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Para este punto de la pandemia, y de la crisis económica que ha desatado, la apuesta común era intentar prever hasta dónde iba a caer el Producto Interno Bruto (PIB) para el total de 2020. La presentación de este lunes, hecha por Juan Daniel Oviedo, director del DANE, superó en un momento los 400 espectadores en Facebook y había reportes de usuarios especializados que la estaban viendo casi que con palomitas sobre la mesa.
Los datos del DANE revelan que la economía colombiana sufrió un descalabro del -6,8 % durante 2020, lo que se convierte en el dato más alto en la historia reciente del país, incluso por encima de la crisis de 1999, según Alejandro Reyes, economista principal de BBVA Research.
La cifra está en línea con las estimaciones del Ministerio de Hacienda, aunque por debajo de la media de analistas; la OCDE proyectaba una caída del -8,3 % y el Fondo Monetario Internacional (FMI), del -8,2 %.
Pero, a pesar de que la cifra oficial superó las expectativas de algunos analistas, el panorama sigue siendo preocupante. Para Bruce Mac Master, presidente de la Andi, los datos del PIB para 2020 representan “la peor caída de la economía registrada en la historia del país, perdimos cerca de $70 billones”.
En el total del año, la contracción del 6,8 % en la economía está asociada principalmente con el comportamiento de tres sectores, según el DANE: comercio, reparación, transporte, alojamiento y servicios de comida, la construcción y la explotación de minas y canteras. Estos mismos renglones explican la caída de la economía en el cuarto trimestre del año pasado y, puntualmente, en el mes de diciembre.
Para el total del año, la construcción acumuló una caída histórica del -27,7 %, la explotación de minas y canteras registró -15,7 % y el comercio llegó a una baja de -15,1 %. Las cifras de los tres renglones son las más bajas desde 1976, según los datos históricos del DANE.
“Hubo un muy mal desempeño de la inversión, que se contrajo el 21,2 %, que es una cifra bastante abultada. En este número, la construcción, tanto en temas de vivienda como de infraestructura, fueron las que dominaron en ese resultado. La demanda interna se contrajo el 7,6 % y explica en buena parte la desaceleración de la economía en 2020”, explica Reyes.
Detrás de la caída en construcción y comercio está la mano (bastante visible, por cierto) del gasto de los hogares. Para Oviedo, “la contracción del -6,8 % estuvo explicada, en buena parte, por una contracción del -5,2 % en el gasto del consumo final de los hogares. Hay unos elementos mixtos. No podemos decir que todo se contrajo”.
El panorama del gasto de los hogares, con sus diferencias y matices, se explica un poco de esta forma. Hubo un crecimiento de bienes no durables (alimentos, elementos de aseo personal o para el hogar, por ejemplo), que está ligado a los rigores que introdujo la pandemia: aislamiento y restricciones de movilidad, o sea más comida en el hogar, y todas las aristas del autocuidado, o sea productos de higiene y sanidad.
Este incremento se debe ver bajo el prisma del resto del panorama del año, especialmente las restricciones en movilidad y actividad económica, por un lado; algo que a su vez está ligado con las bajas en ingresos y las reacomodaciones del sistema laboral. En pocas palabras, esa subida en gastos hay que verla a la luz de un desempleo del 15,9 % para 2020 (con un fuerte énfasis en informalidad, además).
Entonces, la intersección de estas variables generó una baja en el gasto en servicios del 9,9 % que, según Camilo Herrera, presidente del Grupo Raddar, “es una caída histórica, sin precedentes”. Por este lado se explican las afectaciones en renglones como servicios de entretenimiento, turismo o de alimentación (como restaurantes).
“Pensábamos que en el cuarto trimestre el consumo de las familias se reanimaría por el levantamiento de algunas restricciones a la movilidad en octubre y noviembre, el arrastre del día sin IVA, el Black Friday y el anticipo de la prima, pero en diciembre hubo un frenazo por las nuevas restricciones que precipitó en el cuarto trimestre una caída en el gasto familiar del 2,2 %. Definitivamente, los bolsillos de los consumidores están muy menguados y cualquier incremento del IVA en bienes y servicios pronunciaría aún más el desestímulo al consumo y al gasto”, dijo Jaime Alberto Cabal, presidente de Fenalco (gremio de los comerciantes)”.
Ahora bien, a diferencia de lo que sucedió en 1999 (otro muy mal año, económicamente hablando), el DANE también ve una contracción muy importante en las decisiones de inversión y en la capacidad de formación bruta de capital fijo, algo que impacta directamente sectores como la vivienda y, por ese lado, la construcción.
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“La vivienda no VIS pesa 75 % en el sector construcción, pero la rotación es mucho más lenta en este renglón. El Gobierno ha celebrado que se han acabado inventarios en forma récord, pero en proyectos que no son VIS la cosa está muy estancada, y por eso se ve la caída. Y esto tiene que ver con que la recuperación va a ser muy lenta. Muchos pensaban que iba a ser en forma de V. Pero si uno mira la trayectoria que traía la economía colombiana antes de la pandemia, volver a los niveles de 2019 no va a suceder en 2021 y muy probablemente no se vea hasta finales de 2022”, opina Diego Guevara, profesor de la Escuela de Economía de la Universidad Nacional y colaborador de este diario.
Por su parte, Mario Valencia, consultor y analista económico, advierte que “acerca del sector comercio hemos llamado la atención por la desconexión que tiene con el resto de la producción: es el que más empleos genera, pero informales y de menores salarios y, por otra parte, en el renglón de las manufacturas se dedica a comercializar productos de importación. El edificio no solo se cae por un movimiento fuerte, sino porque los pilares estaban mal diseñados”.
Sandra Forero, presidenta de la Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol), indicó que “los resultados del PIB confirman que la situación de salud pública, unida con las restricciones a las actividades productivas, causaron un enorme y profundo impacto no solo al aparato productivo, sino en su capacidad de generar valor agregado. Por lo tanto, 2021 y 2022 deben ser años en los que la reactivación debe ser el norte de la política nacional, pero también en las decisiones locales. El plan de vacunación genera una expectativa positiva, por lo tanto, se debe eliminar del escenario colombiano cualquier restricción a la movilidad y al ejercicio del aparato productivo”.
Las perspectivas para 2021, bajo la visión de algunos, permiten mirar con algo de optimismo el futuro económico. Luis Fernando Mejía, cabeza de Fedesarrollo, espera que la economía crezca 4,8 % este año, cifra en la que concuerda BBVA Research, por ejemplo. Mac Master asegura que “los indicadores de finales del año 2020 nos muestran tendencias que insinúan que llegaremos en un futuro próximo a datos positivos. Es muy importante que esto suceda para materializar la reactivación económica del país”.
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Y, sin embargo, hay dudas acerca de la recuperación, más en un año naturalmente incierto por cuenta del proceso electoral de 2022 y en el que otras variables ensucian las aguas como la efectividad de la vacunación en el país o cómo se diseñará e implementará una nueva reforma tributaria.
“No hay posibilidad de que haya recuperación. A lo que puede aspirar el país es a volver a los niveles de 2019, cuando ya había una desaceleración. De lo que se está hablando es de una tendencia inercial, que tiene que ver más con actividades de rebusque, con que la gente recupere lo que perdió en 2020, pero eso no se puede decir que sea una recuperación”, afirma Valencia.
Y Guevara concluye diciendo: “Cuando usted mira la foto que permite ver el PIB de 2020, lo que ve es que la economía ya venía a un ritmo muy lento. Pensar que la recuperación va a ser rápida no es tan así”.