Las dos mejores noticias de la vida de John Jairo Arboleda han sido el nacimiento de su hija y saber que había pasado a la Universidad de Antioquia, la segunda institución de educación superior pública más importante de Colombia. “El 16 de diciembre de 1982 fui admitido”, recuerda. Hoy, Arboleda es rector de la UdeA en medio de un panorama adverso: un desfinanciamiento por $348.000 millones de esa institución.
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Arboleda cursó su pregrado en Medicina Veterinaria. Luego, se dedicó unos años a trabajar en el sector agropecuario, “hasta que decidí que era más fácil estudiar que trabajar. Decidí hacer un posgrado en Medicina Tropical en la UdeA e hice mi pasantía en Cali, en un centro de investigación”, cuenta el rector. También trabajó en el Departamento de Agricultura de Estados Unidos por dos años, pero cuenta que su sueño siempre fue ser profesor. Cuando abrieron concurso público de méritos para nuevas plazas docentes en la UdeA, se inscribió y se vinculó como profesor de tiempo completo de Microbiología Veterinaria en el año 2000. “Pero, antes de eso, también fui profesor de cátedra y profesor ocasional”, recuerda.
Después de vincularse, Arboleda pasó por múltiples escalafones antes de ser rector de la universidad: fue jefe del Centro de Investigaciones de Ciencias Agrarias entre 2002 y 2003; Director de Regionalización entre 2003 y 2012; Vicerrector General en encargo entre 2009 y 2012, Director de Bienestar Universitario en encargo en 2012, y Decano de la Facultad de Ciencias Agrarias entre 2017 y 2018.
En ese último año, en 2018, Arboleda fue elegido por primera vez como rector. La segunda fue en 2021, y la tercera en 2024. Seguirá ocupando ese cargo hasta 2027, lo que le sumaría casi una década al mando de la universidad en medio de una lluvia de críticas. La universidad, como ha quedado en evidencia en el último año, no pasa por un buen momento financiero. Muchos le reprochan no haber hablado con franqueza sobre la situación de la UdeA en su campaña hacia la rectoría y lo señalan de no tomar las decisiones más adecuadas.
Arboleda se defiende enumerando algunos de sus logros: entre ellos la regionalización, una de las apuestas más ambiciosas de la UdeA, que consiste en llevar algunos programas de educación superior a municipios de Antioquia. También dice que ha tenido que sortear grandes retos: la pandemia, entre 2020 y 2021, y el recrudecimiento de la crisis financiera.
Como lo hemos explicado en estas páginas, entre los motivos que han dato pie a ese déficit está la crisis del Hospital Alma Máter, la supuesta reducción de estudiantes de pregrado y posgrado, y lo dispuesto en la Ley 30 -que regula la educación superior en Colombia-. Los artículos 86 y 87 de esa norma establecen que el Gobierno debe ajustar cada año el presupuesto a transferir a las instituciones de educación superior públicas únicamente con el valor de la inflación. Sin embargo, ese monto no suele contemplar otras responsabilidades financieras ni proyectos de investigación, lo que, en palabras de Arboleda, ha hecho que el Estado no le transfiera lo justo a las universidades públicas, generándoles un hueco financiero acumulativo e histórico.
La entidad que más contribuye al financiamiento de la Universidad de Antioquia es el Gobierno Nacional, con un porcentaje cercano al 36 %, y otro 4 % que aporta la Gobernación de dicho departamento. Sin embargo, ante la actual crisis que enfrenta la institución educativa, hay quienes opinan que Medellín debe jugar un papel más activo.
Para responder a todas estas inquietudes, Arboleda pasó al tablero en El Espectador.
¿En qué momento decide dejar de lado la parte docente y de investigación para apostarle a una rectoría?
En mi caso, es un paso nunca pensado. Nunca aspiré a ser directivo de la universidad, yo soñaba con ser profesor, y cuando alcancé ese puesto, seguramente algo en mí llamó la atención, porque el decano de esa época me recomendó para el cargo de rector.
Estoy en mi tercer período como rector. Los dos primeros fueron decisiones unánimes del Consejo Superior Universitario (CSU). El último fue más dividido, y eso entraña seguramente una acumulación de valoraciones al respecto de la gestión, porque todo el mundo ya te conoce, ya sabe lo que opinas y piensas, y a veces las personas quieren cambios porque necesitan ver otra cara, escuchar otros argumentos y escuchar propuestas distintas. En mi caso, es una enorme responsabilidad y un enorme honor continuar como rector de esta universidad.
¿Qué destaca de esos dos primeros periodos que tuvo?
Hay temas que no se ven mucho, como el hecho de mantener el estatus y el prestigio de esta institución. Luego, mejorar las condiciones de bienestar de nuestros estudiantes, profesores y empleados. Robustecer el Bienestar universitario también ha sido un tema fundamental para mí.
Entre mis enormes satisfacciones también está el tema de regionalización: llevar la institución a otros centros poblados. Fue instalar la UdeA en el territorio, y eso trae unas repercusiones enormes para los territorios. Nosotros siempre decíamos que la historia de esas regiones se iba a partir en dos: antes y después de que llegáramos con nuestros campus, que además están en excelentes condiciones. Mantener la acreditación institucional fue otro logro: apenas estamos cumpliendo un año y, por primera vez, nos la entregaron multicampus. Es un logro histórico, y un reconocimiento a una labor bien hecha.
Además, durante la pandemia, hicimos grandes apuestas al país. Al principio, todas las muestras debían ir a Bogotá y esperar 48 horas para el diagnóstico. Nosotros logramos generar un consorcio de laboratorios para procesar muestras en Medellín, habilitados por el Instituto Nacional de Salud (INS).
Ha habido varias críticas de cara a su reelección. Sabiendo de la crisis financiera de la UdeA, ¿por qué decidió reelegirse una tercera vez y no quedarse, por ejemplo, como profesor vinculado?
Tiene que ver con el hecho de que, durante la pandemia, nos pusimos a prueba como institución y nos sacó 2 años y medio en el plan de acción que nos dispusimos a cumplir. Tuvimos que dejar todo de lado para atender esa gran amenaza. Una de las razones para un tercer periodo es esa. Yo decía, a modo de gracia, que debían descontarme esos dos años en los que no pudimos cumplir con el plan de acción. Hay una frase que me mueve como persona: que uno es producto de las decisiones que tomó, y de las decisiones que no tomó.
¿Y cuáles son esos asuntos que usted considera que quedaron pendientes?
Primero, la prioridad es recuperar la salud financiera de la universidad. La UdeA es una entidad sólida financieramente, pero, al igual que las demás instituciones públicas, tenemos problemas de flujo de caja. A nosotros nos falta efectivo para poder asumir los compromisos del día a día.
La ley 30 es de 1992, y en 1998 nos contaban de rectores de esa época que ya estaban mandando cartas al Ministerio de Educación llamando la atención sobre la inadecuada financiación que requería la universidad para funcionar. En el 92, esta universidad tenía 17 mil estudiantes y solo tenía sede en Medellín. No existía regionalización. Hoy, somos 40.000 estudiantes, hemos llegado a un poco más de 100 programas de pregrado, y tenemos presencia en el territorio antioqueño. Tenemos 1.600 profesores vinculados, con un 64 % de ellos que tienen formación de doctorado. Además, anteriormente, muy pocos profesores eran investigadores.
Dicen que, durante su campaña de reelección, usted no dijo que la universidad tuviera una crisis tan profunda. ¿Qué les responde?
Como te decía, este es un problema que tiene inicios con la Ley 30 del 92. Si hay algo que hemos aprendido en esta universidad en los últimos años es de finanzas. En 2018, cuando recibí la universidad, el déficit presupuestado era de $68.000. De eso se habla y sale en todos los informes presupuestales. Si se fijan en mi propuesta para el tercer periodo, el tema presupuestal es un tema que teníamos que abordar sobre la base que había que reformar esa ley. Eso lo venimos diciendo desde que yo era vicerrector. Después, cuando fui rector, también. De hecho, en 2018 marché por una mejor financiación de la educación superior.
En la campaña se habló y en la propuesta mía también, pero de eso nunca se habló en el debate ni en los foros. Uno como invitado a un foro habla de los temas que le preguntan, y fija posiciones respecto a los temas que se consideraban fundamentales. Pero de eso sí se habló, está completamente documentado, y nosotros desde 2018 tenemos que hacer préstamos de tesorerías. Los fondos patrimoniales, que son unos fondos que se crearon en algún otro momento previendo dificultades financieras, se empezaron a agotar, y terminamos en un cambio de gobierno.
Es verdad que cada vez que hay un cambio de gobierno local, departamental y nacional, los contratos con esas instituciones se caen, porque hay que esperar tres meses a que ellos tengan su plan de desarrollo. Hay que esperar a que nombren ministros, secretarios y demás. Toda esa caída coincidió para este año, y luego hubo unos retrasos en el pago de algunos recursos, que no tienen que ver con el Ministerio de Educación, sino con el Ministerio de Hacienda. Entonces, por ejemplo, pagos como el bono pensional que debía ser transferido en mayo, fue transferido en agosto. Y si tenemos una institución que ya tenía problemas de flujos de cambio, cualquier atraso en los ingresos genera grandes dificultades.
El otro tema es que en el 2023, nos transfirió el IPC más 5 puntos, como estaba anunciado. En este año, por un asunto que llamamos el indicador de cierre de brechas, no nos trasladan el IPC más 5 puntos, sino el IPC más 2.8 puntos. Si hay una institución transparente en este departamento, es la UdeA. En esta universidad es muy difícil hacer algo debajo de la mesa o de forma ilícita. El último informe de Contraloría, del año anterior, ha sido de las calificaciones más altas. Nosotros respondemos más de 97 % de las PQRS. Eso es parte del compromiso con la comunidad que tenemos.
Se dice que las medidas de austeridad tomadas por la UdeA para intentar disminuir la crisis han afectado en gran parte a la comunidad. También hay una percepción de que los profesores de cátedra siempre son los que pagan los platos rotos. ¿Qué responde usted a eso?
Precisamente, estamos intentando no afectar al profesor de cátedra que dicta clase en pregrado. Lo que estamos intentando hacer va por otro lado. La UdeA maneja dos fondos grandes: un fondo especial y un fondo general. En ese último, es donde entran los recursos de transferencias del Estado y el gobierno departamental para funcionamiento, básicamente nóminas.
Ahora, hay una serie de contratos de cátedra por actividades específicas que vas a desarrollar a modo de hora cátedra. Aquí caben también actividades que no tienen que ver con la docencia directa, sino con administración y extensión. Por ejemplo, se puede contratar a un profesor para que ayude administrativamente a un programa de Urabá, pero no tiene que dar clases. Nosotros estamos mirando cuáles son los contratos que no tienen que ver con hora cátedra directa, que están por fondos generales, para intervenirlos y hacerlos por fondos especiales, que son los recursos propios que genera la UdeA.
¿Qué reacciones ha tenido esa medida?
Eso ha generado una gran cantidad de interpretaciones, pero lo que tenemos que demostrar como un hecho es que, en este momento, tenemos que sentarnos con cada decano a conversar sobre las necesidades. Una cosa que no se ha dicho es que los contratos de cátedra no dependen únicamente de lo que el profesor quiera, sino de lo que la facultad necesite. Hay profesores que fueron mal evaluados y que no se les va a hacer nuevamente contrato, no porque nosotros les estemos quitando los cargos sino porque fueron mal evaluados. El otro punto es que puede ser un curso optativo, que pueden estar contratados dos o tres profesores para dictarlo durante el semestre, pero no lo toma ningún estudiante, entonces no hay necesidad de contratar a ningún profesor.
Otro ejemplo es que, en el estatuto, todo es legal. Nada es ilegal. Hay profesores de tiempo completo que pueden contratar hora cátedra con la universidad cuando su plan de trabajo está lleno. Eso se llama actividad especial, pero la figura es cátedra. Hay docentes que tienen muchas de esas horas, y hay empleados que también. O sea, hay empleados vinculados a la universidad, de tiempo completo, que, a través de la hora cátedra, pueden contratar, y muchos de ellos ganan más con esa figura que con el contrato que los tiene vinculados a la UdeA. Hay concentración de contratos, y eso no es ilegal, pero nosotros pusimos el foco allí.
El último ejemplo es que es potestativo de las facultades, escuelas e institutos decidir si a un profesor, en virtud de su desempeño y hoja de vida, se le puede sobre remunerar el valor de la hora cátedra hasta el 200 %. Y no son diez docentes con los que sucede esto. Son treinta, cuarenta. Eso no lo decide el rector, sino el decano y la decana, director o directora. Entonces, en el tema de austeridad, dijimos que están suspendidas las sobre remuneraciones, salvo que se hagan por fondos especiales, no por fondos generales.
Todo esto es porque, en mayo, nos demoramos siete días en pagar los salarios más altos. Nadie que gana menos de $5 millones puede decir que nos demoramos en pagar. Desde entonces no nos hemos vuelto a atrasar. El sistema nuestro es muy particular, porque los egresos son fijos, pero los ingresos no, porque a veces el Gobierno se demora. Y yo no me puedo quejar ni puedo decir que me incumplió, pero sí me perjudicó. Nosotros estamos comprometidos en afectar lo menos posible la docencia directa en pregrado. Precisamente para proteger este contrato, de alguna manera debemos desmontar la concentración de contratos de cátedra.
Hoy, ¿cuáles son los gastos fijos de la universidad, y cuánto de ese monto genera ella misma y cuánto son transferencias de la nación?
El presupuesto general de la universidad son más o menos $2 billones anuales. Nosotros tenemos que gestionar el 60 %. O sea, de $10, el Estado nos transfiere $4 y de los otros $6 nos encargamos nosotros. Eso explica, en parte, por qué estamos en esta situación. El tema tiene su origen en la ley 30, de ahí tanto que hemos insistido en que se reforme la ley, especialmente los artículos 86 y 87, que tienen que ver con el tema financiero. La fórmula estaba mal concebida desde el principio.
¿Cómo van las conversaciones con la Gobernación de Antioquia sobre el financiamiento?
El Gobierno departamental cumple con todos los recursos que están establecidos por ley, de acuerdo al crecimiento y al índice de precios al consumidor (IPC), pero nosotros consideramos que ese aporte podría ser mayor. A mí me parece que la participación de la Gobernación es baja. El gran beneficiario de las universidades es el departamento. Nosotros creemos que es posible y recomendable que haya una contribución mayor. Esperemos que eso también sea tenido en cuenta esta reforma que debe tramitarse, ojalá, lo más rápido posible.
También se ha debatido si la Alcaldía de Medellín debería comenzar a tener un aporte financiero a la UdeA, así no esté establecido por ley. ¿Cómo van las negociaciones con el alcalde Federico Gutiérrez?
El tema con el municipio es de otro tenor. No está establecido en ley, pero tampoco está prohibido. Hemos tenido acercamientos con el alcalde y el secretario de Hacienda, quienes se han mostrado interesados en tratar de entender la situación. Sabemos que el ideal sería que Medellín se vinculara con aportes de base presupuestal.
Acá hay una claridad que hay que hacer, y es que Medellín siempre ha aportado por estampilla o a través de otros programas con recursos, pero nunca ha aportado con la base presupuestal. Eso significa que lo que me pasen este año vuelven y me lo pasan el siguiente.
En la votación en el Consejo Superior Universitario usted no tuvo el respaldo del Gobernador. ¿Cree que esto ha influido en que la crisis económica de la UDEA se acentúe?
Con el señor gobernador pude hablar después de la elección. Él me llamó a felicitarme y hemos hablado en varias ocasiones alrededor de la situación financiera de la universidad. Tenemos claras varias cosas: este es un tema estructural no único de la UdeA, sino de todas las instituciones superiores públicas.
En las veces anteriores, había tenido votaciones unánimes el CSU. Pero es común, también, que algunos integrantes crean que otra persona pueda ser encargada de la rectoría. Fue expuesto directamente por él, que quería que fuera otra persona encargada de la representación legal de la universidad, fuera rector. Pero lo que uno tiene que hacer es trabajar y llevar las propuestas al CSU sobre lo que quiere trabajar.
¿Tiene preocupaciones en torno a la reforma a la ley 30 el próximo año?
Primero radicaron la reforma integral y esa se hundió. Luego retomaron la reforma a los artículos 86 y 87 Ley 30, pero ya cerramos este año y no hay ponencia,y si no hay ponencia, estamos muy preocupados. Nosotros ya contactamos a la bancada paisa y los otros rectores hicieron lo propio para que el tránsito sea más expedito en Cámara y Senado. Lo que necesitamos es que se acerquen un tanto más los recursos que nos transfiere el Estado a los costos de funcionamiento.
¿Qué le dice a las personas que afirman que la UdeA se va a acabar por su crisis financiera?
Nosotros salimos de esta situación. Es que no puede ser. Somos la segunda universidad pública más importante del país, y nuestra trayectoria, importancia y solvencia económica está documentada. Esta universidad no ha derrochado la plata. La regionalización vale $64.000 millones anuales. En algún momento debimos haber dicho que no, pero nadie dijo que no. En 1995 que comenzamos con la regionalización, nadie dijo que no.
El último año en el que la UdeA dio cifras negras de ingresos versus egresos fue en 2008. De ese tiempo para acá, se ha abierto esa brecha entre lo que recibimos y nuestros gastos. Una de las cosas que más nos motiva es la confianza que la sociedad tienen en la universidad: tuvimos más de 30 mil personas inscritas, y solo 6 mil admitidos. La UdeA no se va a acabar.
¿En algún momento ha pensado apuntarle a algún cargo público?
No, ni pienso hacerlo. Como dije, tampoco pensé en apostarle al cargo de la rectoría. Fue una cosa que se fue dando.
¿Y pensaría en reelegirse una vez más?
Tampoco. Yo creo que tres periodos son suficientes. Después de eso, quisiera dedicarme a mi familia.