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Cómo los lectores pueden cambiar el mundo

En colegios y escuelas de zonas rurales, algunos docentes van buscando niños que no tienen acceso a un libro, maestros que no comprenden los textos y padres que no saben leer. Gracias al programa Las Letras van por Colombia, la vida de miles de familias se ha transformado.

El Espectador

01 de agosto de 2016 - 11:44 a. m.
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Para llegar al casco urbano de Yarumal, desde la vereda Ochalí, hay que andar cuatro horas en bus escalera, como le dicen los paisas a la chiva. El viaje es largo e incómodo, por eso, y otras razones, muchos de sus habitantes jamás han salido de su tierra. Visitar el pueblo puede convertirse en una de las mayores aventuras de su vida. Entonces, cuando Jonatan vio a los profesores y padres llegar al pueblo para tomar las clases del programa Las Letras Van por Colombia, para ser escritores y lectores óptimos, se dio cuenta de la dimensión de su labor.  
 
Jonatan Lunder Flórez es asesor regional pedagógico para Antioquia. Recorre los pueblos enseñando a docentes, padres y niños el placer y las bondades de la lectura. Pero a Ochalí no pudo ir por dificultades en el orden público. A principios del año 2000, esta zona se vio azotada por paramilitares que perpetraron una masacre en la comunidad. El pueblo productor del café más suave de Colombia cargaba a su espalda el dolor y la crueldad de la guerra. Conciendo esta realidad, la imagen de sus pobladores queriendo leer más y mejor, para transmitirles el conocimiento a sus hijos y estudiantes, hace parte de las reliquias en la memoria que le ha dejado este proyecto a Jonatan. 
 
En el 2001, creado por Bancolombia, como parte de sus programas de apoyo a la infancia y la educación, el proyecto Las Letras Van Por Colombia tomó forma inspirado en una radiografía nacional sobre las pocas oportunidades de las comunidades rurales para acceder a escuelas, bibliotecas o, incluso, libros. La falta de buenas bases en lectura no solo se veía en niños y adolescentes, sino en sus padres y maestros que reconocían no saber leer o comprender los textos. 
 
En estos 15 años de creación se ha llegado a 9.441 beneficiarios directos y a 20.944 indirectos. La operación de este proyecto la realiza la Fundación Alberto Merani, a la que pertenece Jonatan. (Leer Las Letras van por Colombia: el poder de los libros)
 
“Primero se capacita a los docentes; en una segunda fase, los acompañamos para aplicar el modelo con los estudiantes en el que se les enseña claves de escritura y lectura. Siempre estamos comunicándonos con los docentes para resolver sus dudas”, cuenta Jonatan. Después de esta capacitación se lleva al municipio, vereda o corregimiento, una biblioteca con 400 libros nuevos, que son de uso para la institución educativa, y  además para toda la comunidad cercana.
 
Lectores que trascienden
 
Después de esta capacitación, en la que se les enseña a ver los libros de una manera más amable y no como una aburrida imposición, muchos de los niños y adolescentes salen leyendo apasionadamente de las clases. “En la institución de Llanos de Cuivá, un corregimiento de Yarumal, los niños montaron un grupo de teatro y para aprenderse el parlamento, aplicaron antes el modelo del lector óptimo. Eso no se me va a olvidar. Para mí es increíble que cuando llego a un lugar varios meses después de haber ido por primera vez, la comunidad se acuerde de mí y me llame por mi nombre. Por ejemplo, en Navidad me invitan a natilladas y a compartir con ellos”. Jonatan ya ha llevado el amor por la lectura a municipios como Remedios, Segovia, Santa Rosa de Osos, Dos Matías, San Pedro de los Milagros, Entre Ríos y Guarne, tanto a la zona urbana, como rural. (Leer El despertar de las bibliotecas)
 
Este licenciado en educación y ciencias sociales se siente orgulloso de ver cómo en algunas instituciones los niños más grandes formaron semilleros de lectores, para sentarse a explorar los libros con los más pequeños: “Lo más importante para estos chicos es que se trabaja por el ser. No solo llevamos un libro, sino aplicando el tema de lectura orientada a la formación en valores, les enseñamos qué personas quieren ser. Si son conscientes de lo que viven y la realidad en la que están inmersos trascienden el mundo. No les enseñamos un conocimiento básico, sino a trascender para que sean útiles a la sociedad. Me gusta mucho una frase de Paulo Freire que dice: “La educacion no cambia el mundo, sino a las personas que quieren cambiar el mundo””.
 
 
 

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