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“¿Autoriza el tratamiento de sus datos personales?” Es una pregunta cada vez más frecuente. Normalmente la escuchamos cuando compramos un producto o contratamos un servicio.
¿Sabe realmente lo que implica responder “sí, acepto”?
Según la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC), la autorización para el tratamiento de datos personales corresponde al consentimiento que da el titular de esos datos (la persona en cuestión) para que la empresa los recoja, almacene, utilice y, en algunos casos, los comparta.
Los datos son valiosos para las compañías porque les permiten identificar a sus clientes o potenciales clientes, conocer sus preferencias e intereses y, con base en esa información, diseñar productos y servicios a la medida.
También se emplean con fines comerciales. Por ejemplo, cuando llaman para ofrecer productos o servicios, o cuando envían correos electrónicos con promociones y descuentos.
De acuerdo con la SIC, toda autorización debe ser informada. Es decir, quien solicita el permiso debe explicar claramente para qué se van a usar los datos: si es con fines comerciales, para analizar hábitos de consumo o para fidelizar al cliente.
Además, debe advertir que el tratamiento se ajusta a la normativa del hábeas data, que en Colombia regula la protección de los datos personales.
En resumen, el tratamiento de la información no puede ir más allá de lo que la persona autoriza. Por ejemplo, si alguien da su consentimiento para que se analicen sus hábitos de consumo, pero no para que se les dé un uso comercial, la empresa debe respetar ese límite. De no hacerlo, se expone a sanciones.
Asimismo, las compañías son responsables de la adecuada custodia de los datos personales. En un contexto de crecientes ataques informáticos, existe el riesgo de que la información sea robada, lo que se conoce como filtración o fuga de datos, afectando a los titulares.
Otro punto importante es que usted sigue siendo el titular de su información. Si ya no tiene relación con una empresa —por ejemplo, un operador de telefonía—, tiene derecho a solicitar la eliminación de sus datos de la base correspondiente. De esta forma evita que lo contacten en el futuro para ofrecerle servicios que ya no le interesan.
Conviene también diferenciar entre datos personales comunes (como nombre, número de teléfono o correo electrónico) y los datos sensibles, que afectan la esfera más íntima de la persona y cuyo mal uso podría generar discriminación o vulnerar la integridad del titular.
Entre los datos sensibles se incluyen el origen racial, la orientación sexual, las creencias religiosas o la información biométrica. Estos últimos han adquirido especial relevancia, pues hoy se usan con frecuencia para autorizar ingresos en oficinas, conjuntos residenciales y gimnasios (reconocimiento facial o huella dactilar).
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La ley establece que no puede ser obligatorio entregar un dato sensible. En consecuencia, deben existir alternativas que permitan acceder a un servicio sin necesidad de proporcionarlos. Volviendo al ejemplo de los accesos, la opción podría ser una tarjeta o un PIN de seguridad.
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