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¿Cuál es la situación de la población migrante venezolana en Colombia? Esa es la pregunta que año tras año busca resolver el DANE mediante su encuesta ‘Pulso de la Migración’.
La encuesta explora distintas dimensiones y ofrece un panorama claro sobre la calidad de vida de esta población en el país.
Muestra de lo anterior es que la mayoría de los migrantes venezolanos (el 67,6 %) duerme solo o comparte habitación con una persona; el 24,2 % con dos o tres personas, mientras que el 8,2 % con más de 4 personas.
De los hogares migrantes con presencia de niños, niñas y adolescentes, el 22,5 % reporta que alguno de estos menores de edad no se encuentra estudiando. El 52,3 % de estos argumenta que la razón principal es no están en edad escolar.
También se encontró que el 75,3 % consume tres comidas o más al día, el 23,4 % sólo consigue acceder a dos comidas diarias y el 1,3 % solo tiene una comida al día.
Sobre el acceso a la alimentación, el 36 % reporta que ha tenido problemas. De este grupo, el 81,1 % señala que la principal dificultad ha sido que no cuenta con el dinero suficiente, mientras que el 18 % enfatiza en que los precios de los productos son muy altos.
Las cifras del DANE también evidencian la importancia de que esta población cuente con una documentación adecuada, indispensable para acceder no solo al mercado laboral colombiano, sino también a servicios esenciales como los financieros y de salud.
A pesar de los avances en este proceso, solo el 65 % de la población migrante cuenta con un Permiso de Protección Temporal (PPT). Entre quienes aún no lo tienen, el 43 % atribuye la situación a dificultades con la entidad encargada, el 17 % no cumple con los requisitos y otro 17 % tiene el documento en trámite.
Aún con estos desafíos, casi nueve de cada diez venezolanos asegura que planea permanecer en Colombia durante el próximo año, mientras que el 3,2 % quiere regresar.
La mayoría (el 48,4 %) señala que Colombia ofrece buenas oportunidades laborales, de ingresos, vida, estudio, clima y acceso a la salud; mientras que un 17 % dice que desea seguir construyendo aquí su vida, pues ya se encuentra radicado.
De la población venezolana que permanece en Colombia, el 15 % asegura tener familiares o amigos en Venezuela con intención de migrar.
La mayoría de la población migrante venezolana se encuentra trabajando. El 64,1 % de ellos, en edad de trabajar, lo hace; un 17 % se dedica a oficios del hogar; otro 8,6 % estudia; el 5,1 % está buscando trabajo y un 4,5 % está incapacitado para trabajar.
Sin embargo, las cifras del DANE también muestran los enormes desafíos que enfrenta esta población. Muestra de ello es que solo el 11 % de los ocupados se encuentra afiliado al sistema de pensiones.
Esta cifra es alarmante, pues aunque la población trabajadora en Colombia ha venido envejeciendo, la migración venezolana ha tenido un positivo impacto, pues pone en el mercado laboral fuerza de trabajo joven que aporta a la producción en el país.
Su participación en el mercado laboral representa también una oportunidad para fortalecer la base de cotización a la seguridad social —los aportes que realizan los trabajadores para financiar los sistemas de salud, bienestar y pensiones—. Sin embargo, esta posibilidad no se está aprovechando plenamente, ya que solo uno de cada diez migrantes cotiza, lo que evidencia los profundos problemas de informalidad laboral que persisten.
La fotografía también muestra que el 82,3 % tiene un contrato verbal. Las oportunidades laborales no son pocas, pues casi siete de cada diez asegura que no tuvo problemas para encontrar trabajo. Entre quienes sí tuvieron dificultades, el 43 % señala que fue por falta de documentación necesaria, mientras que un 30 % dice que la oferta laboral es baja.
Otra realidad para esta población es que el 51,6 % trabaja más de 49 horas a la semana; mientras que el 36,8 % lo hace de 40 a 48 horas.
La bancarización también es un desafío, pues casi seis de cada diezmo tiene una cuenta con una entidad financiera, microfinancieras, Fintech, billeteras financieras, cooperativas o banco.
Las cifras revelan que la mayoría de los venezolanos en Colombia no envían remesas a su país, solo el 25 % lo hace.
Por último, la autopercepción de la situación económica de esta población tiende a ser positiva, pues casi seis de cada diez no se considera pobre y cuatro de cada diez cree que en este país sus hijos serán más ricos cuando cumplan la edad de ellos.
Colombia se ha convertido en un destino de esperanza para miles de personas que buscan estabilidad y un nuevo comienzo. Pero más allá del gesto humanitario, el país tiene ante sí una gran oportunidad: aprovechar el potencial productivo de esta población para fortalecer su economía, dinamizar regiones y construir una sociedad más inclusiva. Convertir la integración en una política real y sostenible no solo transformará la vida de los migrantes, sino también el futuro del país.
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