“Aquí ni hay preescolar ni hay educación media”: Fabio Jurado, experto en educación
Más de 30 años como profesor de la Universidad Nacional, investigador de la educación en Colombia, consultor del Ministerio y coordinador de la red Latinoamericana para transformar la docencia en la región, este experto asegura que la formación de docentes a distancia es inviable en el país.
Camila Taborda / @camilaztabor
Fabio Jurado se casó desde hace medio siglo con la educación. Su afición por la academia lo ha llevado a estudiar, desde los cimientos, el estado del sistema educativo del país. En esa búsqueda, tras graduarse como licenciado en literatura de la Universidad de Cali, le entregó la vida a la docencia. Pasó más de treinta años como profesor de la Universidad Nacional. Desde allí fue consultor del Ministerio de Educación, ayudó a crear los lineamientos para los currículos escolares actuales, fundó el Instituto de Investigación en Educación y se convirtió en el coordinador nacional de la Red para la Transformación Docente en Lenguaje, en la que trabajaban desde hace 25 años investigadores, especialistas, maestros y psicopedagogos de Argentina, Brasil, Chile, México, Perú y nuestro país.
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Fabio Jurado se casó desde hace medio siglo con la educación. Su afición por la academia lo ha llevado a estudiar, desde los cimientos, el estado del sistema educativo del país. En esa búsqueda, tras graduarse como licenciado en literatura de la Universidad de Cali, le entregó la vida a la docencia. Pasó más de treinta años como profesor de la Universidad Nacional. Desde allí fue consultor del Ministerio de Educación, ayudó a crear los lineamientos para los currículos escolares actuales, fundó el Instituto de Investigación en Educación y se convirtió en el coordinador nacional de la Red para la Transformación Docente en Lenguaje, en la que trabajaban desde hace 25 años investigadores, especialistas, maestros y psicopedagogos de Argentina, Brasil, Chile, México, Perú y nuestro país.
Hoy Jurado está jubilado, pero trabaja desde su casa y sigue dando clases. El Espectador lo entrevistó para conocer su opinión sobre el sistema educativo nacional.
¿Cómo está la educación de Colombia?
En 2013, un grupo de veinte profesores del Instituto de Investigación en Educación de la Universidad Nacional realizamos un estudio solicitado por el Ministerio de Educación. Analizamos 112 documentos producidos por ONG, grupos de universidades públicas y privadas e investigadores independientes. Esto con el fin de rastrear en ellos propuestas para ajustar el sistema educativo colombiano. Un aspecto relevante del resultado que obtuvimos es que Colombia no tiene un ciclo de educación preescolar. La educación media, que debe ser un ciclo definitivo para los jóvenes, no existe en el país. Además hay una atomización entre cada uno de los grados dentro de los niveles respectivos. Esto es el grado que se llama transición no se articula con la educación primaria en su primer grado, hay un aislamiento allí entre las docentes que trabajan en transición y quienes trabajan en primer grado.
¿A qué se refiere cuando dice que no existen estos ciclos?
Hemos observado que en este grado se ha pretendido que el niño aprenda a leer y escribir y aprenda las operaciones básicas aritméticas. Ese grado que se llama transición y que la ley declara como de preescolar se convirtió en primer grado de primaria.
¿Qué efecto tiene ese vacío?
Los niños ingresan de tres o cuatro años, eso hace que al terminar la primaria tengan nueve o diez años y luego cursen la secundaria, donde se debería cultivar una expectativa e ilusión por saber la ruta que se va a elegir en el ciclo que es previo a la universidad o previo al ejercicio de un determinado oficio. Esto es educación media, que son los grados 10 y 11, pero ven las mismas áreas que en secundaria y tienen quince años de edad. No conocemos bun país en el mundo donde al terminar el bachillerato los muchachos tengan esa edad, pues la constante son 17 y 18. La ley 115 tiene un problema y es que distingue dos modalidades de educación media: la académica y la técnica. Esto es arbitrario, porque no se trata de diferenciar entre lo que es un bachiller académico o técnico. Se trataría más bien de considerar un ciclo donde los jóvenes pueden profundizar en ciencias naturales y matemáticas o en humanidades o en artes o en educación física y deportes o en tecnologías o en oficios, que es lo que yo he visto en otros países.
En esas visitas internacionales, ¿qué respuestas ha encontrado?
El 70 % de jóvenes en países como Canadá, Estados Unidos o Singapur optan por carreras tecnológicas en un ciclo posmedia y solo el 30 % decide continuar con carreras completas. En Colombia solo el 50 % de los que ingresan a la universidad terminan las carreras. Es decir que podemos considerar un ciclo de tipo tecnológico, ofrecer otras oportunidades. No solo con uso de herramientas, sino con una formación sólida alrededor de problemas que tienen las comunidades.
Hablemos de los docentes. Existe un consenso sobre la escasa calidad de los profesores del país.
Vemos que uno de los modelos más accesible para quienes quieren formarse como docentes es la educación a distancia, de hecho, es casi la única posibilidad en los territorios de frontera. La universidad del Tolima y la de Pamplona cayeron en el juego de mover por todo el país las licenciaturas a distancia que no vamos a descalificar. Tan sólo que en Colombia no tenemos las condiciones para que, con este sistema tan frágil, quien termina el bachillerato pueda hacerlo. Es entendible en Australia pero aquí requerimos formar maestros de manera presencial con grupos de investigación.
Hoy la Universidad Pedagógica, encargada de orientar por ley la formación de los docentes a nivel nacional, tiene sólo el 25 % de docentes de planta y el 75 % de contrato por horas de medio tiempo o de tiempo completo a 6 o 10 meses, eso no garantiza fortalecer grupos de investigación donde los futuros maestros participarán. Hay dos modelos que yo propongo para esta problemática: el primero es que el normalista que quiere ser maestro hace la licenciatura y continúa con la maestría en educación. La otra es que los profesionales que estudian carreras relacionadas con educación (matemáticas, física, química) tomen sus cursos flexibles que son el 20 % del pénsum en cursos relacionados con educación y luego, su tesis sea el primer semestre de una maestría en esta área. El problema para esta última propuesta son los recursos porque en nuestro país la universidad pública se ve conjuntada con la privada: los posgrados cuestan más de cinco millones.
¿Qué opinión le merece el rol del Ministerio de Educación?
El problema de la calidad de la educación comienza por el Ministerio mismo y no es el problema de los maestros. La educación está sobrediagnosticada en el país, los estudios que existen son suficientes; sin embargo, cada Gobierno le pide a una universidad o a un grupo que estudie la problemática de la educación. A mí me parece que hay que reclamarle a la cartera que sea consecuente con lo que ha pagado, porque esos estudios han tenido un costo. Una estrategia que debería implementarse es el apoyo de los profesionales de planta que conocen el panorama y no tanto en los que llegan como cuota del Gobierno de turno, porque eso rompe todos los procesos.
Arriba: Fabio Jurado (extremo izquierdo) en compañía de un grupo de amigos, entre ellos, Gabriel García Márquez. Abajo a la izquierda: Jurado en el medio, a su izquierda; Álvaro Mutis. Abajo a la derecha: (foto actual) Jurado con Carlos Lomas, que es doctor en Filología Hispánica, catedrático de educación y asesor de formación de docentes en Gijón, España. / Fotografías de Fabio Jurado Valencia.
¿Cuál considera que es el enfoque para la educación en el país?
Hay que hacer hincapié en el aprendizaje. Porque considero que el maestro también está aprendiendo con sus estudiantes cuando no repite currículos estandarizados y únicos. En los últimos cuatro años del Gobierno de Santos tuvimos muchas contradicciones con los programas que se echaron a andar. Hubo un retroceso en lo que los maestros venían trabajando con los lineamientos curriculares de todas la áreas que, como su nombre lo indica, son lineamientos generales para pensar el currículo porque la ley 115 de 1994 y el decreto 1860 del mismo año invitan al maestro a pensar la educación a partir de proyectos y poner hincapié sobre el aprendizaje. Eso ha brindado iniciativas innovadoras en el país.
¿Qué sucedió con esos programas impulsados durante el Gobierno Santos?
Es un documento del Ministerio de Educación llamado Derechos básicos de aprendizaje. Ese texto, en su primera versión, no trae nombres de asesores de la cartera. Desde el Instituto de Investigación de la U. Nacional nos pronunciamos ante la ministra de entonces, Gina Parody, a través de una carta y un comunicado público señalando que ese documento, que se había lanzado como política curricular para el país, estaba neutralizando los desarrollos que los maestros vienen adelantando alrededor de los lineamientos curriculares. Porque ese texto, que estaba acompañado de mallas de aprendizaje, guías diseñadas y libros de textos eran un retroceso tremendo. Porque son un formato de organización curricular semejante a los antiguos programas curriculares antes de la ley 115 donde a los maestros se les decía qué enseñar, cómo evaluar, qué tiempo dedicar a cada contenido. La escuela no puede asumir su espacio como un espacio de repetición, no tiene lugar hoy. Los profesores deben comprender que esos lineamientos no son una política ya determinada ni obligatoria.