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Este miércoles, en la quinta decisión de 2024, la junta directiva del Banco de la República bajó nuevamente sus tasas de interés: una reducción de 50 puntos básicos, que las llevan a 10,75 %.
La decisión de la junta marca la sexta ocasión consecutiva en la que el Banco hace una reducción en sus tasas desde que arrancó su ajuste de política monetaria en septiembre de 2021, como respuesta a los retos económicos que impuso la pandemia.
El ajuste anunciado luego de la reunión de este miércoles es de la misma proporción a las últimas tres decisiones de la junta (marzo, abril y junio).
La determinación fue tomada por mayoría: cinco codirectores votaron por la reducción anunciada y dos lo hicieron por una baja de 75 puntos básicos, según Leonardo Villar, gerente del Banco de la República.
La baja en las tasas era ampliamente esperada por los analistas. El descenso estuvo en línea con lo que esperaban la mayoría de consultados en la Encuesta mensual de expectativas del propio Banco, así como las proyecciones de la Encuesta de Opinión Financiera de Fedesarrollo.
El ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, dijo que para su cartera sigue siendo coherente la previsión de que la tasa de intervención cierre el año en 8,5 %, por lo que aún quedan tres reuniones que acercarían, cada vez más la tasa, a ese valor.
“Si se mira en lo que cerraría el año la inflación, quedaría una tasa real de 300 puntos -que es la diferencia entre la tasa de inflación y la tasa de intervención-, con la decisión de hoy la tasa real está en 355″, concluye Bonilla, al decir dar a entender que es muy probable que se alcance ese nivel, siempre y cuando la inflación continúe por el sendero en el que ha transitado.
La inflación sigue en la mira
Las tasas del Banco de la República hay que leerlas en clave de inflación. O sea, un asunto va de la mano del otro.
El descenso que empezó el Banco en diciembre del año pasado refleja, a su vez, el camino que ha ido tomando la inflación en Colombia, que para este punto acumula más de un año de descensos, lo que permite hablar de una tendencia clara hacia la baja, no sólo actualmente, sino hacia el futuro más inmediato.
Sin embargo, los datos más recientes del indicador (junio) despertaron preocupación entre los analistas, al ubicarse en 7,18 %.
El dato es positivo, si se tiene en cuenta que hace un año el Índice de Precios al Consumidor (IPC) se encontraba en 12,13 % y apenas mostraba las primeras señales de bajada después de haber alcanzado su pico en marzo de 2023.
Pero, a la vez, en su comportamiento mensual, la inflación no sólo no mostró una reducción, sino que registró un crecimiento. Este movimiento no se registraba desde marzo de 2023, cuando el indicador tocó su techo (13,34 %).
Así las cosas, la inflación ha ido torciendo el brazo (con la anomalía de junio incluida), pero su descenso ha ido registrando una especie de desaceleración. Y esto se refleja un poco en las decisiones del Banco sobre sus tasas de interés: reducciones, pero con cautela, al menos hasta el momento.
Las proyecciones más recientes del Gobierno indican que, para finales de este año, la inflación debería cerrar en 5,3 % y para mediados de 2025 ya debería ubicarse en 3 % (que es la meta del Banco de la República), nivel en el que se mantendría hasta 2035, según las modelaciones del Marco Fiscal de Mediano Plazo.
En su intervención, Villar destacó que se han ido bajando las alarmas en torno a las variables que podrían llegar tener un peso en la inflación. Ejemplo de esto es el fenómeno de La Niña, cuyas previsiones apuntan a que su impacto no será tan elevado. Lo mismo pasa con el precio del dólar, que se ha venido estabilizando, lo cual brinda (de momento) calma ante un eventual impacto en la macroeconomía, y más si se tiene en cuenta que para el mes de septiembre el banco central de Estados Unidos (Fed) comenzaría su senda de reducción de tasas, lo que podría implicar una caída en el precio del billete verde.
¿Cuál es el papel de las tasas de interés en la economía?
Para entender cuál es el papel de las tasas de interés en toda la economía, así como su incidencia en las decisiones y posibilidades de compra diarias de la gente, es útil pensar este escenario como una serie de dominós. El primer dominó es la decisión de subir y bajar las tasas y desde ahí se desprende una cadena que acaba en la góndola del supermercado o en la oficina de créditos hipotecarios de un banco.
El banco central de un país es conocido, entre otros términos, como el banco de bancos porque la entidad les presta dinero a los demás actores institucionales del sistema financiero. Y, entre otros factores, es por este papel que sus tasas de interés terminan siendo claves para toda la economía: si el Emisor sube su tasa de interés, los demás bancos verán una presión financiera para prestarles a los ciudadanos y empresas a mayores tasas también.
Una subida de tasas de interés tiene la intención teórica de hacer un poco más escaso el dinero y de encarecer los créditos. Y estos dos elementos tienen, a su vez, la posibilidad de influir en las decisiones de consumo de las personas: si el crédito se encarece, mejor no endeudarse para comprar esa moto, carro, casa.
Estas decisiones, colectivamente hablando, pueden ponerle un freno a la demanda, lo que a su vez puede terminar por bajar los precios de algunos bienes y, por ese camino, empujar hacia abajo la inflación.
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