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Los primeros meses del año han sido testigos de un fenómeno particular en el paisaje de los Llanos Orientales y la costa Atlántica: a medida que las lluvias amainaron, fueron apareciendo decenas de miles de motas blancas.
Es un nuevo renacer en la siembra del algodón, cultivo que en el último lustro tuvo que sobreponerse a dos fuertes golpes. El primero ocurrió en 2008, cuando los precios internacionales del petróleo sobrepasaron los US$100 y, por ende, encarecieron los insumos; el segundo se presentó al año siguiente, cuando las fuertes lluvias se extendieron por varios meses.
Según cifras de la Confederación Colombiana del Algodón (Conalgodón), ambos factores incidieron en que la producción nacional cayera 28,7%, al pasar de 41.916 toneladas en 2007 a 29.858 toneladas en 2009.
Pero la reactivación del sector arrancó en el segundo semestre del año pasado, debido en gran parte a la decisión del Ministerio de Agricultura de mantener estables los precios de los fertilizantes al margen del precio mundial del crudo, lo que se sumó al documento Conpes 3401, firmado en 2005 para aumentar la competitividad del sector, que comprometió más de $300.000 millones hasta el año 2015.
“Con estas políticas se aspira a que en este año se aumenten las inversiones y la tecnificación en el sector agropecuario”, comenta Boris Ramírez, coordinador de la Encuesta de Opinión Empresarial Agropecuaria elaborada por la Universidad de los Andes, Portafolio, Finagro, la Andi y la SAC.
Otro punto que juega a favor de los algodoneros es el empleo: de los 15.000 jornales por hectárea que el DANE registró en 2003 se pasó en 2009 a cerca de 210.000. Para este año, con el aumento de 14.000 hectáreas cultivadas y una proyección de 36.167 toneladas producidas, se espera que sobrepase los 3 millones de empleos directos. Una cifra que puede alcanzarse con la meta de Conalgodón de expandir el área sembrada a 44.000 hectáreas.