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La cara del Aeropuerto Internacional El Dorado cambiará drásticamente en unos 10 años, si todo sale bien. Esa es la promesa de los promotores del proyecto que busca ampliar al centro aeroportuario más importante del país.
Luego de dos años y medio en periodo de factibilidad, este martes se presentó en audiencia pública el proyecto “Iniciativa Privada El Dorado Máximo Desarrollo (Edmax)” y lo que vendrá a futuro: los planes de construcción y generación de empleo local, el impulso del comercio y la transformación social de Bogotá.
La obra contará con una inversión de $9,7 billones de inversión y 78 meses de ejecución (seis años y medio), desde diciembre de 2028 hasta mayo de 2035. Antes de pasar a esta etapa, deberá superar el periodo de preconstrucción, cercano a los 18 meses, que arranca en 2027, después del contrato de concesión.
Andrea Castellanos Gómez, gerente del proyecto, señaló que el crecimiento debe ser sostenible y responsable para atender el dinamismo del sector. “Estamos convencidos de que Edmax es la respuesta al crecimiento de carga y pasajeros a 2050″, afirmó.
“Estamos ubicados en el centro del continente, lo que nos permite ser el centro de conectividad de sueños, oportunidades y negocios por el mundo”, dijo la directiva.
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La obra tomó fuerza a finales de 2022, cuando la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) puso sobre la mesa la ambiciosa ampliación, que tendrá como responsables Odinsa (de Grupo Argos) y Grupo Macquarie (multinacional financiero australiano). Y es que, más que una expansión, se trata de una cirugía mayor en el corazón logístico de Colombia, un país que busca consolidarse como hub regional sin que el tráfico aéreo colapse en el intento.
El plan es tan colosal, como estratégico. Se ampliarán los muelles nacional e internacional, se duplicarán los puentes de abordaje y se extenderá la pista norte en 800 metros, medidas que buscan descongestionar un aeropuerto que, más que recibir vuelos, hoy sobrevive a ellos.
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El año pasado, el aeropuerto movilizó 45,8 millones de pasajeros, según la Aeronáutica Civil. Con la obra se lograría aumentar la capacidad a 73 millones, un incremento de 59,4 %.
La promesa del proyecto es maximizar la capacidad del aeropuerto, de este modo:
- La terminal de pasajeros crecerá 118 %, alcanzando 489.320 m².
- Se construirá el Centro de Intercambio Modal Aeroportuario (CIMA) y el sistema troncal de Transmilenio llegará directamente a la terminal (si se cumple, esta fue la gran promesa fallida de la línea de la calle 26).
- Se destinarán más de $1,1 billones en mejorar las vías de acceso al aeropuerto.
- Se pasará de 39 a 75 puentes de abordaje, un aumento de 92 %.
- La terminal de carga crecerá 14 %, incluyendo una nueva Terminal Belly Cargo de 21.080 m².
- Se reducirán los tiempos de ocupación de pista en 38 % gracias a siete nuevas calles de salida rápida.
- Se incrementarán en 30 las posiciones de parqueo, para un total de 129.
- Se generarán más de 7.300 empleos, con oportunidades para comunidades locales.
- Construcción bajo estándares LEED, uso de energías renovables y reducción de emisiones de carbono.
Por ahora, el proyecto está en etapa de evaluación y seguirá en este ritmo hasta noviembre de 2025, cuando se dará el visto bueno para pasar a la etapa de apertura de proceso de selección en marzo de 2026. Para Luis Eduardo Acosta, vicepresidente de la ANI, esta etapa es crucial, ya que se valoran los aspectos jurídicos, financieros, ambientales y sociales.
“Es relevante escuchar las opiniones de la comunidad”, dijo Acosta, agregando que las implicaciones para la ciudad serán más que notorias. La inversión social alcanzará los $47.000 millones y un aumento de 30 % en la comunidad aeroportuaria, al pasar de 32.000 a 44.000.
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La ampliación de El Dorado es una tarea pendiente. En una reciente entrevista con este diario, Roberto Alvo, CEO de Latam, señaló que Latinoamérica en general, y Colombia en particular, siguen siendo mercados “inmaduros” en cuanto a la cantidad de pasajeros por habitante.
“El potencial en la región es gigante”, dijo Alvo, y agregó que 85 % de la gente en la región nunca se ha subido a un avión. El reto en el país, advirtió, era el problema de saturación en El Dorado.
El desafío del proyecto de expansión no solo radica en la ejecución de la obra, sino en su impacto a largo plazo, así como su huella en las comunidades más inmediatas a la terminal.
La transformación de El Dorado marcará el pulso de la competitividad aérea de Colombia en las próximas décadas. Con un tráfico creciente y una infraestructura al límite, la expansión se convierte en una jugada obligada para mantener el ritmo de un país que, en materia de conectividad, aún tiene mucho por hacer.
Aún quedan preguntas en el aire. ¿Logrará la obra ejecutarse sin contratiempos financieros y administrativos? ¿Responderá la expansión a la demanda futura o quedará corta antes de tiempo?
Lo cierto es que el reloj ya está corriendo y, si todo sale según el plan, en 2035 Bogotá tendrá un aeropuerto más a la altura de sus ambiciones.
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