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Aunque el Vaticano es el Estado más pequeño del mundo (tiene menos de un kilómetro cuadrado), su estructura financiera es compleja, por decir lo menos. El Vaticano tiene presupuesto propio, maneja inversiones, es dueño de bienes raíces y hasta cuenta con un banco exclusivo que administra los recursos de la Iglesia católica.
¿De dónde vienen los recursos del Vaticano?
Algunas de las principales fuentes de ingreso del Vaticano son:
- Donaciones de fieles: La más conocida es el “Óbolo de San Pedro”, una colecta mundial que se destina a causas sociales y al mantenimiento de la Curia.
- Propiedades e inversiones: La Santa Sede es dueña de inmuebles en Italia y en otros países. Parte de sus ingresos proviene del arriendo y gestión de estos bienes.
- Museos vaticanos: El Vaticano recibe millones de visitantes cada año. Las entradas a los Museos Vaticanos y otras actividades generan ingresos significativos.
- Inversiones financieras: La Santa Sede maneja fondos de inversión, cuentas en el extranjero y activos financieros que históricamente han sido administrados con poca supervisión... hasta el papado de Francisco.
¿Quién administra la plata?
El Vaticano tiene varios entes económicos. El más conocido es el Instituto para las Obras de Religión (IOR), también llamado Banco Vaticano.
Aunque no funciona como un banco tradicional, maneja cuentas para congregaciones, órdenes religiosas, fundaciones y empleados del Vaticano. Su propósito es facilitar operaciones caritativas y religiosas.
Además del IOR, existe una oficina que gestiona el patrimonio inmobiliario y otra que centraliza el presupuesto de la Santa Sede, como si fuera su “ministerio de Hacienda”.
Estas dos entidades se coordinan con el Secretariado para la Economía, creado en 2014 por el papa Francisco para unificar controles y reportes.
¿Qué cambió con el papa Francisco?
Antes de su llegada, el Vaticano había enfrentado escándalos por falta de transparencia, lavado de dinero y cuentas opacas. Francisco impulsó auditorías internas, el cierre de miles de cuentas irregulares y nuevas reglas para las inversiones. También aplicó recortes de gasto y exigió mayor responsabilidad en el uso de los fondos.
A partir de 2021, el papa ordenó tres reducciones salariales consecutivas a los cardenales, eliminó varias bonificaciones y, en 2024, estableció una política de “déficit cero” en el manejo de los recursos.
La medida no fue bien recibida en todos los sectores: algunos cardenales de alto rango expresaron su inconformidad, especialmente por la instrucción de buscar financiación externa para cubrir el déficit. Ese año, se estimó que el desbalance financiero de la Santa Sede podría rondar los US$87 millones.
Las deudas del Vaticano
Sí, el Vaticano tiene deudas. De hecho, ha enfrentado desequilibrios fiscales en varios años recientes.
Su presupuesto anual ronda los $800 millones de euros, y en algunos años ha registrado déficits importantes. El desafío ha sido mantener las operaciones y los proyectos sociales sin depender en exceso de las inversiones o de donaciones puntuales.
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