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La inflación es una problemática que ha enfrentado Colombia en los últimos años. En marzo del año pasado, la carestía alcanzó un máximo del 13,34 % impulsada, en su momento, por la división de alimentos y bebidas no alcohólicas que creció 21,81 %.
Desde entonces, la inflación ha venido cayendo hasta llegar al 5,81 % que reportó en su variación anual de septiembre. En suma la carestía se ha desacelerado en 7,53 puntos porcentuales desde aquel máximo, con la proyección de que alcance la cifra meta (que es del 3 %) durante 2025, según el Banco de la República.
Controlar el crecimiento de la inflación es una obligación que recae sobre el Banco Central. Una importante labor que reduce la erosión del poder adquisitivo de los colombianos con el paso del tiempo, así como evita que más personas caigan en la pobreza monetaria.
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Aunque son muchos los componentes que pueden influenciar la carestía, como lo es el alza en el precio del dólar (al encarecer los insumos importados que se requieren para la producción nacional), el incremento en los costos de los combustibles y la subida de las facturas de los servicios públicos, las tasas de interés son la principal herramienta que tiene el Banco de la República para mantener a raya la inflación.
Lo anterior porque, grosso modo, lo que más impacta a la inflación son los desequilibrios que se pueden presentar entre la oferta y la demanda. Es decir, si la demanda es alta y la oferta es poca, los precios se ajustan y se genera así la carestía.
Al ser el crédito un vehículo que aumenta el poder adquisitivo, encarecerlo mediante el incrementos de las tasas de interés termina siendo el refrigerante perfecto para reducir la calentura de la inflación; que es lo que hemos visto en los últimos años.
Aún así, el crédito sigue siendo un importante motor para la economía, pues es la herramienta con la que se suele financiar la compra de vivienda, vehículos y estudios universitarios (entre otras categorías).
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De allí que bajar las tasas de interés, cuando la inflación ya empieza a mostrar signos de desaceleración sostenida, es relevante para impedir que el país caiga en recesión (que es cuando la economía crece en terreno negativo por más de dos trimestres consecutivos). El punto más alto de las tasas de interés se dio en octubre del año pasado, cuando alcanzaron los 13,25 puntos porcentuales. La cifra actual es de 10,25 %.
Para poner las cosas en perspectiva, desde octubre del año pasado la inflación ha bajado 4,67 puntos porcentuales, mientras que las tasas de interés han retrocedido 3 puntos porcentuales.
Recientemente el fundador del Grupo Aval, Luis Carlos Sarmiento Angulo, manifestó en el congreso de ANIF que, aunque este no es un tema que aborde con frecuencia, se ve en la obligación de decir que: “podemos reducir las tasas a un mejor ritmo, sin que eso implique un riesgo para la estabilidad económica; podemos, y es necesario, no solo para que los sectores como la vivienda y el turismo se reactiven, sino para poder rematar con mejores resultados económicos este año que está por terminar”.
El mensaje de Sarmiento no es exclusivo, desde diferentes sectores se ha solicitado al Banco de la República aumentar el ritmo de la reducción de las tasas. Lo han dicho los empresarios, lo ha dicho el gremio de la construcción, lo han dicho las agremiaciones sindicales y hasta lo ha dicho el Gobierno.
Aún así, el Banco de la República insiste en que los ajustes que se le hagan a las tasas de interés deben responder a unas bases técnicas, pues no hay que perder de vista que la inflación sigue siendo alta y, reducir de forma drástica las tasas podrían estropear la senda ininterrumpida de desaceleración que ha tenido.
En suma, son diversos los beneficios que tendría una acelerada reducción de las tasas (que, por cierto, este año han aumentado considerablemente la tasa de deudores morosos en Colombia), pero también son muchos los desafíos que incluye el hacerlo de una forma que no se respalde en un estudio técnico y juicioso. Sarmiento dice que “podemos” hacerlo, habría que esperar lo que decidan los integrantes de la junta directiva del banco en su próxima reunión.
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