El mensaje que Henrietta Fore, directora ejecutiva de Unicef, publicó la semana pasada es contundente: los niños no pueden permitirse otro año sin ir al colegio. “El precio del cierre de las escuelas (que en el momento álgido de los confinamientos por la pandemia afectó al 90 % de los estudiantes del mundo y privó del acceso a la educación a distancia a más de una tercera parte de los niños en edad escolar) ha sido devastador”.
El pasado junio, el Ministerio de Educación publicó los lineamientos para la “alternancia”, que ya comenzó a ser aplicada en colegios puntuales como el Marymount y el Rochester, en Bogotá y Chía (ambos privados). A vuelo de pájaro, depende de los padres o guardianes legales el retorno de los niños, pero la clave está en el aforo: entre estudiante y estudiante debe haber dos metros de distancia. El número de aforo se determina dependiendo del tamaño y el tipo de infraestructura, la jornada, la población que atiende, cuántos profesores hay por estudiante, la instalación de medidas de bioseguridad como lavamanos, y la entrega de tapabocas y caretas a los docentes. El uso del tapabocas es obligatorio.
En cuanto a Bogotá, ya está listo el regreso a clases de 399 colegios oficiales. En Antioquia, Alexandra Peláez, secretaria de Educación, dijo en Teleantioquia que regresarán cerca de 31.000 estudiantes a ocupar entre el 6 y 19 % de las sedes a partir del 1° de marzo.
Aunque algunos se oponen al retorno de niños al colegio, y a la larga depende de sus padres o custodios legales el permitirles volver, el retorno de las clases presenciales es una realidad que comienza este año. Aquí tratamos de responder algunas de las dudas que persisten antes del regreso a clases:
¿Hay más riesgo de contagio para los niños en los colegios?
El Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (CDC por su sigla en inglés) publicó un documento, en diciembre de 2020, donde afirma que los niños de uno a 18 años tienen tasas más bajas de hospitalización, hospitalización grave y muerte que todos los demás grupos de edad, aunque los niños de cualquier edad son susceptibles y pueden transmitir el SARS-CoV-2.
La transmisión en las escuelas ha representado una minoría de todos los casos de COVID-19 en un país determinado. La mayoría de los niños no desarrollan síntomas cuando se infectan con el virus o presentan una forma muy leve de la enfermedad. No se ha encontrado evidencia que sugiera que los niños o los entornos educativos sean los principales impulsores de la transmisión del virus SARS-CoV-2.
Otro artículo (esta vez una preimpresión de la Asociación Nacional de Pediatría de Estados Unidos) analizó el riesgo de reinfección en colegios, hizo el rastreo epidemiológico de nueve semanas con más de 90.000 niños en Carolina del Norte (Estados Unidos) y determinó que la tasa de transmisión del Sars-Cov-2 era muy baja: 773 niños se contagiaron (de los cuales 32 contagios fueron en colegios) y no se registró ni un solo caso de transmisión del virus de niños a adultos. Todo esto gracias a medidas de distanciamiento social y disciplina en el uso del tapabocas.
¿Por qué algunos piden retrasar el regreso al colegio?
De acuerdo con Nelson Alarcón, presidente de la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación (Fecode), no es prudente que los estudiantes vuelvan al aula en este momento: “Iniciemos como corresponde: que se mitigue la pandemia y se garantice la vida de los niños y los recursos que se han girado desde septiembre”. El año pasado, se giraron $92.000 millones desde el Fondo de Mitigación de Emergencias a las Secretarías de Educación, pero si tenemos en cuenta que hay 44.006 establecimientos educativos oficiales en Colombia, a cada una le tocan $2 millones. Es insuficiente frente a las inversiones que han realizado colegios privados como el Rochester, que gastó cerca de $400 millones en adaptación a los protocolos de bioseguridad.
Para Luz Karime Abadía, co-directora del Laboratorio de Economía en Educación de la Universidad Javeriana, los estudiantes de más bajos recursos son los más afectados por la pandemia, “no solo porque vienen rezagados en aprendizaje debido a la falta de herramientas tecnológicas para recibir las clases remotas, sino porque además no cuentan con los recursos económicos para adquirir elementos de bioseguridadY agrega: “Es inaudito que la mayoría de los colegios no tengan las adecuaciones y los elementos necesarios para un retorno a las aulas, después de diez meses que se decretó la emergencia sanitaria y no se avanzó en este frente. Para un retorno seguro, es fundamental que todas las instituciones educativas tengan las herramientas esenciales para garantizar los protocolos de bioseguridad. Entre ellas tener la infraestructura que permita el distanciamiento social, servicios de agua y luz para el adecuado lavado de manos y dotación de implementos como termómetros, tapetes antibacteriales y elementos bioseguros, como tapabocas, gel antibacterial y alcohol”.
Sin embargo, epidemiólogas como Silvana Zapata, de la Gobernación de Antioquia, sugiere que comiencen a abrir los colegios en los municipios con menor cantidad de casos. “Seguiría un modelo de alternancia en los municipios con afectación moderada, que son 471, y virtual a los 157 municipios que tienen indicadores altos de afectación. Sin embargo para los de nivel alto (que pueden estar en las ciudades capitales) se pueden tener medidores de CO2 y métodos de alternancia. En el área urbana, hay que focalizarse en la ventilación, porque las medidas de agua, mascarilla y conectividad pueden estar mediana y altamente resueltas”, escribió en Twitter.
En cuanto a servicios como el agua potable, según datos del DANE, en el 2019 había nueve departamentos que no tenían un adecuado porcentaje de cubrimiento en el servicio de acueducto: Amazonas, Vaupés, Guaviare, Guainía, Vichada, La Guajira, Chocó, Cauca y Putumayo (menor al 70 %). Ninguna institución educativa de Chocó tiene agua potable de forma permanente y al menos 495 sedes estaban sin agua potable en Antioquia.
¿Cómo se adaptarán los colegios oficiales y rurales?
Parte de las preocupaciones sobre reabrir colegios se ha enfocado en la ruralidad. Por un lado, la infraestructura no es óptima, y garantizar condiciones de bioseguridad en esos espacios es complejo. De acuerdo con el informe “Reflexiones innegociables en educación básica y media para 2018-2022” publicado por la Fundación Empresarios por la Educación en 2018, en Colombia había más de cinco millones de niños y adolescentes por fuera del sistema educativo nacional, un tercio del total de menores de edad que habitan en el país. El 40 % de esa población que no asistía a la escuela vivía en zonas rurales afectadas por el conflicto armado.
En las zonas rurales, por ejemplo, solo el 37 % de los centros educativos tienen agua potable, mientras que en la ciudad el 100 % de los colegios tienen garantizado este servicio. Algo parecido ocurre con el acceso a internet.
Según el Laboratorio de Economía de la Educación de la U. Javeriana (LEE), el 79 % de los 9’302.507 estudiantes del país pertenecen a colegios oficiales y aunque son más las sedes de colegios oficiales (44.006) que las no oficiales (9.843), el número de estudiantes por sede y por curso es significativamente mayor en los colegios oficiales: “Mientras en los colegios oficiales se estiman treinta niños por curso, en los no oficiales este número es de aproximadamente veinte (un 33 % menos). Los casos más preocupantes para consideraciones como la reapertura se presentan en 2.796 sedes educativas que tienen más de 35 estudiantes promedio por aula (1.682 oficiales y 1.114 no oficiales)”, escribieron en un informe publicado en julio de 2020.
Sin embargo, esto puede ser positivo para los colegios rurales. Según el LEE, en los establecimientos oficiales hay alrededor de 600 alumnos por sede urbana y 61 por sede rural (lo que garantiza que habrá más distancia social) y en el sector oficial, independientemente de la zona de atención, la razón de alumnos por sede es de 200, aproximadamente.
También preocupa que una gran parte de los niños del país no tiene acceso a internet ni computadores. Según cifras recopiladas por el LEE, la falta de internet afecta a 1’969.969 estudiantes rurales y rurales dispersos; es decir, que no habitan en la cabecera municipal y que, por lo general, carecen de servicios públicos, según cifras de Mineducación.
¿Qué pasará con los profesores mayores de sesenta años?
No podrán dar más clases presenciales por el momento. De hecho, ni estudiantes ni docentes con comorbilidades (diabetes, hipertensión, asma u obesidad, entre otras) podrán volver al aula por ahora. Cabe resaltar que dentro de lo propuesto por el Mineducación no hay propuestas para atender la salud mental de esta población en medio de la pandemia. En promedio, dos de cada diez docentes de educación básica y media oficial en Colombia son mayores de sesenta años, el 30 % de los cuales están en Quibdó, Pasto y Neiva.