¿Se enseña para innovar?

El director de Olin College, pionera en ingeniería en Estados Unidos, participa en la Cumbre de Educación Superior de las Américas. Un resumen de sus palabras.

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Juliana Bedoya*
17 de noviembre de 2018 - 06:05 p. m.
Richard Miller, director del Olin College, expusó su experiencia al frente de la novedosa institución educativa.  / Laspau/ Pedraza Producciones
Richard Miller, director del Olin College, expusó su experiencia al frente de la novedosa institución educativa. / Laspau/ Pedraza Producciones
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El mundo ha cambiado en estas últimas décadas y, así como muchas otras áreas de la sociedad, la Academia no estaba preparada para el cambio. Los avances tecnológicos que permiten, entre otras cosas, acceder a todo tipo de información con un solo clic, cambian el paradigma sobre el papel de la educación. “¿Cuál es el valor intrínseco de saber algo que ahora está en Google?”, se pregunta Richard Miller, director del Olin College,  que desde finales de los noventa está innovando en el modo de enseñar ingeniería y hoy es una de las más reconocidas de Estados Unidos. Lo que está tratando de hacer el Olin College es disruptivo desde todo punto de vista, su currículo está basado en proyectos y desde su concepción se pensó como un espacio de aprendizaje transversal y un “laboratorio de educación”. 

Todo partió de una preocupación, la inconformidad sobre el modo que la ingeniería se enseña hoy en día y para un país como Estados Unidos, que históricamente ha tenido un liderazgo en la innovación tecnológica, este es un problema mayor, “ser competitivo en tecnología no es posible si no tienes ingenieros”, explica Miller. Bajo esta premisa nació Olin College, con un grupo de estudiantes que básicamente llegó a inventar la universidad en la que querían estudiar. Han pasado casi 20 años de pruebas, errores y experimentación en cuál es el mejor modo de enseñar, aprender y hacer investigación en ingeniería. 

Para los expertos, el modelo de Olin es pionero, no solo por los métodos de enseñanza, sino por la manera en la que está estructurada la universidad. No existen departamentos académicos como en las universidades tradicionales, lo que ayuda a que la construcción del conocimiento sea transversal, sus directivos son conscientes de que todo tiene una fecha de expiración, lo que los hace abiertos siempre a nuevas ideas y a experimentar.

“Para producir innovadores debemos cambiar, a quien enseñamos, qué enseñamos y cómo enseñamos”, explica. Esto los ha llevado a encontrar fenómenos interesantes, como que el 50% de sus estudiantes son mujeres, frente al 25% de mujeres que en promedio estudian ingeniería en otras universidades del país. 

En el mundo dominado por Google, el problema no es encontrar las cosas sino darle sentido al mundo, ser creativo, pero ¿cómo se enseña a ser creativo e innovador? “En la creación de ideas, la enseñanza entre pares tiene un papel más importante dictar clases”, sostiene Miller, por eso además, se utiliza el currículo STEM, currículo basado en la idea de educar estudiantes en cuatro disciplinas: ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, no como áreas separadas sino de modo integrado e interdisciplinario, pensando siempre en sus aplicaciones en el mundo real. Pues finalmente, como el mismo Miller lo reconoce, “los innovadores del siglo 21 necesitan algo más que conocimiento especializado”, y eso es algo que solo se puede descubrir a través de la experimentación. 

* Comunicadora social/periodista. Docente de cátedra de comunicación social.

Por Juliana Bedoya*

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