La educación transforma al barrio Pescaíto, en Santa Marta

El programa “Selección Pescaíto” le permitirá a 22 jóvenes acceder a la educación superior y retribuir a su comunidad a través de proyectos productivos. Esto es inclusión social, darle las herramientas a una comunidad para que sea autónoma y mejore sus condiciones de vida.

REDACCIÓN COMERCIAL
04 de octubre de 2017 - 01:10 p. m.
Pescaíto es el barrio más famoso y tradicional de Santa Marta, capital del departamento del Magdalena. / Cortesía
Pescaíto es el barrio más famoso y tradicional de Santa Marta, capital del departamento del Magdalena. / Cortesía

Al norte de la ciudad de Santa Marta está Pescaíto, el barrio más famoso y tradicional de la capital del departamento del Magdalena. Al llegar allí,un grupo de jóvenes juegan fútbol en la cancha La Castellana, mientras tanto en una tiendita de la esquina un par de hombres conversan. Así transcurre la vida en el lugar donde nacieron los futbolistas Carlos ‘Pibe’ Valderrama, Oscar Bolaño y Oswaldo ‘Pescaíto’ Calero. (Vea también: Los universitarios que quieren transformar a Pescaíto, el barrio de Santa Marta)

En este humilde lugar, fundado durante las primeras décadas del siglo XX y según dicen sus habitantes nombrado Pescaíto por las mujeres tagangeras que cruzaban el cerro para vender pescado en los puestos de la ciudad, han crecido cientos de niños que sueñan con repetir la historia de sus ídolos, de convertirse, no solo en futbolistas, sino en esas personas que han sacado a su barrio de los suburbios y poco a poco lo van salvando del olvido, la pobreza y todos los problemas sociales que puede tener un barrio popular.

“Pescaíto es la casa del deporte pero también somos sinónimo de alegría, espontaneidad, tolerancia y mucha familiaridad”, comenta con orgullo Darlan Andrés Orozco, becario del programa “Selección Pescaíto”. Proyecto realizado a cinco años en convenio entre la Fundación Tras la Perla de la América (de Carlos Vives y Claudia Elena Vásquez), Bancolombia y la Universidad del Magdalena. 

Darlan Andrés tiene 18 años, es estudiante de cuarto semestre de Ingeniería agronómica de la Universidad del Magdalena y sueña con que al graduarse su proyecto de huertas caseras sea una realidad. Su motivación más allá de producir alimentos saludables en los patios de las casas del barrio, es tener una fuente de alimentación segura que le permita a todos tener un plato de comida en la mesa. (Vea también: Diez consejos sobre sostenibilidad que le ayudarán a ahorrar)

Como él, otros  jóvenes han sido becados como parte del plan de renovación urbana de Pescaíto. El fin de esta apuesta, además de empoderarlos es que cada uno de los proyectos productivos – paneles solares en el barrio para tener redes wifi, empresas que generen fuentes de trabajo a la comunidad del barrio y educación gratuita – les permita transformar a largo plazo la calidad vida de los habitantes.

“Si hablamos de inclusión social es porque como empresa nos entendemos como un actor social que tiene como fin mejorar la sociedad con oportunidades, mayor equidad y posibilidades para todos. Cuando generas una oferta de valor y educas financieramente estas incluyendo socialmente a una persona, lo mismo ocurre desde el sector educativo. Detrás de cada uno de estos chicos hay muchos sueños y ser profesionales para utilizar sus conocimientos en la comunidad, es uno de ellos”, explica Franco Piza, Director de Sostenibilidad de Bancolombia.

La formación de un equipo de profesionales multidisciplinarios, con capacidades para hacer propuestas e intervenciones sostenibles favorables al desarrollo del barrio, es una iniciativa apoyada por el programa Becas Sueños de Paz que desarrolla la Fundación Bancolombia, en la que se pretende garantizar los estudios de educación superior de los jóvenes que tienen menos posibilidades económicas para estudiar y los que han sido víctimas del conflicto.

“Así como intervenimos en la transformación social de Pescaíto. Tenemos otras herramientas que trabajan en incorporar al sector financiero a distintas personas de la sociedad, para que de esta manera desarrollen un historial de ahorro que a futuro les ayude a cubrir cualquier imprevisto o a obtener un crédito”, agrega Piza.

Esto es inclusión social, darle las herramientas a una comunidad para que sea autónoma y pueda mejorar sus condiciones de vida. Por ello es necesario desestigmatizar a las personas y reconocer sus capacidades, para así darles oportunidades que los dignifiquen en la sociedad y los hagan sentir parte de ella.

“Estamos en un modelo económico en el que queremos generar autonomía financiera para las personas. Esto debe ser un toma y gana en el que la sociedad te de oportunidades y puedas contribuir también con ella”, finaliza Piza.

Por REDACCIÓN COMERCIAL

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar