Nadie sabe cómo salir de esta crisis, hay que buscar caminos

Algo aparentemente sencillo como los números de la pandemia no son fáciles de interpretar. ¿Quién es el que sabe qué es lo que hay que hacer?

Ciro Gómez Ardila *
23 de mayo de 2020 - 12:45 a. m.
Mauricio Alvarado
Mauricio Alvarado

Resulta sorprendente cómo es que tantas personas saben (dicen saber) cuál es la causa de la actual pandemia. Pero ya no solo es llamativo, sino que puede volverse peligroso que otras tantas crean saber lo que hay que hacer después para recuperarnos.

Comencemos con las explicaciones simplistas de lo que está pasando. Cuando algo malo sucede, nos gusta echarle la culpa a algo o a alguien. Puede ser a la ambición o al egoísmo humano, al capitalismo de los países en los que la pandemia más se ha extendido o al socialismo del país donde se originó, a un castigo de la naturaleza por nuestro despilfarro o a la maledicencia de algún laboratorio de virología. Como que no nos es concebible que algo tan malo pueda pasar si no hay forma de culpar a alguien o a algo, aunque sea a nosotros mismos.

Pero esto es solo la simplificación de un fenómeno que es muy complejo y difícil de entender. Incluso, algo aparentemente sencillo como los números de la pandemia no son fáciles de interpretar. Cuando se dice, por ejemplo, “número de casos nuevos” todos pensamos que se están refiriendo a lo mismo en cada país, pero no es necesariamente así. Unos países hacen más pruebas que otros, algunos informan con retraso, otros solo informan los positivos en un tipo de prueba; en fin, debemos ser cautelosos hasta con esto.

Qué decir cuando nos adentramos más en el proceso. La realidad es compleja y lo que nos parece que tiene una relación lineal de causa efecto evidente, en realidad es consecuencia de muchas interacciones ocultas y desconocidas. ¿Por qué aparece un virus en un año y no en el anterior? Detrás hay millones de interacciones entre miles de seres vivos, en las que el azar juega, además, un buen papel. Claro que hay factores que aumentan o disminuyen la probabilidad de que se presenten efectos como el actual. Pero no podemos olvidar que pandemias como esta se han dado, que se sepa, desde que el hombre tiene posibilidad de documentarlas.

Pero si es muy difícil opinar sensatamente sobre lo que ya pasó, el peligro real aparece cuando se cree saber qué es lo que hay que hacer de ahora en adelante y se propone ejecutarlo, en especial, si se tiene el poder político para hacerlo.

¿Quién es el que sabe qué es lo que hay que hacer? ¿Qué comité de expertos puede tener toda la información necesaria para saberlo? Las circunstancias cambian a una velocidad asombrosa y son diferentes en cada lugar de un mismo país y de una misma ciudad.

Pongamos el ejemplo del desarrollo de la vacuna. ¿Cuál de las muchas líneas posibles que se pueden seguir es la adecuada? ¿A quiénes se debe contratar para que las exploren? ¿Qué incentivos se les deben ofrecer? ¿Cuánto se debe invertir en equipos? En fin, todas decisiones que solo pueden tomar, asumiendo un gran riesgo, las personas cercanas y directamente involucradas.

¿Cuál será la mejor forma de salir de la crisis económica en la que estamos? No existen fórmulas generales, habrá que analizar caso por caso. No obstante, la tentación de querer dirigir y ordenar todo centralizadamente es y será muy grande. Como ya varios han dicho, corremos el peligro de que se desate una pandemia de autoritarismo. Todos estamos asustados y la incertidumbre es muy alta, lo que es el caldo de cultivo perfecto para el populismo, para ofrecer salidas fáciles, atajos, buscar enemigos externos y unirnos en torno a un gran líder que monta su caballo blanco. No sería la primera vez que pasa y, cuando se ha dado, los resultados han sido nefastos.

Las soluciones no van a venir de la cabeza de una sola persona ni de un ente rector. La mejor forma de salir adelante de la crisis económica es ensayando y aprendiendo, sin soberbia, con humildad, dejando a todos buscar su propia respuesta, permitiéndoles equivocarse, dando libertad. Es en el ingenio humano y en el espíritu de superación donde está la respuesta para la recuperación.

* Ph.D., profesor de Inalde Business School.  

Por Ciro Gómez Ardila *

 

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