El colegio de Itagüí que ganó el primer puesto entre escuelas de 15 países de América Latina

El Luis Carlos Galán Sarmiento, que por muchos años vivió en medio de un entorno de violencia, fue galardonado por la Red Latinoamericana de Organizaciones de la Sociedad Civil por la Educación por sus prácticas innovadoras en convivencia escolar.

Vanessa Vivas Camargo*
08 de diciembre de 2018 - 01:30 a. m.
Panorámica de Itagüí, Antioquia. / Wikimedia – creative commons
Panorámica de Itagüí, Antioquia. / Wikimedia – creative commons

“Cuando llegué al colegio, era tal la violencia que en los primeros años teníamos que caminar por encima de los muertos para no ensuciarnos los zapatos de sangre”.

La historia que cuenta Jorge Humberto Sánchez, rector del Colegio Luis Carlos Galán de Itagüí (Antioquia), no es una historia común. Con más de mil estudiantes entre preescolar, primaria y bachillerato, dice, esta institución vivía en un entorno de violencia y desesperanza que, según él, “se traducía en algarabía en la clase, en que nadie quería aprender, en que no les importaba. El maestro tenía que luchar para que, por lo menos, lo escucharan”.

Sin embargo, con la decisión de directivas, padres de familia y estudiantes de comprometerse con el cumplimiento de sus sueños, esta escuela logró cambiar su historia y se convirtió en una semilla para la paz que acaba de obtener un importante reconocimiento.

El 26 de noviembre este colegio fue galardonado por la Red Latinoamericana de Organizaciones de la Sociedad Civil por la Educación (Reduca) con el 1er puesto entre instituciones de 15 países. Entregado el 26 de noviembre por el Ministerio de Cultura de República Dominicana, este premio fue concedido por el “reconocimiento a Prácticas Innovadoras en Educación con Énfasis en Convivencia Escolar”.

Todo comenzó hace tres años cuando el colegio fue focalizado como una de las instituciones en las que se les propondría el modelo de Comunidades de Aprendizaje desarrollado por el Centro Especial de Investigación en Teorías y Prácticas Superadoras de Desigualdades de la Universidad de Barcelona y que cuenta con el financiamiento en Latinoamérica de Natura Cosméticos. Apenas llegaba a Colombia y sería desarrollado por la Fundación Empresarios por la Educación.

En la primera etapa este modelo implicaba que la comunidad entera de una escuela fuera sensibilizada. La idea era que se pusieran de acuerdo si lo implementaban o no, un compromiso a largo plazo que requería un cambio en la cotidianidad del colegio, el involucramiento de las familias, acciones de voluntariado y desmotar el paradigma de la autoridad en las aulas.

“Empezó un milagro, un auténtico milagro. Empezamos a ver que a los niños se les había entregado algo que se les habían negado toda la vida: la palabra; y en la palabra está la esperanza, en la palabra va fluyendo la inteligencia, en la palabra navegan los sueños. En la palabra van saliendo las tristezas y cuando esas tristezas se comparten, se van disminuyendo. Les entregamos la palabra a los niños. No los habíamos escuchado y se empezó a generar respeto, esperanza, credibilidad. Cada uno empezó a sentir que valía lo que decía y eso nos obligó a los maestros, víctimas de la educación tradicional, a bajarnos de nuestro pedestal”.

El compromiso de generar un ambiente educativo incluyó transformación y creación de sentido. Se fomentó la inteligencia cultural, el desarrollo de competencias de toda la comunidad educativa y el diálogo igualitario. También se promovió la igualdad o reconocimiento de sus de diferencias, que son los principios del aprendizaje dialógico, base de Comunidades de Aprendizaje.

En palabras de Kevin, estudiante del colegio, “pusimos en práctica que todos tenemos el mismo derecho: poder hablar, tener una libre expresión. Nadie nos puede pisotear por tener un mayor cargo; todos somos iguales. Lo que me gusta de Comunidades de Aprendizaje es que no solo nos ayuda académicamente sino que nos transforma como personas, pues nos ayuda a ser más respetuosos y solidarios”.

Hasta el momento, comunidades de Aprendizaje cuenta, en Colombia, con 25.860 estudiantes, 14.727 libros, 105 escuelas, 997 docentes participantes, y 18.381 familiares involucrados.

*Comunicadora de la Fundación Empresarios por la Educación, una organización de la sociedad civil que conecta sueños, proyectos, actores y recursos para contribuir al mejoramiento de la calidad educativa.

Por Vanessa Vivas Camargo*

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