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Estudiantes colombianos, sin "malicia indígena"

Colombia ocupó el último lugar en la Prueba Pisa que evaluó la capacidad de los jóvenes para resolver asuntos de la vida cotidiana.

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Pablo Correa – Katherine Moreno
02 de abril de 2014 - 02:16 a. m.
La prueba Pisa incluía puntos como elegir la mejor ruta de metro para llegar a una estación.
La prueba Pisa incluía puntos como elegir la mejor ruta de metro para llegar a una estación.
Foto: DAVID CAMPUZANO
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Si el desempeño de los estudiantes colombianos es malo en áreas como matemáticas, comprensión lectora y ciencias, el panorama es más dramático a la hora de resolver problemas de la vida cotidiana, como organizar una fiesta de cumpleaños, programar un reproductor de música MP3 o escoger la mejor ruta de metro para llegar a una estación específica en la ciudad.

Ayer la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, a cargo de las Pruebas Pisa (Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes), reveló los resultados de una evaluación aplicada a 85.000 jóvenes de 15 años de 44 países, que se centró en la capacidad de los jóvenes para resolver problemas prácticos de la vida. Singapur, con 562 puntos, ocupó el primer lugar, y Colombia, con 399, se situó en el último puesto de la tabla.

“En las sociedades modernas, la vida consiste en resolver problemas. Cambios en la sociedad, el ambiente y la tecnología han hecho que el conocimiento aplicado evolucione rápidamente. Adaptarse, aprender, ensayar nuevas cosas, siempre estar dispuesto a aprender de los errores, son las claves del éxito en un mundo impredecible”, apuntaron en su informe los promotores de la prueba.

El informe Pisa clasifica en seis niveles la competencia de los jóvenes para resolver problemas. El nivel uno es el más bajo y el seis el más alto. Estar por debajo del nivel básico (el nivel 2) significa que sólo se es capaz de resolver problemas muy sencillos, como elegir de un catálogo de muebles los más baratos para amoblar una habitación. El nivel 6 significa que un adolescente es capaz de diseñar la ruta más corta en un mapa para ir de un punto a otro de la ciudad, o comprar los mejores tiquetes de transporte combinando metro, autobús y tren en una ciudad que no conoce.

Mientras el 31% de los estudiantes de Singapur o Corea del Sur son capaces de resolver los problemas más difíciles que les planteó la prueba, tan sólo el 1,2% de los colombianos entran en los niveles 5 y 6. El 61% de los jóvenes colombianos quedaron por debajo del nivel 2. La prueba de alguna manera replantea ese mito de la “malicia indígena” como una característica sobresaliente entre los colombianos a la hora de resolver todo tipo de problemas de la vida cotidiana.
“La economía mundial no se centra en lo que se sabe, sino en lo que se puede hacer con lo que se sabe”, aseguró el responsable de Educación de la OCDE, Andreas Schleicher, ante medios de comunicación.

Al comparar los resultados de los jóvenes colombianos con los de otros países que obtuvieron resultados similares en las pruebas de matemáticas y ciencias, esta evaluación encontró que los colombianos se ubicaron siete puntos por debajo que sus colegas. También se observó una diferencia marcada entre niños y niñas, con una diferencia de 30 puntos a favor de los primeros en el caso colombiano. En Singapur, esa diferencia fue tan sólo de 2 puntos.
El informe también hizo evidente que el impacto del estatus socio-económico en la habilidad de resolver problemas es mucho menor que en otras asignaturas valoradas por Pisa, como matemáticas, lectura y ciencia, según el informe.

A propósito de los resultados, Andreas Schleicher advirtió que “los chicos de 15 años que hoy tienen pobres aptitudes para resolver problemas se convertirán en adultos con dificultades para encontrar o mantener un buen trabajo”.

La ministra de Educación, María Fernanda Campo, dijo ayer que esta era una prueba optativa que sólo 44 países decidieron presentarla. “Colombia tuvo el coraje de medirse con los mejores. Las preguntas son sobre problemas concretos de la vida cotidiana. Por esto, el contexto cultural y vivencial del niño es muy importante”, argumentó la ministra.

 

Por Pablo Correa – Katherine Moreno

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