
Hay una lista larga de ejemplos en los que maestros y alumnos han tenido que luchar contra las adversidades del conflicto. / Nine Yofana Ballesteros
En los últimos meses la finca de Jaime Torres*, un campesino que completó su bachillerato a través de radio Sutatenza y ha vivido 34 de sus 54 años en Mononguete (zona rural de Caquetá), ha funcionado como el salón de clases de José* y Mateo*, sus sobrinos de cinco y tres años. Por la pandemia, la única forma que tienen para continuar sus estudios es por medio de unas fotocopias que sus padres deben pagar. Aunque el Ministerio de Educación ya habilitó las clases presenciales, no han podido regresar. Pero, a diferencia de algunas ciudades, el...
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