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María Paula Ávila: la mujer que genera espacios divertidos para niños en hospitales

Con su programa “Ilusiones”, de la Fundación Prema, la psicóloga ha apoyado la rehabilitación de niños, niñas y adolescentes hospitalizados, principalmente aquellos que han sido víctimas del conflicto armado. Abrió su primer centro lúdico y el hospital Los Ángeles, en Pasto. Hasta ahora van más de 20.000 niños beneficiados.

Redacción Educación

07 de marzo de 2023 - 05:59 p. m.
María Paula Ávila, representante de Nariño, fue la ganadora de la edición número 34 del premio Mujer Cafam.
Foto: Mauricio Alvarado - Mauricio Alvarado - El Espectador
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“Nuestra labor es hacer que los niños vuelvan a ser niños en lugar de pacientes internados en instituciones hospitalarias”. Así describe su proyecto María Paula Ávila, ganadora (entre 26 nominadas) del Premio Cafam a la Mujer que se entregó ayer en el Teatro Cafam. María Paula lleva 10 años trabajando en la construcción de centros lúdicos dentro de las clínicas para que niños, niñas y adolescentes con diversas patologías tengan espacios de aprendizaje, juego y recreación durante su hospitalización. (Lea: Cuatro de las mejores universidades del mundo estarán lideradas por mujeres)

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Al recibir el galardón, María Paula confiesa que no había preparado un discurso, como se lo pidió Martha Lucía Merchán, coordinadora de este reconocimiento desde 1996. Comienza explicando que el modelo de la Fundación Prema, específicamente del programa “Ilusiones”, del que es directora, plantea que la salud no es ausencia de enfermedad, sino un equilibrio físico, mental y emocional. Advierte que “el hospital da todo lo que requieren para su recuperación física y se apoyan en nuestra labor para su recuperación mental y emocional”.

A pesar de que hoy su reconocimiento se centra en la labor en los hospitales, su iniciativa comenzó en 2009 al darse cuenta de que a los padres, sin importar su estrato socioeconómico, les inquietaba lo que hacían sus hijos durante el tiempo que pasaban solos mientras ellos estaban trabajando. Así lo recuerda su esposo, Christian Pfeil-Schneider, quien, según contó María Paula en su discurso, es su principal patrocinador. “Ella empieza con unos centros lúdicos, donde les permiten dejar a los niños para que sigan con su proceso educativo”, dice.

Cuando abre estos centros lúdicos, añade su hermano David, ella percibe que hay una desconexión entre la educación y los valores humanos. Entonces, “empieza a estudiar yse da cuenta de que parte de la salud, más allá de la física y la emocional, está conformada por la intelectual y cambia su modelo”, indica. Lo centra en cinco valores: verdad, rectitud, paz, amor y no violencia. “Los inculca a través de manifestaciones artísticas, culturales, musicales y de espacios de reflexión y trabajo en equipo”, señala David, quien, dice María Paula, es su persona favorita.

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Con un modelo definido, abrió centros de atención lúdica en Bogotá y Tunja. Pero una llamada de su amigo Alberto Santa Cruz le dio un giro a su iniciativa. Le presentó por teléfono a Cecilia Chávez, una pastusa que por herencia ha dedicado su vida a las labores sociales y quien la invitó a trabajar en el hospital Los Ángeles, en Pasto, encargado de la atención de los habitantes de Cauca, Caquetá, Putumayo y Nariño. Cecilia recuerda que se encontraron en Bogotá para firmar la alianza e integrar los centros lúdicos a las clínicas. (Le puede interesar: Hemos logrado una madurez para hablar de violencia de género: primera rectora de Eafit)

María Paula reitera que le agradece a esa pastusa (refiriéndose a Cecilia) por abrirle la puerta a ese hospital. “Hay un centro de oncohematología infantil y vienen niños y niñas que tienen cáncer en la sangre. Fue un sueño hacer un centro lúdico”, asegura. Una de las madres de los pacientes cuenta que en los pasillos algunos jóvenes esperan un diagnóstico clínico en medio del dolor, de horas de angustia e impotencia ante las enfermedades, pero encuentran un aliciente en estos espacios.

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Aunque cataloga a este centro lúdico como un sueño, el hermano de María Paula aún tiene en su mente escenas impactantes que observaron en sus primeras visitas a este hospital, como el aislamiento que tienen las familias con su entorno cercano durante el tratamiento de una enfermedad. “Ver cómo, por ejemplo, a los papás de niños con leucemia verdaderamente les toca extraerse de su realidad, de su entorno e irse a vivir a un hospital. Eso era impresionante, porque no solo son las emociones de un niño, sino la de toda una familia”, anota David.

Su esposo Christian comenta que el apoyo de la familia hacia María Paula ha sido incondicional y relata que uno de los momentos más difíciles, además de las jornadas extensas, es la parte emocional, la cual ha sido muy difícil para ella. “Ha sido muy fuerte ir a los hospitales y visitar niños o niñas muy enfermas, con un pronóstico de pocos días de vida y acompañarlos”, explica. A esto se le suma el aprendizaje que ha tenido que adquirir para involucrar a su vida familiar, principalmente a sus dos hijos, de 3 y 6 años, su labor social.

El centro lúdico en Pasto fue el trampolín para que su iniciativa beneficiara a más de 20.000 niños, niñas y adolescentes, principalmente víctimas del conflicto, y llegara a otras instituciones, como el Hospital Antonio Roldán Betancur, en Apartadó; el Hospital Ismael Roldán Valencia, en Quibdó, y la Fundación Cardioinfantil, en Bogotá. Según cuenta Néstor Sandoval, jefe de cirugía de esta última institución, “es increíble ver cómo a las familias les encanta venir a este espacio que no es de recreación, es uno donde se resaltan los valores humanos que están un poco olvidados con la enfermedad”.

A los ojos de Gilma, otra de las madres beneficiadas, la vida de los niños, niñas y adolescentes ha sido transformada por esta iniciativa al ofrecer otros espacios diferentes al de la hospitalización, en donde más que médicos, socializan y juegan con otros niños. “Pueden ser libres y se divierten. Es un lugar donde se les olvida el proceso médico que están llevando. Tú los ves caminando por los pasillos de la clínica con oxígeno o con un catéter, pero cuando llegan a estos centros cambian totalmente”, anota. (Lea también: Revive la idea de crear una Superintendencia de Educación)

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Ahora, como Mujer Cafam, María Paula, psicóloga organizacional con una especialización en mercadeo estratégico, recibirá $45 millones para la Fundación Prema, que significa amor en sánscrito -una de las lenguas antiguas indoeuropeas-, y así continuar con estos proyectos en otros hospitales e implementar nuevas iniciativas relacionadas con la salud emocional. “Este premio no es mío, es de una red que me sostiene para sostener las ilusiones que hoy tengo el honor de dirigir en esta fundación”, dice mientras levanta su galardón.

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