Un panorama diametralmente opuesto a lo que sucede en el mundo en materia de producción de gas podría jugarse Colombia con el nuevo gobierno del presidente Gustavo Petro.
Mientras los europeos nunca imaginaron el infierno que se les venía encima al dejar en manos de Rusia el suministro de energía para sus hogares, agravado con la invasión a Ucrania, en Colombia se debate la posibilidad de frenar la explotación de este combustible como una contribución a desacelerar los efectos mundiales del cambio climático.
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Hay preocupación en la industria del gas natural en el país. La razón: la nueva ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, enunció la idea de no avalar más contratos de exploración, diferentes a los existentes. Las reservas de gas en el país no superan los diez años. Después de ese tiempo se tendría que echar mano del gas importado, principalmente de la inestable Venezuela o de otros mercados a cotización internacional. Hoy el gas consumido en el país se negocia a precios de mercado doméstico.
El gas es el combustible estrella en el proceso de la transición energética y el carburante de mayor consumo entre los colombianos de las clases populares. Una eventual importación de gas castigaría a los más pobres por dos vías: las tarifas de gas y las de electricidad.
“Tanto para la industria como para los consumidores, perder la autosuficiencia en materia de gas tendría un costo significativo. El 50 % del gas que se consume en Colombia se destina para la industria y el uso domiciliario de las familias”, advierte el analista José Ignacio López, director de investigaciones económicas de Corficolombiana.
Luego de la conmoción que causaron las declaraciones de Vélez, la cartera fue suavizando su posición indicando que “se espera mantener la autosuficiencia y el abastecimiento a los casi 11 millones de familias colombianas que hoy tienen mejor calidad de vida gracias a los beneficios del gas natural”.
Lo paradójico de la posición del Ministerio es que mientras este gobierno está pensando en frenar la contratación para la búsqueda de nuevos yacimientos de gas, la comisaria europea de Estabilidad Financiera y Unión de los Mercados de Capitales, Mairead McGuinness, destacó la necesidad de “tener que invertir en gas para lograr la transición energética”.
Esta notificación se conoció en el momento en que el Parlamento Europeo anunció el reconocimiento del gas natural como una alternativa para alcanzar una transición energética ecológica y confiable. “Es claro que debemos avanzar en materia de transición energética, pero como la misma Unión Europa ha reconocido, el gas hará parte de dicha transición”, dice López.
Tras reunirse con la ministra Vélez, la presidenta de Naturgás –el gremio de la industria gasífera en el país–, Luz Stella Murgas, dejó en claro que el gas natural “puede ser un acelerador de las prioridades del Gobierno Nacional en términos de reducción de pobreza, seguridad alimentaria, transición energética y lucha contra el cambio climático, y en el proceso de aceleración industrial que propone el presidente Petro”.
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Mientras tanto, el presidente de la Asociación Colombiana del Petróleo y Gas (ACP), Francisco Lloreda, alertó que “una disminución en la inversión (en la industria petrolera) y la cancelación de proyectos de E&P (exploración y producción) pondría en riesgo no solo la competitividad de proyectos fundamentales para la autosuficiencia energética y contar con precios razonables para los hogares, particularmente en gas y electricidad, sino que impactaría el desarrollo, el empleo y la contratación de bienes y servicios en 19 departamentos”.
Frenar la firma de nuevos contratos para la exploración petrolera supondría, según la industria, un golpe directo al bolsillo de los más pobres de la población colombiana. Por un lado, se queda el país sin la posibilidad de mayores ingresos vía impuestos y dividendos, lo que puede debilitar el presupuesto de inversión social. Por el otro, se afectan las tarifas energéticas y aumenta la presión inflacionaria con la inevitable alza de los combustibles. Naturgás calcula que “importar gas elevaría en cinco veces el costo de la factura del servicio para los colombianos”. Esta situación aumentaría la brecha de desigualdad y pobreza en el país, teniendo en cuenta que los estratos 1 y 2 concentran el 60 % de la cobertura nacional, precisa el gremio.
“Si bien la importación de gas siempre será parte del abanico de posibilidades, la producción interna es, de lejos, la opción con mayores beneficios para todos los actores de la cadena, empezando por el consumidor final”, argumenta Flover Rodríguez-Portillo, director de la Asociación Colombiana de Geólogos y Geofísicos del Petróleo (ACGGP). Frenar la exploración “es jugar a los dados sobre la capacidad del país de producir el gas durante los próximos años”, sostiene a su vez López, de Corficolombiana. “Si el país pierde la autosuficiencia en esta materia enfrentará unos costos más altos, afectando la competitividad de la industria y erosionando el bolsillo de los hogares. En los últimos años el gas importado ha sido 58 % más caro que el producido en el país”, dice el analista.
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El país debe fortalecer su portafolio de oportunidades en vez de restringirlo, con el fin de conservar flexibilidad y capacidad de reacción frente a las demandas de un mundo globalizado, anota Rodríguez-Portillo.
Otras posiciones advierten que frenar la búsqueda de gas en el subsuelo colombiano llevará al país a un retroceso de años. “Mantener la autosuficiencia de gas con la que goza Colombia hoy en día es fundamental para el país. Si Colombia pierde su autosuficiencia de gas, la demanda no será abastecida con gas importado, ya que este es significativamente más costoso que el nacional. El sustituto serán alternativas más contaminantes, como el carbón y la leña”, previene Jorge Linero, presidente de gas en Canacol Energy.
Proyectos promisorios
Rodríguez-Portillo recuerda que los recientes descubrimientos en los pozos Uchuva-1 y Gorgon-2 confirman que el offshore en el Caribe colombiano es una posibilidad real de generación de gas y el Gobierno debe tomar ventaja e incentivar a otros jugadores a considerar la inversión de esfuerzos exploratorios en esta cuenca.
Recientemente, Ecopetrol y Petrobras confirmaron el descubrimiento de una acumulación de gas natural con el pozo exploratorio Uchuva-1, que fue perforado en el bloque Tayrona, en el que Petrobras es operador con una participación 44,4 % y Ecopetrol tiene el restante 55,6 %. “Este descubrimiento es muy significativo para Ecopetrol y Colombia porque ratifica la importancia del Caribe como una de las principales fuentes de gas para nuestro país. Nos satisface mucho abrir esta nueva frontera en una zona cercana a Chuchupa-Ballenas, campos de gas que han marcado la historia de nuestras operaciones costa afuera por cuatro décadas y han contribuido de forma importante con la “gasificación” del país”, dijo Felipe Bayón, presidente de Ecopetrol.
Casi al mismo tiempo, la empresa colombiana y Shell como operador informaron al mercado que el pozo exploratorio y delimitador Gorgon-2 comprobó la presencia de gas en aguas ultraprofundas en el sur del Caribe colombiano. Las dos petroleras son socios en los bloques Col-5, Fuerte Sur y Purple Angel, con 50 % de participación cada uno. “Este resultado del pozo Gorgón-2 permitirá avanzar en la evaluación de estos hallazgos en el Caribe Sur, que en caso de un eventual desarrollo permitirá incrementar las reservas de gas de Colombia y abastecer la creciente demanda de este energético fundamental para la transición energética que emprendió Ecopetrol y el país”, indicó el presidente de Ecopetrol.
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El director de la ACGGP sostiene que “la exploración en el offshore es un esfuerzo de largo aliento. Ha tomado décadas llegar al punto actual y va a requerir muchos años más madurar estas oportunidades”.
Para fortalecer más la industria del gas colombiano, Promigás y TGI (Transportadora de Gas Internacional), filial del Grupo de Energía Bogotá, dieron pasos firmes para unir el mercado de la costa Caribe con el del centro del país.
Las pruebas hacen parte de la consolidación de los proyectos bidireccionalidad Ballena-Barrancabermeja de TGI con una capacidad de transporte aproximada de 120 millones de pies cúbicos diarios (mpcd) y el de Barranquilla-Ballena con una capacidad de transporte de 170 mpcd.
Según López, si el país sigue explorando tiene un potencial importante no sólo para abastecer su mercado interno, sino para exportar y ser un jugador en el mercado de fertilizantes nitrogenados.
Para Linero es claro que Colombia ha realizado esfuerzos importantes y está comprometida en su proceso de transición energética. “Este proceso no puede arriesgarse y perder la autosuficiencia de gas y la soberanía energética”, dijo.