Publicidad

Para la subversión, el petróleo es el nuevo imperialista

La petrolera Ecopetrol invocó los atentados guerrilleros como motivo para incumplir las metas de producción del año pasado.

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Bloomberg News
07 de marzo de 2014 - 09:09 p. m.
Para la subversión, el petróleo es el nuevo imperialista
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Los guerrilleros marxistas colombianos están en guerra con el petróleo. Según el gobierno, los grupos rebeldes, en especial las Farc, perpetraton 259 atentados contra los oleoductos el año pasado, la mayor cantidad en una década.

Las Farc y su primo menor, el ELN también secuestraron a 16 trabajadores de la industria energética en 2013.

Lo que es peor, los líderes de ambos grupos habrían acordado en diciembre sabotear en forma conjunta la infraestructura energética de Colombia en el futuro para promover lo que los jefes guerrilleros del ELN definen como una “posutra beligerante para enfrentar a las multinacionales y su aparato represivo: los saqueadores y explotadores de los recursos naturales”.

O, como dijo el legendario comandante de las Farc, Iván Márquez, a fines de 2012, la industria petrolera “es un demonio de destrucción social y ambiental que convertirá a Colombia en una nación inviable si el pueblo no la detiene”.

Estos ataques se han agravado desde que los jefes de las Farc y el gobierno iniciaron conversaciones de paz en 2012 para poner fin al conflicto que vive el país desde hace medio siglo. La guerra contra la energía es un indicio de lo desesperados que están los rebeldes para tener peso en la mesa de negociación.

Las Farc perdieron su poderío militar y docenas de líderes en la última década ante fuerzas gubernamentales mejor entrenadas y equipadas. Algunos de los que quedan en pie esperan que un acuerdo de paz les salve la vida y les permita ser candidatos en las elecciones municipales y nacionales. Pero convencer a los colombianos de que criminales de este calibre merecen un lugar en la política es algo difícil de lograr.

El truco es conseguir una nueva reputación. Ha pasado mucho tiempo desde que los miembros de las Farc y el ELN eran considerados combatientes por la libertad que defendían ideales de izquierda. Su participación en el negocio de la cocaína, los secuestros para pedir rescate y los asesinatos de políticos, miembros de las fuerzas armadas y civiles hace que a los colombianos les resulte fácil calificarlos con justicia de terroristas financiados por las drogas.

Y aquí entra la guerra contra la industria petrolera. Destruir la infraestructura energética parece perjudicar al gobierno. La petrolera controlada por el Estado Ecopetrol invocó los atentados guerrilleros como motivo para incumplir las metas de producción del año pasado, y la seguridad de la infraestructura energética se ha convertido en algo tan problemático que las fuerzas armadas colombianas ahora tienen 17 batallones asignados a la protección de objetivos clave de la industria.

Las bombas también transmiten el mensaje de que el ELN y las Farc aún no han sido derrotados. Las Farc quieren demostrar que negociar la paz no significa que no puedan seguir con la guerra, mientras que el ELN pretende mostrar que es un fastidio lo suficientemente importante como para estar incluido en las conversaciones de paz con el gobierno.

Además, volar un oleoducto o incendiar un camión de petróleo es menos polémico que, por ejemplo, estacionar un carro bomba frente a un club social lleno de personas en Bogotá. Del mismo modo, adoptar una retórica anti-petróleo y secuestrar trabajadores para pedir rescate puede considerarse un método menos sucio para sostener su lucha que el tráfico de drogas.

A muchos colombianos naturalmente les disgusta tener que negociar la paz con un arma apuntándoles a la cabeza. Esperemos que detesten la hipocresía en la misma medida. Después de todo, en 2008 una serie de correos electrónicos supuestamente hallados en una computadora del fallecido líder de las Farc Raúl Reyes reveló que los jefes de ese grupo subversivo estaban esperanzados en que Hugo Chávez de Venezuela les diera parte en un redituable acuerdo petrolero.

Es raro ver a la extrema izquierda de América Latina presentar al petróleo como un mal. Los hermanos Castro de Cuba y su régimen aliado de Venezuela no tienen problema en vivir de la abundancia que proporciona el negocio petrolero. Al parecer, para la izquierda radical latinoamericana, el petróleo es malo hasta que ella lo controla.

Por Bloomberg News

Conoce más

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.