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Este martes el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) reveló que el Índice Precios al Consumidor (IPC) presentó una variación anual de 1,61% durante el 2020. Se trata del dato más bajo para este indicador desde 1955, es decir, en toda la historia estadística del Dane. Pero, ¿qué implica para el ciudadano de a pie este hito?
Lo primero es entender este reporte: el Índice Precios al Consumidor es una de las formas en la que se estima la inflación en Colombia, es decir, el indicador que refleja los cambios en los precios de la economía. Y para calcular el IPC el Dane toma como referencia una canasta básica (familiar), que representa los bienes y servicios que suelen consumir los hogares representativos del país.
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De hecho, en febrero de 2019 el Dane incluyó 441 nuevos bienes en la canasta familiar para adaptarla a las nuevas tendencias de consumo. Entre los cambios más llamativos se encuentran las plataformas de streaming (como Netflix), los cascos para motos y las jaulas para mascotas. Además, algunos productos, como el arroz para sopa, la impresión de fotografías y la cera de pisos, salieron de la medición.
Por esta actualización ahora los hogares son más sensibles a los cambios del dólar. Según la firma Raddar, el porcentaje de bienes importados pasó de 11 % a cerca del 15 % con la nueva canasta familiar. Y no es solo tecnología, pues también hay más alimentos traídos del exterior.
Asimismo, hay que tener en cuenta que el Dane agrupa los bienes y servicios de la canasta familiar en categorías, y le asigna a cada una un peso o ponderación dentro de la medición total del IPC. Se trata de una forma de incluir el efecto de que algunos rubros son más sensibles que otros para el bolsillo de los hogares, pues el alojamiento (que pesa el 33%) no impacta igual que por ejemplo el rubro de prendas de vestir (ponderación de 3,98%).
Por ejemplo, en 2020 la categoría que más subió de precios fue la de salud con una variación anual de (4,96%), seguido por el de alimentos (4,80 %). Mientras que el rubro de prendas de vestir (-3,94%) y de educación (-7,02%) tuvieron variaciones negativas.
Y también hay que tener en cuenta que el IPC de 1,61% en 2020 es solo el reporte agrupado, pues varía según la ciudad y por condiciones socioeconómicas. Por ejemplo, el segmento que el Dane llama “pobres” registró una variación anual de su IPC de 2,27% en 2020; mientras que la de ingresos medios y altos fue de 1,65% y 1,17 %, respectivamente.
Así las cosas, alguien podría decir que el dato de IPC de 2020 muestra que el costo de vida de los colombianos se encuentra en su nivel más bajo en 65 años, es decir, podrían tomarlo como un indicio de que mejoró el bienestar de la población. Sin embargo, no siempre una inflación baja es sinónimo de que la economía vaya bien.
Diego Guevara, profesor de economía de la Universidad Nacional, explica que “el dato de IPC de 2020 no refleja ninguna mejora del bienestar, tan solo muestra el fuerte golpe de la pandemia a la economía colombiana que llevó a una contracción de la demanda agregada. Es decir, los precios cayeron porque los colombianos no podían comprar a los precios de antes del COVID-19. Además, no es una inflación saludable pues el dato se encuentra por debajo del rango meta del Banco de la República de 2 %”.
En efecto, una inflación en mínimos de casi siete décadas puede perder el encanto en una economía que perdió más de 4 millones de empleos durante la pandemia y que podría sufrir una contracción del PIB de 7 % durante el 2020.
Sin embargo, el dato puede representar oportunidades de recuperación. A finales de diciembre el Gobierno decretó que el salario mínimo subirá 3,5 % en 2021, es decir el doble de la variación del IPC de 2020. Y el dato también es mayor frente a las proyecciones de inflación en 2021, pues según la más reciente encuesta del Banco de la República los analistas esperan en promedio que el indicador (IPC) cierre el año (2021) en 2,73%.
Estas brechas tienen el potencial de mejorar en el poder adquisitivo de los hogares. Pero es claro, que para muchos sectores, como las centrales obreras (que pedían un alza de 14 %), este incremento puede ser insuficiente para un año tan complejo y duro. Y todavía podría tardar varios años para que se llegue a niveles de bienestar de prepandemia.