¿Dónde están las fotógrafas colombianas?

En Colombia, la mitad de las personas que se gradúan de programas asociados a la fotografía son mujeres, pero en la vida profesional la realidad de la participación femenina es totalmente diferente.

Natalia Pedraza Bravo
31 de octubre de 2020 - 02:00 a. m.
¿Dónde están las fotógrafas colombianas?

“Maneles” es un nuevo término usado en redes sociales para referirse a los paneles, de eventos académicos o profesionales, que no tienen participación de mujeres o que las incluyen de forma inequitativa.

El término se usa con frecuencia para denunciar estos espacios, pero casi siempre genera la misma pregunta: ¿no había mujeres capacitadas para hablar de estos temas o simplemente no son tenidas en cuenta?

Este fenómeno se da en todos los gremios y la fotografía no es la excepción. El pasado 11 de septiembre, la cuenta de Instagram de la empresa de fotografía de eventos Megafoto Colombia se hizo viral al ofrecer un diplomado en fotografía dictado por once hombres y solo una mujer.

Algunas fotógrafas colombianas cuestionaron la convocatoria y las respuestas de la página fueron bastante preocupantes: los realizadores del evento llamaron “anormales” a las mujeres que preguntaban y aseguraron que no invitaban mujeres porque “son muy complicadas”. La discusión fue larga y terminó con una publicación de la página diciendo que sus declaraciones habían sido mal entendidas, en ningún momento rectificaron, y el panel se mantuvo.

Y el tema no para ahí. Resulta que aunque Megafoto Colombia no es una institución educativa, llamó la atención de muchos, pues según las piezas gráficas que promovieron el evento, fue organizado por el Ministerio de Educación Nacional. Sin embargo, El Espectador se contactó con la entidad y confirmó que este supuesto apoyo, es falso: ningún equipo del Ministerio de Educación está encargado de su organización, y pese a que las piezas tienen un número de resolución del Ministerio, los diplomados, al estar catalogados como educación no formal, no requieren esos registros.

Como los ejemplos no son pocos, días después del lío del diplomado, el programa de fotografía “La voz de las imágenes” de UN Radio, un medio adscrito a la Universidad Nacional de Colombia, realizó un capítulo sobre fotolibros en el que solo hubo una mujer entre los once invitados.

El evento, además de tener una convocatoria inequitativa, tenía un agravante: uno de los participantes era Augusto Gómez, profesor de Antropología de la misma universidad, que ha sido acusado recientemente de acoso sexual y está siendo investigado internamente.

(Le puede interesar: Los líos de tres profesores señalados de acoso en la U. Nacional)

Además, Zully Sotelo, la única mujer que fue anunciada como participante, denunció en sus redes sociales que cortaron la parte donde ella hablaba.

Quisimos hablar con Pilar Suescún, organizadora del programa, para preguntarle qué tuvo en cuenta al escoger a los invitados del inequitativo panel. Por desgracia, Suescún no quiso aceptar la entrevista.

Hasta el momento de la publicación de este artículo, el capítulo en mención no ha sido subido en la página de UN Radio, como lo han sido otros 59 capítulos anteriores y posteriores a este.

Estos paneles generan muchas dudas: ¿es realmente necesaria la participación equitativa de hombres y mujeres en estos espacios? Si lo es, ¿de quién es la responsabilidad de generar paridad? ¿Los participantes deberían exigir la existencia de voces femeninas en los foros o entrevistas a los que son invitados?

Para Beatriz Múnera, maestra en Artes Plásticas, doctora en Bellas Artes y docente de Fotografía desde hace más de 21 años, la respuesta es clara: la creación es patrimonio colectivo, de mujeres y hombres, y hay que darles su justo lugar a am os. Por lo tanto, en los espacios académicos la paridad debería ser un requisito.

Por su parte, Irene Ballester Buigues, doctora en Historia del Arte y máster en Estudios Feministas y de Género, considera que si las mujeres no estamos en los eventos académicos es porque se nos considera ignorantes: “Si no estamos presentes, si nuestra voz no se escucha, continuamos siendo invisibles. Nos tenemos que nombrar para existir. Es urgente que las voces femeninas se escuchen”, explica.

Aunque podría pensarse que los espacios inequitativos hacen parte únicamente de la vida académica resulta que tienen consecuencias muy evidentes en la vida profesional de las fotógrafas.

Según cifras del Ministerio de Educación, la totalidad de graduados en programas académicos asociados a la fotografía en Colombia, entre 2001 y 2018, es de 1.983 egresados, de los cuales 1.028 fueron hombres y 955 mujeres.

Estos datos evidencian que en el país esta carrera es estudiada en partes casi iguales por ambos sexos (52 % hombres y 48 % mujeres), pero en la vida profesional el panorama es muy diferente, y un claro ejemplo es el lugar que ocupan las mujeres que se dedican a la reportería gráfica.

En Colombia, hay varias agencias internacionales de varios lugares del mundo que tienen fotorreporteros: AFP (Francia), EFE (España), AP (EE. UU.), Reuters (EE. UU.), Xinhua (China) y Anadolu (Turquía) son algunas de las más reconocidas, pero de ellas, aunque algunas tienen varios fotoperiodistas en distintas ciudades, solo Reuters tiene una fotógrafa: Luisa Fernanda González; todos los demás corresponsales son hombres.

En los medios nacionales la realidad no es muy diferente. Según cifras de la compañía Comscore, de enero a agosto de 2020, los medios más consumidos en el país fueron El Tiempo, Pulzo, Semana, El Espectador y Publimetro. El total de fotógrafos que trabajan en estos medios es de 29, de los cuales sólo 6 son mujeres.

También consultamos algunos de los medios regionales más importantes del país y entre los periódicos El Colombiano, de Medellín, El País, de Cali y El Heraldo, de Barranquilla, hay 22 fotógrafos, de los cuales solo tres son mujeres.

Otro síntoma de la falta de fotógrafas en los medios de comunicación y agencias de noticias son los premios de periodismo. Por ejemplo, el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, uno de los galardones más importantes del gremio en el país, ha celebrado hasta este año 44 ediciones, de las cuales solo una mujer ha ganado en la categoría de Mejor fotografía: Esperanza Beltrán, en 1989.

Si bien es cierto que los medios de comunicación no son los únicos espacios en los que se pueden desempeñar las fotógrafas, hay algunos eventos recientes que también pueden ser síntoma de que la realidad en otros ámbitos es muy parecida.

Por ejemplo, el Museo de Arte Moderno de Bogotá realizó durante la cuarentena la exposición “Ciudades durmientes”, en la que se buscaba exponer imágenes de las nuevas realidades en varias ciudades del mundo. La exposición fue curada por Eugenio Viola, y seis fotógrafos de Colombia, México, Brasil y España presentaron sus fotografías. Ninguna mujer participó en la muestra.

La mirada de las colombianas en la fotografía ha existido desde siempre. La historia del país ha pasado por el lente de mujeres como Viki Ospina, Luz Elena Castro, Liliana Toro, Eliana Aponte, Zoraida Díaz y Natalia Botero. La lista de nombres femeninos que deberían ser referentes y podrían aparecer en los paneles académicos del gremio es tan larga, como la variedad de las mujeres que hoy están iniciando.

(Le puede interesar: “El periodismo está llamado a darle un rostro a la desaparición forzada”: Natalia Botero)

Para Ballester Buigues, que las nuevas generaciones de fotógrafas se formen con mujeres como ejemplos a seguir es importantísimo y “es la única manera de que tengamos construida una genealogía. Al no reconocernos en la historia, aparecemos siempre vacías de contenido; es decir, somos objetos inspiradores, pero nunca sujetos pensantes ni generadoras de conocimiento”, explica.

En Colombia las mujeres fotógrafas son diversas: hay indígenas cubriendo desde sus territorios, como Lismari Machado (wayuu) o Diva Estela Chota (tikuna), hay mujeres negras como Maryury Díaz Pacheco y Johanna Barraza Tafur y excombatientes como Alexa Rochi y Ivonne Rivera León.

Todas dispuestas a trabajar como lo han hecho otras colombianas detrás de una cámara, a seguir siendo productoras de imágenes y de conocimiento, pero en un panorama tan difícil, muchas están esperando que las oportunidades laborales sean más equitativas.

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Inez(hbasq)31 de octubre de 2020 - 12:33 p. m.
Gracias a George Soros El Espectador se parece cada vez más a Netflix y su victimismo empoderador. Ojalá podamos ver en el futuro mujeres trabajando de albañiles, limpiando cloacas ó mineras en socavones (esas donde las víctimas siempre son hombres). Y que lleguen muy alto trabajando a 6O metros de altura limpiando ventanas o cambiando redes eléctricas protegidas solo con un arnés. Qué hipocresía.
Miguel(j1wvx)31 de octubre de 2020 - 05:46 a. m.
Deberían hacer un análisis multifactorial donde se puedan determinar las razones de que esto suceda y no dejarlo como algo tan simplista como "En X sector hay más hombres trabajando, entonces son machistas". En vez de pedir cuotas de mujeres, deberían trabajar en ser más competitivas, ser mejores. ¿Quieren contratar a un fotógrafo solo por su género o porque es el mejor?
  • Mauricio(5372)31 de octubre de 2020 - 07:52 a. m.
    Es cierto, y lo peor es que no se dan cuenta de que al exigir la paridad "por decreto" es como si hicieran un reconocimiento implícito de su inferioridad: "No somos lo suficientemente buenas para competir así que nos tienen que elegir solo por ser mujeres". Mal, señoras feministas, mal. Creo en la igualdad de oportunidades y aún no se consigue, es cierto. Pero por decreto no se conseguirá equidad.
  • Miguel(j1wvx)01 de noviembre de 2020 - 01:00 a. m.
    La competencia es lo que mueve al capitalismo. ¿Quieres al mejor fotógrafo que te puedes pagar, o quieres un fotógrafo mediocre? Exigir cuotas lo único que hace es disminuir la calidad y desincentivar la competencia. Hay países escandinavos donde implementaron la igualdad de resultados y adivinen? ¡No funcionó! Acá aún estamos a tiempo de parar toda esta locura.
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