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Más allá del metro, una cirugía mayor

El experto en movilidad dice que Bogotá requiere soluciones de fondo.

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Hugo Sabogal
27 de septiembre de 2008 - 12:55 a. m.
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En el lenguaje de Jaime Ortiz, los nombres de Bogotá y Cundinamarca tienen cada vez menos sentido como entidades separadas. “Debemos comenzar a pensar en la construcción de una nueva figura llamada región-capital”, dice, convencido de que dicho modelo territorial será la salvación futura para la zona central colombiana, aunque también es consciente de que su implementación no será rápida, dadas las implicaciones políticas y administrativas del propósito. “Sabemos que Facatativá piensa de una forma, Chía de otra y el Concejo de Bogotá de una todavía más distinta. Esto nos obliga a buscar un pensamiento más integrado y unificado, por más complejo que parezca lograrlo”.

E ilustra su ejemplo con el manejo del agua. Bogotá la toma de los territorios vecinos, la usa, y luego la vierte, sucia y contaminada, en el otro extremo de la geografía regional. “¿De quién es el problema? De todos”.

Ortiz atendió nuestra cita a tiempo en el restaurante La Bifería, del centro internacional de Bogotá, y no dio muchas vueltas para admitir que la integración ya ha comenzado. Se da en temas como la limpieza del río Bogotá, la creación de un sistema integral de transporte, y las políticas de salud y educación, entre otras. “Estamos enfrentados a realidades enmarañadas que el modelo municipalista y descentralizado no podrá superar”.

Y señala con satisfacción que los planes de desarrollo de Samuel Moreno, en Bogotá, y Andrés González, en Cundinamarca, están acoplándose. Y sabe perfectamente por qué lo dice. Él es uno de los encargados del proceso de integración. Por eso se atreve a opinar que el mayor aporte de los gobiernos distrital, de Moreno, y departamental, de González, será, precisamente, sentar las bases de una región-capital consolidada.

Uno de los aspectos centrales de las dos administraciones es el transporte, tema en el que es experto (Ortiz ha participado desde la creación de la ciclovía hasta el diseño del plan integrado de transporte para la ciudad, incluido Transmilenio). Pero se lamenta del cambio de dirección que tomó la estrategia durante los gobiernos nacional de Andrés Pastrana y distrital de Enrique Peñalosa. “Simplemente, el plan maestro se desmembró en favor de sólo dos modalidades: Transmilenio y la bicicleta”. Según Ortiz, Transmilenio debe entenderse como una pieza y no como el todo. La razón es su baja capacidad de movilización frente, por ejemplo, a un metro o un tren de cercanías. “Y la bicicleta lo es menos”, agrega. “Es iluso pensar que los bogotanos pedalearán para llegar a sus estudios o trabajos a través de vías de 1,20 metros de ancho. Marcharán en una fila india interminable”.

Lo real, dice, es promover un sistema combinado, dentro de un modelo de integración territorial. “Últimamente, la gente está obnubilada con el proyecto del metro. Dice que es costoso, que puede ser más barato, que debe tener más de una línea, que tardará décadas. Esa discusión no tiene ningún sentido. Antes que metro, debemos tener una concepción clara de la planificación del territorio. En ese sentido, hay que pensar más allá de los vagones”.

Por Hugo Sabogal

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