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La pobreza multidimensional registró un nuevo punto bajo en el país, al ubicarse en 11,5 % para 2024, según los datos que el DANE dio a conocer este martes.
Este registro se traduce en una reducción de 0,6 % frente a los datos de 2023, que, en su momento, eran el punto más bajo de este indicador en una década.
Por dominios geográficos, la pobreza multidimensional en 2024 llegó a 7,8 % en las cabeceras del país, mientras que en la ruralidad se ubicó en 24,3 %.
Por regiones, la mayor reducción en el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) se vio en la Orinoquía-Amazonía, con una caída de 3,8 %, seguida de la Oriental, en donde se registró una baja de 2,3 % frente a los resultados de 2023.
De hecho, la única región en donde creció la pobreza multidimensional en 2024 fue Bogotá, con un alza de 1,8 %.
Más allá de los porcentajes, en números claros, los resultados del IPM se traducen en que poco más de seis millones de personas vivían en condición de pobreza multidimensional en el país para 2024, lo que implica una reducción de 251.000 ciudadanos en esta categoría.
En la comparación entre 2023 y 2024 se ve una reducción en el número de personas clasificadas como pobreza multidimensionales para todos los dominios. Sin embargo, el ritmo de la reducción se ve más lento que cuando se mira el contraste entre 2022 y 2023. Sí, hubo mejoras, (siempre bienvenidas, por cierto), pero a un ritmo menor.
¿Qué es la pobreza multidimensional?
En el país existen dos mediciones macro de pobreza: monetaria y multidimensional. La primera, conocida como pobreza monetaria, tiene en cuenta solo el poder adquisitivo de los hogares: es una medición que se hace en relación con el dinero. En cambio, el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) va más allá de los ingresos de una persona u hogar y tiene en cuenta más variables, aparte del dinero.
Como su nombre lo indica, el IPM explora otros renglones de la vida de una persona u hogar para entender qué carencias hay en cinco dimensiones específicas: educación, salud, trabajo, bienestar de la niñez y condiciones físicas de la vivienda. De acuerdo con el Departamento Nacional de Planeación, el IPM comprende 15 variables en total, que se reparten en las cinco dimensiones mencionadas.
En otras palabras, la pobreza multidimensional permite observar una imagen más porosa y específica sobre el estado social del país, algo que es particularmente importante para los tiempos después de la pandemia y la recuperación económica, pues explica indicadores clave como trabajo y educación, entre otros.
Ya en los datos más granulados, se puede ver que, para el año pasado, la pobreza multidimensional mostró una mejoría en todas sus dimensiones e indicadores, con una caída significativa en el rezago escolar (reducción de 2,3 %).
Sin embargo, el lunar en estos resultados es el crecimiento en el indicador de barreras de acceso a servicios de salud, el único que subió en toda la medición, con un alza de 1,1 %.
Para medir este indicador, el DANE pregunta si en los últimos 30 días la persona se ha enfermado (de algo que no requiera hospitalización). Si la respuesta es sí y el tratamiento no fue a través de un médico o una institución de salud, entonces se establece que hay una carencia en este tema.
Los datos muestran que, bajo esta medición, el número de personas que afirmó que se había enfermado, entre 2023 y 2024, pasó de 1,6 millones a 2,2 millones, respectivamente. Y la mayor avenida de tratamiento para la enfermedad reportada fue el uso de remedios caseros, que pasó de 9,9 % en 2023 a 13,2 % en 2024.
Sin embargo, estos datos tienen algunos bemoles cuando se mira cuáles son las dimensiones y los indicadores que más incidencia tienen en la pobreza multidimensional.
A nivel nacional, la dimensión que más pesa en el IPM es la de educación, seguida de la de trabajo. Salud se encuentra en el quinto lugar, el último.
Y cuando se analiza por indicadores, el que presenta una mayor contribución a la incidencia de la pobreza multidimensional es el bajo logro educativo (23,7 %), seguido del analfabetismo (12,2 %). Las barreras de acceso a servicios de salud se encuentran en el último lugar, con un peso de 2,9 %.
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