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Calidad docente: dos pasos adelante y uno atrás

Dos años después del último concurso docente aún no hay resultados. Unos 40 mil maestros están en el limbo, al igual que el mayor avance en calidad educativa. Análisis.

Alejandro Ome
11 de febrero de 2015 - 02:32 a. m.
Demorarse en la contratación de 20 mil docentes puede afectar a unos 800 mil estudiantes. / Archivo
Demorarse en la contratación de 20 mil docentes puede afectar a unos 800 mil estudiantes. / Archivo

El año pasado, la calidad de la educación fue uno de los principales temas del debate electoral. Todos los candidatos hablaron de mejorar la atención en la primera infancia y ampliar la jornada escolar. Pero por un amplio margen la calidad docente fue lo que más se trató. Se habló de mejorar salarios, seleccionar los mejores bachilleres para que optaran por la carrera docente y mejorar la valoración que el público hace de los docentes.

A la fecha, es muy poco lo que se ha visto en la práctica de estas propuestas. Es posible que las cosas que se piensa hacer tomen algún tiempo, pero lo preocupante no es tanto que no hayan arrancado las nuevas propuestas sino que se está perdiendo terreno en las conquistas institucionales que se habían logrado. Ese es el caso del último concurso docente, que comenzó en 2013, pero a la fecha ninguno de los 40.000 maestros que se postularon y pasaron la fase inicial ha podido ser contratado porque no ha salido la lista de elegibles.

El concurso, vale la pena recordarlo, es el desarrollo institucional más importante que se ha logrado en términos de meritocracia en la carrera docente en los últimos años en Colombia. Hasta 2013 había estado funcionando relativamente bien. Comienza con unas pruebas de conocimiento a los candidatos que decidan responder a la convocatoria. Los que superan estas pruebas pasan a la etapa de valoración de antecedentes y entrevista. Finalmente, los resultados de las pruebas, los antecedentes y la entrevista se utilizan para producir listas de elegibles. Los candidatos que muestren mejores resultados tienen una posición más alta en las listas y, por lo tanto, una mayor posibilidad de ser contratados más rápido. Se puede ver, entonces, que el diseño del concurso busca privilegiar a los mejores candidatos, lo cual es la esencia de la meritocracia. Antes de este estatuto, los concursos no eran el común denominador de las contrataciones, y los que se hacían no seguían un proceso tan estructurado como los que se han hecho bajo el nuevo marco, o por lo menos los que se habían hecho hasta 2012.

En esta convocatoria en particular el problema se presentó en la valoración de antecedentes. La Comisión Nacional del Servicio Civil, que es la entidad encargada de todo el proceso, contrató a la Universidad de la Sabana para que llevara a cabo la evaluación de las hojas de vida. Tras la publicación de resultados, a finales del año pasado, se presentaron más de 8.000 reclamos por parte de los candidatos. La universidad prometió que el 12 de febrero va a publicar nuevos resultados. Falta ver cuál es la reacción de los docentes a un proceso cuya credibilidad ya está en tela de juicio, aparte de que hay que esperar que se surtan el resto de fases del concurso. En suma, un proceso que venía tardando poco más de un año se va a demorar esta vez por lo menos dos.

La demora en la emisión de la lista de elegibles tiene varias implicaciones negativas. En primer lugar, sobre los estudiantes. La meta es vincular unos 20.000 docentes en un principio (las listas tienen vigencia de dos años, por lo que podrían ser más a medida que pasa el tiempo). Demorarse en la contratación de 20.000 docentes puede afectar a unos 800.000 estudiantes. No hay que extenderse mucho para explicar el efecto que puede tener sobre un grupo de niños no tener docente. Es posible que muchas secretarías de Educación hayan optado por ajustar sus plantas de personal y contratar más docentes bajo figuras temporales, lo que a su vez genera dos problemas. Primero, incrementa la tasa de rotación docente, que tiene efectos negativos sobre el desempeño de los estudiantes, y segundo, la calidad docente de personas vinculadas por contrato temporal puede ser inferior a la de las que han pasado por el proceso de concurso. Adicionalmente, no poder contratar docentes por los canales regulares dificulta la extensión de la jornada completa, que por defecto demanda más maestros.

Pero el efecto más importante es sobre los candidatos mismos y la percepción de la carrera docente en general. ¿Qué señal se les está dando a las personas que están estudiando la posibilidad de elegir la carrera docente, cuando ven que el proceso de vinculación laboral tarda más de dos años? ¿Dónde quedó el discurso alrededor de la importancia del maestro en la sociedad?

Han pasado cerca de 13 años desde que se expidió el Estatuto de Profesionalización Docente. Es una verdadera pena que se esté retrocediendo en este tema. A los candidatos no les interesa si la culpa es de la Comisión, de la Universidad de la Sabana o del Ministerio. Lo que quieren ver es que alguien tome el liderazgo para salir de esta situación. El año pasado se les describió como héroes, ahora simplemente quieren saber cuándo pueden empezar a trabajar.

 

* Economista

Por Alejandro Ome

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