En Colombia, 8 de cada 10 estudiantes del sistema oficial aún estudian bajo esquemas de media jornada (ya sea en la mañana, tarde, noche o fines de semana). Apenas el 20 % de la matrícula está en jornada única, según el más reciente informe del Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Pontificia Universidad Javeriana, titulado El lento camino de Jornada Única en Colombia.
El informe, que analiza microdatos del Censo de Educación Formal C600 del DANE entre 2019 y 2023, advierte que, aunque ha habido un crecimiento sostenido en el número de estudiantes con jornada extendida, el avance sigue siendo insuficiente frente a las metas del país.
De manera más específica, en 2019, el 14,8 % de los estudiantes del sector oficial estaban en jornada única. Para 2023, ese porcentaje subió a 19,9 %, lo que equivale a 1.477.927 estudiantes de los 7,4 millones matriculados. Aún así, falta recorrer un largo camino para cumplir el objetivo trazado en el Plan Nacional de Desarrollo: llegar al 30 % para el año 2026.
Según los investigadores del LEE, el cuello de botella no está solo en la voluntad política, sino en factores estructurales como la falta de infraestructura adecuada y la insuficiencia de docentes. “No se trata solamente de extender el horario escolar, sino de garantizar que ese tiempo adicional tenga sentido pedagógico y condiciones dignas para docentes y estudiantes”, explica Gloria Bernal, directora del LEE, en un comunicado compartido este 9 de julio.
El informe también revela que solo 2 de cada 10 sedes educativas oficiales ofrecen jornada única, una cifra que se agrava en zonas urbanas, donde solo el 19 % de las sedes la aplican, frente al 33 % en zonas rurales. Departamentos como Quindío (48,7 %), Boyacá (46,5 %) y Caldas (44,5 %) lideran la implementación. En contraste, territorios como Vaupés (0 %) y Vichada (5,9 %) siguen rezagados.
Los impactos positivos de la jornada única han sido ampliamente documentados, según se lee en el informe. Entre ellos, se encuentra la mejora en la asistencia, la reducción en la deserción escolar, y unos mejores resultados académicos. También tiene efectos indirectos en la reducción del embarazo adolescente, el consumo de sustancias y la delincuencia juvenil. En el ámbito familiar, facilita que mujeres y cuidadores ingresen o permanezcan en el mercado laboral mientras los niños permanecen más tiempo en el colegio.
Pero para que la jornada única cumpla ese propósito, es clave que vaya acompañada de formación docente, dotación tecnológica, materiales pedagógicos y, sobre todo, espacios adecuados. “Una jornada larga en un colegio sin baños suficientes, sin comedores o con hacinamiento, no transforma nada”, advierte Bernal.
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