En las últimas semanas, a raíz del número de jóvenes que presentaron el examen de admisión para el segundo semestre en la Universidad Nacional de Colombia, varios medios advirtieron —algunos con un tono catastrófico— la caída en el número de aspirantes que viene presentando la universidad pública más importante del país.
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“La Universidad Nacional se queda sola, el desplome histórico de aspirantes prende las alarmas”, fue el titular de un portal de noticias. “Caída histórica en aspiraciones a la Universidad Nacional: en el primer semestre se registró la cifra más baja desde 2008”, señaló una revista, mientras que otro medio apuntaba a los problemas de la institución durante el último año como la principal causa en la reducción del número de aspirantes.
Sin embargo, basta con observar la primera gráfica que acompaña este texto para aclarar dos asuntos. El primero, que no es cierto que la cifra de los 25.167 jóvenes que presentaron el examen de admisión a finales de abril sea “la más baja desde 2008”. Por lo general, para los segundos semestres se presentan menos personas. La cifra más baja para ese periodo se registró en 2022, cuando 21.335 jóvenes presentaron el examen, seguida por la del mismo periodo en 2021, con 23.468 aspirantes, según cifras aportadas por la misma Universidad en su página de estadísticas. La de 2025-2 sería la tercera cifra más baja de aspirantes para un segundo semestre desde los registros que se tienen de 2008.
La segunda aclaración la hace Mario Alberto Pérez, director nacional de Admisiones de esta institución educativa: “es un hecho real que en los últimos años los aspirantes a la U. Nacional han disminuido”. Para hacerse una idea: en el primer semestre de 2019, más de 82.000 personas presentaron el examen de admisión, lo que contrasta con las poco más de 45.000 que lo hicieron para el primer semestre este año. Esto representa una caída del 45 %.
Pero, lejos de estarse “quedando sola”, como sugería otro de los titulares, Pérez resalta (como puede ver en la segunda gráfica que acompaña este texto) que el número de matrículas se ha mantenido estable en los últimos años.
Ante esto, Pérez hace un llamado a diferenciar la discusión sobre la caída en el número de jóvenes que aspiran a entrar a la Unal de la conversación sobre las matrículas en pregrado (a lo que volveremos más adelante). Aunque pueden compartir causas similares, son fenómenos distintos que merecen ser analizados de manera independiente, reclama el director de Admisiones.
¿Por qué ya no es tan atractiva la Universidad Nacional?
Lo primero que pide Sergio Lancheros, politólogo con maestría en Ciencias Económicas e integrante del Grupo de Investigación en Políticas Públicas de Educación Superior de la Universidad Nacional, es “descartar de tajo las explicaciones que atienden simplemente a un solo factor o variable”. En esto coinciden Pérez y Jairo Torres Oviedo, rector de la Universidad de Córdoba y presidente del Sistema Universitario Estatal (SUE), que agrupa a las 34 universidades públicas que tiene el país.
Como ha sucedido con otros fenómenos que vienen impactando al mundo de la educación, como el cierre de colegios, por mencionar un ejemplo, la tasa de natalidad aparece como una de las primeras causas que mencionan las fuentes consultadas. Una forma de verlo es la siguiente: mientras a inicios de milenio el 35,9 % de la población nacional tenía 16 años o menos, para 2024 ese grupo etario representó el 24,9 %. En 2070, estima el DANE, serán solo el 13,9 %. Si bien los efectos de la baja tasa de natalidad se verán más a largo plazo, adelanta Lancheros, toca empezar a contemplar estos factores demográficos desde ya.
El segundo bloque de razones tiene que ver con los cambios en las demandas y expectativas que tienen los jóvenes frente a la educación superior y la respuesta que ha brindado este sector. Pérez explica que ahora las personas buscan programas más flexibles, con ciclos más cortos que les permita vincularse al mundo laboral más rápido. Un ejemplo de esto, como contamos hace algunos días en estas páginas, es el viraje que están teniendo universidades privadas de alta calidad (como la Javeriana, Los Andes o La Sabana, por mencionar algunas), hacia los programas técnicos y tecnológicos.
Esto último, sin embargo, no significa que los más jóvenes no quieran estudiar en las universidades. “Cuando miramos los datos, hay una población grande que todavía aspira a entrar a la Nacional”, asegura Pérez. De hecho, el porcentaje de personas que presentan el examen de admisión, pero no logran un cupo en la universidad, se ha mantenido por encima del 80 % en los últimos 15 años.
Torres, quien también es el presidente de la Asociación Colombiana de Universidades (Ascun), agrega una hipótesis más: la diversificación de la educación superior pública que se ha venido presentando en las distintas regiones del país. Esto, a sus ojos, ha permitido que los jóvenes de la región ya no solo vean las oportunidades en Bogotá, sino en ciudades más cercanas a sus lugares de origen.
Finalmente, Gloria Bernal, directora y cofundadora del Laboratorio de Economía de la Educación, quien comparte las hipótesis hasta ahora planteadas, no descarta que las tensiones que han rodeado la elección del rector, y que se remontan a hace más de un año, sean un factor que pueda estar disuadiendo a algunas personas.
Mientras la Universidad Nacional ya abrió una convocatoria para un proyecto de investigación que permita tener más luces sobre lo que viene pasando con la disminución de aspirantes, Lancheros y Pérez piden no estigmatizar a las universidades públicas. “Son múltiples las causas que explican este fenómeno. Si se reduce solo a una, y en particular a la de los conflictos internos, se desvía el foco sobre lo importante”, opina Lancheros.
Un sector que crece, una universidad que se estanca
Más allá de la caída en el número de personas que quieren estudiar en la universidad pública más importante del país, a Bernal, del LEE, y a Torres, de la U. de Córdoba y el SUE, les llama la atención lo que viene pasando con las matrículas en la Universidad Nacional. La economista, con un doctorado en Análisis de Políticas Públicas de la Universidad de Maastricht (Países Bajos), califica la situación de paradójica: “en el sector oficial el número de matrículas está creciendo, pero en la U. Nacional está cayendo”. Esto, agrega Bernal, a pesar de los múltiples impulsos que el gobierno del presidente Gustavo Petro ha puesto en marcha para la educación superior pública.
En este punto, la directora del LEE hace una aclaración que limita el análisis: mientras los datos de la Universidad Nacional están actualizados hasta el segundo semestre de 2024, la información que entrega el Ministerio de Educación sobre las matrículas en educación superior cuenta con datos hasta 2023. Pese a esto, continúa la experta, es claro que entre 2013 y 2023 la matrícula en educación superior creció en poco más del 18 %. Al desagregar este aumento por sector, Bernal señala que en el oficial las matrículas aumentaron un 22,39 %, mientras que en las privadas el crecimiento ha sido más moderado.
En la Nacional, como puede ver en la segunda gráfica, la matrícula creció levemente en el periodo analizado por el LEE. Pero, desde que alcanzó su pico en el primer semestre de 2021, con más de 58.000 estudiantes matriculados, empezó a caer y, en el primer semestre del año pasado, registró algo más de 55.800 matrículas.
¿Por qué la Universidad Nacional no parece seguir la tendencia del sector oficial? La respuesta, al igual que con la caída en el número de aspirantes, hay que buscarla en varios fenómenos. Sin duda, uno de los primeros programas al que las fuentes consultadas se remiten es al de los 500.000 nuevos cupos que el Gobierno Nacional se comprometió a crear en la educación superior durante este cuatrienio.
Según reportó el Ministerio de Educación, en diciembre de 2024, ya se habían creado 150.000 nuevos cupos, pero esta es una cifra que Bernal, del LEE, recomienda tomar con pinzas, pues los datos no han estado disponibles para analizar. Más allá de estos nuevos cupos, todas las fuentes califican de “ambiciosa” esta promesa. Por ejemplo, Torres, del SUE, recuerda que el sistema que ahora preside tardó 30 años en integrar esa misma cantidad de estudiantes.
Aunque Torres, que es rector de la Universidad de Córdoba, reconoce que el Gobierno Nacional sí ha girado los recursos para aumentar la cobertura, advierte que ha sido un proceso lento. Aun si se tuviera todo el dinero que requiere esta promesa, agrega Torres, no existen las capacidades de infraestructura física, técnica y humana, para que las instituciones reciban a esa cantidad de estudiantes.
De esto, Lancheros, de la Nacional, destaca dos puntos. El primero es que justamente el aumento de matrículas se esté dando en las regiones y en instituciones técnicas y tecnológicas. “Esto no pasaba hace mucho tiempo y era una exigencia de que creciera en los territorios”.
El segundo punto, tiene que ver con un problema estructural que afecta a buena parte de las universidades públicas del país: el desfinanciamiento histórico que han denunciado por décadas. De acuerdo con el SUE, entre 2000 y 2022, la población atendida por estas instituciones creció un 169 %, mientras la base presupuesta solo aumentó en un 62 %.
Frente a esta problemática, Torres y Lancheros piden no perder de vista el proyecto de ley que radicó el Gobierno Nacional en septiembre de 2024 y que busca reformar los artículos 86 y 87 de la Ley 30 de 1992, los cuales definen el presupuesto de las IES públicas. La iniciativa, que ya pasó su primer debate en la Comisión Sexta del Senado, debe ser discutida ahora en plenaria. Sin embargo, lamenta el presidente del SUE, “la confrontación política que vive actualmente el país”, y que se ha centrado alrededor de otras reformas, como la laboral o la de la salud, “termina diluyendo lo esencial que se requiere”.
Mientras avanza a paso lento esa discusión, el director de Admisiones de la Nacional, reconoce que la universidad viene revisando su oferta curricular y ajustando varios programas. También menciona los esfuerzos que están adelantando para llegar a la población de la educación básica y media para que conozcan más los programas que se ofrecen. Esto, mientras los resultados de la investigación que adelantará la propia universidad, se esperan para el primer semestre del próximo año.
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