovación, la inclusión y nuevas promesas de valor. Muchas voces están pidiendo un lugar, les debemos dar voz a la diversidad y a la pluriculturalidad. ¿Qué nos queda si se acaban los relatos que conocemos?”, se cuestionó Lancheros.
La cuarta edición de Bogotá Fashion Week reflejó su interés en orientar a los diseñadores y las marcas en el mercado internacional, en la importancia de crear modelos de negocios sólidos, en crear portafolios atractivos y en escuchar las voces y experiencias de expertos para seguir consolidando y diferenciando el producto “made in Colombia”.