
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
La economía colaborativa (EC) es la modalidad de intercambio que ha sido posible gracias a la tecnología y las plataformas digitales que día a día nacen en el mundo. Se trata de una forma de acceder a y ofrecer productos y servicios, a cambio de beneficios monetarios o no monetarios, según las definiciones más citadas. (Lea Uber, Airbnb: la economía colaborativa gana terreno, a pesar de las críticas)
Compartir un carro, alquilar la propia vivienda o conseguir financiación colectiva para proyectos especfícos a través de internet son solo algunos ejemplos de lo que es posible lograr o conseguir con la EC. Sin embargo, estas innovaciones e incluso disrupciones han tomado por sorpresa las regulaciones de los países. Las discrepancias y vacíos alrededor de Uber encarnan apenas una muestra de eso. (Lea Uber: ¿debate tecnológico o de transporte?)
Al respecto, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) acaba de publicar un estudio titulado Retos y posibilidades de la economía colaborativa en América Latina y el Caribe. En el documento, presenta un panorama de la EC en la región, junto con recomendaciones, principalmente para los reguladores y el sector privado. En ese sentido, parecen estar moviéndose las autoridades nacionales, así como algunas empresas. (Lea Las angustias del sector TIC).
¿Por qué es importante la Economía Colaborativa para América Latina?
Para el BID, la economía colaborativa puede ayudar a resolver el problema de desigualdad presente en la región. “Los mercados digitales permiten que casi cualquier ciudadano pueda convertirse en oferente de bienes y servicios, con pocas barreras de entrada, a cambio de una remuneración”.
De otro lado, según el estudio, la EC ayuda a utilizar eficientemente los escasos recursos. Un ejemplo podrían ser las plataformas en donde se consiguen objetos de segunda mano.
Otro aspecto positivo de este modelo de intercambio, dice el BID, es que puede contribuir a reducir la informalidad laboral, que en la región llega a niveles de 46,8 %. “La digitalización de las transacciones en las plataformas colaborativas representa una gran herramienta para formalizar esta economía. A la vez, con una buena regulación se puede dotar de mayores derechos y seguridad a los participantes”.
Algunas recomendaciones del BID para regular
La EC supone retos de competencia, fiscales, laborales o en la protección de usuarios. En vez de una visión restrictiva, el BID recomienda, primero, “entender el fenómeno que se debe regular para luego modificar la normativa y adaptarla a esta nueva realidad, a fin de ponerla en vigor”.
Los investigadores advierten que una regulación única y transversal sería insuficiente e imposible de aplicar. Por eso “resulta pertinente una revisión de la normativa de carácter general (especialmente en el ámbito laboral y fiscal) que permita que las personas se conviertan en microoferentes (ciudadanos productores y prestadores de servicios) con las máximas facilidades”. Habla de una intervención por sectores: turismo, movilidad y finanzas, etc.
Debido a que existen diversos tipos de empresas de EC (con o sin ánimo de lucro, comunitarias, empresas sociales), los investigadores del BID recomiendan pensar en políticas públicas diferenciadas que incentiven la clase de actividades que las administraciones consideren más oportunas.
Algunos datos sobre la economía colaborativa
Algunos ejemplos de plataformas de economía colaborativa pueden ser Airbnb, en el sector de viajes y turismo; Uber, Lyft, Cabify o Biko (de origen colombiano), en el de transporte, y Little Big Money, en la financiación colectiva. Hoy, a nivel mundial hay más de 17 compañías con operaciones superiores a los US$1.000 millones, con más de 60.000 empleados y US$15.000 millones en financiamiento en el ámbito de la EC, según cita el BID.
De acuerdo con una proyección de PwC, la economía colaborativa en cinco sectores (viajes y turismo; transporte compartido; finanzas; provisión de personal, y “streaming” de música y video) podría pasar de tener US$15.000 millones de ingresos actuales a US$335.000 millones en 2025.
¿Qué ha hecho Colombia de cara a la economía colaborativa?
Para adoptar una visión que se adecúe a la llamada “cuarta revolución industrial”, el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones adoptará un viceministerio de Economía Digital. En ese sentido, el regulador, la Comisión de Regulación de Comunicaciones, trabaja en un estudio que marcará la hoja de ruta para la economía digital, y que estaría listo en aproximadamente dos meses. Según la entidad, el objetivo es promover una visión de desarrollo y no de restricción. (Lea ¿Por qué el Mintic no puede bloquear Uber?).
De otro lado, para la innovación, desde hace años se han venido creando y consolidando entidades públicas como Innpulsa, programas como Apps.co (del Mintic), y han llegado al país diferentes incubadoras y aceleradoras de origen privado, como Wayra, de Telefónica.