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La economía mundial arrancó 2025 enfrentando un panorama de mayor incertidumbre, marcado por el freno del consumo, tensiones comerciales crecientes y ajustes en las expectativas de crecimiento. Mientras Estados Unidos muestra los primeros signos de debilitamiento tras la reactivación de su guerra arancelaria, otras regiones como Europa, China y América Latina también comienzan a sentir los efectos.
En un contexto de mercados hipersensibles y cambios en las dinámicas comerciales globales, cada región enfrenta el desafío de adaptarse a un año que ya anticipa menores tasas de expansión.
Estados Unidos: el consumo se enfría
Tras un 2024 de crecimiento sólido, la economía de EE. UU. perdió impulso a principios de 2025. Se proyecta que el PIB del primer trimestre crezca apenas 0,4 % frente a hace un año, la cifra más baja en casi tres años.
El debilitamiento del consumo y un déficit comercial creciente, impulsado por la concentración de importaciones antes del alza de aranceles, son los principales factores detrás de esta desaceleración. Aunque el mercado laboral sigue mostrando resiliencia, se prevé que la creación de empleo se modere, con 130.000 nuevas nóminas en abril y una tasa de desempleo estable en 4,2 %.
En materia de inflación, el índice de precios de los gastos de consumo personal (PCE) —el indicador preferido de la Reserva Federal— habría subido 2,6 % frente al año anterior, ofreciendo cierto alivio antes de la próxima reunión de tasas de la Fed.
Europa: crecimiento débil
En Europa, la recuperación sigue siendo frágil. Se espera que el PIB de la eurozona crezca apenas 0,2 % en el primer trimestre, mientras que la inflación se acercaría al objetivo del Banco Central Europeo (BCE), con una tasa general estimada en 2,1 %.
Aunque algunos países como Francia muestran un crecimiento casi plano (0,1 %), en Alemania e Italia se proyectan leves avances. El BCE ha adoptado un tono optimista respecto a la contención de la inflación, pero la actividad económica continúa limitada por la incertidumbre global y la desaceleración del comercio.
China: presión sobre las exportaciones
China también enfrenta presiones derivadas del nuevo choque comercial. Según Bloomberg Economics, los aranceles actuales podrían reducir las exportaciones chinas directas a EE. UU. en más del 80 % a mediano plazo, afectando hasta 2,3 % del PIB.
La producción industrial mostró un repunte en marzo gracias a compras adelantadas, pero se espera que los indicadores de abril, como el PMI manufacturero, reflejen una caída. Las autoridades chinas analizan nuevas medidas de estímulo para contrarrestar la presión externa y sostener el crecimiento interno.
Latinoamérica: cautela en política monetaria
En América Latina, el impacto es mixto. En México, el crecimiento del primer trimestre podría haber evitado por poco la recesión. En Brasil, la inflación persiste por encima del objetivo, mientras que en Chile y Colombia los bancos centrales se preparan para mantener las tasas de interés en sus niveles actuales.
En Colombia, los analistas prevén que el Banco de la República mantenga su tasa en 9,5 %, en medio de señales de crecimiento moderado y resistencia de la inflación. En Chile, el Banco Central también optaría por la estabilidad ante un contexto externo menos favorable.
Por su parte, Argentina y Perú presentan semanas de baja actividad económica, enfocándose en el monitoreo de indicadores de inflación y salarios.
Un arranque de año marcado por la cautela
Con EE. UU. creciendo a un ritmo más lento, Europa tratando de consolidar su recuperación, China buscando amortiguar el impacto arancelario y Latinoamérica navegando entre presiones inflacionarias y de crecimiento, el 2025 comenzó con un ambiente de mayor prudencia económica a nivel global.
Las próximas semanas serán claves para definir si las economías logran adaptarse a este nuevo escenario de tensiones comerciales y crecimiento moderado, o si los riesgos de recesión comienzan a materializarse en distintas regiones del mundo.
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