Durante los últimos días ha circulado en redes sociales la primera gráfica que acompaña este texto. En ella se muestra el número de personas que se han postulado cada año (desde 1992) a los créditos-beca Colfuturo para estudiar una maestría o doctorado en el exterior, cuántos de ellos son seleccionados y, finalmente, quienes terminan siendo beneficiarios. La imagen llamó la atención de varios actores del sector educativo porque, aparentemente, evidenciaba una caída drástica de los seleccionados: mientras en 2024 fueron seleccionados el 42 % del total de las personas que se postularon, en 2025 se tiene estimado que solo sea el 24%.
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Sin embargo, hay que agregar un par de elementos a la interpretación que muchos hicieron del gráfico en las redes sociales. Hay que tener claro tres categorías: quienes se presentan al programa; los seleccionados; y finalmente, los beneficiarios. Después de que los solicitantes se presentan, Colfuturo hace una selección, y, a partir de los recursos disponibles, selecciona la cohorte final. Según Gloria Bernal, directora del Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Javeriana, si los datos se miran con atención, se revelan dos tendencias. En primer lugar, que el número de personas que se han presentado a los créditos-beca Colfuturo ha crecido. Por ejemplo, mientras que en 2023 se presentaron 3.693 personas, en 2024 y 2025 el número incrementó a 4.811 y 4.999 postulaciones, respectivamente.
En segundo lugar, y pese a lo primero, el número de beneficiarios se ha mantenido, pues en 2023 se presentaron 3.693 personas, se seleccionaron 1.859 y, al final, fueron beneficiadas 1.128. En 2024, a pesar de que el número de solicitudes subió a 4.811, el número de beneficiados fue de 1.018. Estas dos realidades, explica la investigadora, “jala la tasa hacia abajo”. Para entenderlo mejor, Bernal plantea un ejemplo: si en un año se presentan 100 y se escogen 10, la tasa de beneficiarios será del 10%. Pero si al siguiente año se presentan 1.000 y se eligen los mismos 10, la tasa baja al 1%. Entonces, aclara, aunque el número absoluto de seleccionados y beneficiarios entre una cohorte y la otra sea el mismo o uno similar, la tasa disminuye.
Jerónimo Castro, director de la entidad desde 2001, cuenta que no han podido responder a la creciente demanda de solicitudes porque están en vilo los recursos que destina el Gobierno Nacional. Colfuturo, fundada en 1991, es una fundación que opera gracias a donaciones de algunas empresas (como las del grupo Sarmiento Angulo o las de los Santo Domingo) y los aportes que hace el Estado, a través del Icetex o el Ministerio de Ciencia. Este convenio comenzó en 2007 y se ha prorrogado a lo largo de los años mediante diversos documentos CONPES.
El más reciente, el CONPES 3862 de formación de alto nivel, fue expedido en 2016 y estableció, entre otras cosas, que a los beneficiarios se les podía condonar hasta el 75 % del capital de su deuda. Además, aprobó recursos por $ 700.000 millones adicionales para garantizar el Plan de Becas de Colfuturo hasta 2025 y así aumentar el número de beneficiarios. En el documento se estipuló que la entidad aportaría el 66% de los recursos y el Estado el 34% restante.
Con estos recursos, añade Castro, era posible condonar los créditos de aquellos estudiantes que regresaban al país. Cada crédito puede desembolsar un máximo de 25.000 dólares por año a cada beneficiario, por un período máximo de dos años. Parte de esa deuda, que puede llegar a sumar 50.000 dólares, se condona siempre y cuando el estudiante cumpla con ciertos requisitos, como graduarse del programa en el que se matriculó, regresar al país dentro de un periodo determinado y permanecer aquí entre tres a cinco años. Si la persona se vincula laboralmente, a tiempo completo, a una entidad pública, puede recibir una condonación adicional. Al final, se puede llegar a condonar hasta el 80 % del monto total.
Los estudiantes que no regresan al país, asegura Bernal, quien estudió su maestría en administración pública en la Universidad de Nueva York con un crédito-beca Colfuturo, deben devolver el dinero que les prestó la entidad, junto con los intereses correspondientes. Con esos recursos, se pueden otorgar nuevos préstamos a las personas que se postulen en futuras cohortes.
Entonces, asegura Víctor Saavedra, economista y director de la Agencia Distrital para la Educación Superior, la Ciencia y la Tecnología (Atenea), el CONPES de 2016 permitió, al final, establecer un mecanismo de financiación con vigencias futuras, lo que garantizó los recursos de los créditos-beca hasta este año. La preocupación, anota, es que si bien el Gobierno ha cumplido estrictamente con los giros establecidos en el documento, en febrero se realizó el último desembolso y están en vilo los recursos necesarios para “cumplir la vigencia de 2026 en adelante. Es un trabajo que debe ser liderado por los ministerios de Ciencia y Educación”.
Desde el Ministerio de Ciencia aclararon que, hasta marzo de 2025, “se han apoyado más de 4.700 beneficiarios en maestrías, doctorados y estancias posdoctorales (...) Este año logramos financiar 1.214 becas para posgrados en el exterior, invirtiendo más de $64.000 millones”. El problema, anota Saavedra, es que, aunque se firmen nuevos CONPES, el presupuesto actual y el proyectado para el Ministerio de Ciencia limita la posibilidad de “aportar los recursos de funcionamiento de Colfuturo, ni a las becas Fulbright u otros programas que estaban bajo la responsabilidad de esa cartera”.
Frente a este panorama incierto, Castro, de Colfuturo, indica que en los últimos dos años ha buscado diversos mecanismos para renovar el CONPES con el Ministerio de Ciencia, pero el principal cuello de botella ha sido el presupuesto de la cartera, liderada por Yesenia Olaya Requene, que cada año se reduce aún más. Aunque todavía no es oficial, hace un par de meses se conoció una propuesta preliminar del Presupuesto General de la Nación (PGN), en la que se anotó que se destinarían a este ministerio $ 120.709 millones para el próximo año, lo que representa un recorte del 54,7 % frente a los $ 266.988 millones desembolsados en 2025.
Hasta el momento, el Ministerio de Ciencia ha informado en sus redes sociales que ha establecido una serie de diálogos con el Ministerio de Hacienda y el Departamento Nacional de Planeación (DNP) para buscar un aumento en su espacio presupuestal y así firmar un nuevo CONPES. El Espectador se comunicó con esa cartera para ampliar ese tema, pero hasta el cierre de esta edición no obtuvo respuesta. Castro, de Colfuturo, dice que no ve con claridad que esta cartera ni el Gobierno Nacional tengan la intención de continuar cooperando con Colfuturo. “Eso deja una incertidumbre y ahora nos tenemos que preparar para un escenario que es muy incierto hacia adelante”.
¿Qué pasará con Colfuturo?
Castro señala que desde la entidad están buscando otras alternativas de financiación, porque han identificado un incremento en el número de personas interesadas en estudiar un posgrado en el exterior. Además, deben atender a los estudiantes ya seleccionados, quienes aún pueden viajar este año. “La cohorte de 2024 tiene todo este año para viajar, hasta el 15 de mayo de 2026, y se le suma la de 2025. Cada generación cuenta con dos años para cumplir ese viaje”, señala.
En caso de que no logren suplir ese 34 % que asumía el Gobierno, advierte Castro, Colfuturo se verá en la obligación de reducir sustancialmente sus créditos, porque, añade, “la entidad sola no puede ofrecer créditos-beca tan generosos como lo ha hecho hasta ahora. Este año tuvimos que incrementar la tasa de interés porque el costo de financiación es más alto”. Castro, con el objetivo de explicar el monto que manejan desde Colfuturo, explica que una cohorte de 1.000 beneficiarios representa aproximadamente 50 millones de dólares, y para mantener el programa con las becas actuales se necesitan al menos 15 millones de dólares en cofinanciación.
A los ojos de Saavedra, quien también fue viceministro de Educación en Preescolar, Básica y Media durante el gobierno de Juan Manuel Santos, el número de becas podrían reducirse a solo 300 en un año, lo que, en su opinión, representaría una pérdida significativa en las oportunidades de formación de alto nivel, cuyos efectos se pueden sentir incluso a mediano plazo. Una opinión similar comparte Bernal, desde el LEE, quien enfatiza que “tener un título de posgrado puede aumentar los ingresos de la persona, incrementar las oportunidades laborales y mejorar la posibilidad de alcanzar su potencial profesional”.
Fabio Sánchez, Ph.D. Economía y profesor de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes, asegura que acceder a maestrías y doctorados genera en un ciclo positivo cuando se analiza en clave país. “Adquieren una formación que puede ir dirigida a la investigación, que contribuye incluso a fortalecer la calidad de la educación en las universidades. Adicionalmente, como ganan más dinero, pagan más impuestos, y esta es una forma de redistribución en la sociedad”, añade. Este retorno a la sociedad fue corroborado en una evaluación de impacto de Colfuturo, realizada junto a un equipo de investigadores, donde Sánchez y sus colegas analizaron los efectos de financiar estudios de posgrado en el exterior.
La evaluación encontró que “por cada peso que se invierte socialmente en el acceso a un posgrado en el exterior, en este caso con Colfuturo, se generan 1,65 pesos de beneficio monetizado para la economía en general”, cuenta Sánchez y destaca que el “93 % de los beneficiarios completó sus estudios de posgrado. Una tasa alta, si se tiene en cuenta que, en Colombia, la deserción en educación superior es del 50%”.
La pregunta que queda ahora sobre la mesa, plantea Bernal, es saber si el país está dispuesto a sostener una apuesta estratégica por la educación de alto nivel, pues, además de reducir el número de estudiantes que accedan a un posgrado en el exterior, también se podría afectar la “capacidad de Colombia para competir, innovar y desarrollar investigación dentro del país”.
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