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Proyecciones económicas 2026: aranceles, inflación e ingresos tributarios

Mientras la economía global se ajusta, Colombia se mantiene a flote gracias a la demanda interna.

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23 de octubre de 2025 - 02:21 a. m.
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En economía, los rezagos son trampas silenciosas. Las decisiones de hoy moldean el bienestar del mañana. Mientras el mundo sigue adaptándose a la nueva era de aranceles, tensiones geopolíticas y políticas monetarias estrictas, Colombia entra en 2026 con una mezcla de resistencia macroeconómica y vulnerabilidades latentes. Un informe de BBVA lo resume de este modo: el país crece, pero sin corregir sus desequilibrios, y ese avance, a la postre, puede convertirse en fatiga.

El contexto mundial está bien iluminado: la economía global sobre una mesa tambaleante, con aranceles como arma política.

Primero, Estados Unidos ha elevado tarifas a países como India, China o Brasil, mientras pacta acuerdos selectivos con Europa y Asia. El resultado es un comercio internacional que avanza con cautela, adaptándose a paso de tortuga, lleno de excepciones y litigios en cada esquina.

Segundo, la combinación de déficit fiscales, las políticas migratorias restrictivas y las presiones del presidente Donald Trump a instituciones como la Reserva Federal (Fed) genera un entorno de alta incertidumbre.

El pronóstico del BBVA es que el crecimiento mundial caerá del 3,3 % en 2024 al 3 % en 2025 y apenas repuntará al 3,1 % en 2026. Es decir, el mundo no se detiene, pero tampoco acelera. Una carrera sin meta clara.

El contexto es necesario para que ahora, con un paisaje pintado, se detalle en el lienzo qué viene para Colombia desde sus decisiones internas como sus choques externos.

Colombia: más consumo que ahorro

Mientras la economía global se ajusta, Colombia se mantiene a flote gracias a la demanda interna. El consumo privado sigue siendo el motor principal, impulsado por cuatro palancas:

  • Empleo resiliente: más personas trabajando implica más gasto, aunque los salarios no crecen al mismo ritmo que los precios.
  • Remesas sólidas: los giros de colombianos desde el exterior —sobre todo desde EE. UU. y España— actúan como una inyección constante al ingreso de los hogares.
  • Deuda más manejable: la morosidad baja y las tasas de crédito al consumo se acercan al mínimo frente a la tasa de política monetaria, lo que facilita comprar a crédito.
  • Efecto tipo de cambio: la apreciación del peso mejora el poder de compra y ayuda a que ciertos bienes importados se abaraten.

Aquí se oculta una paradoja: la economía crece, pero lo hace a crédito. El consumo supera al PIB, una señal de vitalidad… y de fragilidad.

Por otro lado, fiscalmente, el margen se agotó. El informe de BBVA lanza una advertencia dura: la política fiscal se ha convertido en el talón de Aquiles del país.

El gasto va en aumento con 23,2 % del PIB, frente al 18,7 % de 2019. Los ingresos solo subieron del 16,2 % al 16,5 % del PIB, pese a tres reformas tributarias.

Y la deuda, creciente: la saldo neto ya bordea el 60 % del PIB, muy por encima del 36 % que tenía en 2014.

Es decir, el país gasta más de lo que gana, y cada año se pide prestado para tapar los huecos del anterior.

El pago de intereses ya consume el 4,4 % del PIB, un gasto que compite con educación, salud o infraestructura.

Colombia necesita un nuevo acuerdo sobre el tamaño del Estado que realmente puede financiar, se lee en el informe de BBVA.

Cómo recauda el país (y por qué eso importa)

Colombia tiene un sistema tributario que parece diseñado al revés:

  • Las empresas son las que más tributan, mientras las personas naturales aportan poco.
  • El IVA es alto y regresivo (afecta más a los que menos tienen).
  • Los impuestos locales (predial, ICA) siguen descoordinados.

El banco propone una hoja de ruta hacia el modelo de la OCDE: ampliar la base de renta personal, reducir la carga empresarial, simplificar el IVA y coordinar mejor Nación y territorios. Pagar menos, pero mejor.

Sin embargo, esa transformación implica un pacto político que el país no ha logrado en una década. Las tres últimas reformas se centraron en tapar huecos, no en rediseñar el sistema.

La inflación, el enemigo constante

A septiembre de 2025, la inflación fue de 5,2 %, impulsada por los precios regulados y los alimentos. Aunque el dato es menor que el de 2023, el país lleva seis años sin cumplir la meta del Banco de la República (2–4 %).

Los motivos son varios. Los servicios (como arriendos y educación) siguen encareciéndose por los altos costos laborales; los precios regulados (energía, transporte, combustibles) mantienen presiones adicionales, y la indexación (el ajuste automático de precios al salario mínimo) prolonga la inercia inflacionaria.

El Banco de la República no puede cantar victoria. La meta de la inflación, que sigue lejos, parece disminuir a un ritmo más lento del previsto. La proyección de tasas se ubica en 9,25 % en 2025 para BBVA, bajando a 8,5 % en 2026.

Cada punto de tasa que baja se siente como un alivio al crédito, pero también un riesgo de fuga de capitales si el país no corrige sus cuentas.

La conclusión de BBVA es un espejo incómodo. Colombia ha demostrado capacidad para resistir choques externos, pero no ha decidido aún qué tipo de Estado quiere financiar ni cómo hacerlo sostenible.

El gasto público se volvió un bote que no deja de llenarse, mientras el recaudo apenas alcanza para mantenerlo a flote.

Si 2026 será el año del equilibrio o del desborde, dependerá menos del precio del dólar que de la voluntad política de ajustar el rumbo.

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Manuel Gilberto Rosas diaz(85839)23 de octubre de 2025 - 02:07 p. m.
Es necesario que el estado se achique porque por allí se tiene un gasto muy superior al necesario para ejercer sus actividades..Igualmente la reforma tributaria se necesita ya que se tiene un desbalance muy grande entre un reducido grupo de colombianos que perciben grandes ingresos y aumentos patrimoniales y la clase trabajadora que apenas logra colmar sus necesidades.Asi se tiene una injusticia social y se necesita corregirla con impuestos y reducción de la burocracia.
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